martes, 3 de octubre de 2017

La peor pesadilla - (Inspector Patrick Lennon, vol. 1)



Mi racha continúa y una semana más no he dado con el libro de género negro que me haga vibrar. Y no es que "La peor pesadilla" esté mal, es que me deja frío.

Afortunadamente parece que el resto de géneros va mejor y aportan algo de salsa al día a día cuando les llega el turno ¡porque vaya racha! Pero bueno, hoy toca "negra" (por desleída que esté), lo demás ya se verá en post venideros.

"La peor pesadilla" es una novela británica con un corte algo más cotidiano y menos british de lo habitual, o al menos no presenta un perfil muy P.D. Jamesiano. Se trata de una narración menos pausada, mucho menos introspectiva y detallista, por lo que su ritmo es algo más elevado (en ese sentido se lleva bien) y una puesta en escena más directa (quizás demasiado), permitiendo poco margen a la contemplación y deleite del lector.

Discurre en Londres pero apenas se reconoce la ciudad durante la trama, con una ambientación  más bien escasa, centrada en una zona residencial que la mayor parte del tiempo recuerda más al vecindario de Victoria Lane de "Mujeres desesperadas" que al centro turístico/comercial fácilmente identificable de la capital británica. Así que amantes del Pall Mall, los grandes parques de la ciudad, el Big Ben y el Támesis, abstenerse.

Además, últimamente tengo la sensación de que cuando una novela no tiene un corte eminentemente social, acaba por prescindir totalmente de cuánto rodea la acción principal en una especie de fundido negro de fondo donde personajes/actores se dan las réplicas de forma sucesiva hasta llegar al final, por mucho que se decorre con persecución, peleas, intrigas, etc.. Cada vez hay más novelas sin descripción alguna que permita situar y ambientar la historia.

Con ese planteamiento al final como lector acabas desentendiéndote por completo del entorno y los personajes acaban ubicados en un trasfondo difuso y desdibujado, aún peor que los de cartón piedra del teatro más rancio.

Y no es sólo que Londres sea algo residual, es que todo lo que parece definir a Gran Bretaña brillan por su ausencia.

La climatología no aparece por ningún sitio, de hecho, salvo en un pequeño lance en el que Lennon se debe quedar en el coche porque está jarreando, en el recuerdo de la historia (y hace apenas unas horas que lo terminé) no tengo atisbo de ninguna imagen que no fuese presidida por un cielo inexistente, con una narración siempre situada a ras de calle, como un caballo de tiro que no puede ver más allá de donde se lo permiten las anteojeras. Todo demasiado encuadrado, demasiado limitado.

Ni siquiera esa patina gris que Ian Rankin transmite en sus historias, esa atmósfera apagada que parece acompañar parte de las descripciones de la cultura anglosajona, con un día a día condicionado por  el entorno hace aparición en ningún momento.

La etiqueta "thriller" le queda un poco grande, pero es la más próxima a lo que ofrece.

Sin "asesino en serie" ni marco social que narrar, la historia se debería construir a través de los personajes, la tensión y los cambios en la investigación pero ni la primera se alcanza (y eso que las víctimas son niños y eso siempre "mueve" un algo interno) ni los cambios te cautivan.

Tal y como el binomio de escritores ha construido la novela al lector no le queda otra que limitarte a "montarte" en su historia y dejarte llevar, distanciándote poco a poco de la trama.

"La peor pesadilla" cubre un espectro muy amplio de aspectos sociales pero tal y como está escrita queda  demasiado superficial, no ahonda en ninguna de las cuestiones y deja esa sensación de paquete precocinado que te deja como única alternativa meterlo en el micro para comerlo.

Uno de los peros más grandes a la historia es la superficialidad de su protagonista o protagonistas. Cierto que la narración no es lineal y hay constantes cambios de puntos de vista para narrar la historia desde distintos ángulos pero la gestión de los mismos es cuando menos cuestionable. Sus creadores buscan dirigirnos y utilizan los cambios de perspectiva para, en teoría, crear ambientación cuando lo que realmente intentan es justificar giros "inesperados" con conductas pasadas que nos muestran a posteriori. Al final lo que consiguen es generar distancia y no interés.

La confección de los personajes es demasiado estanca y  prefijada, muy esquemática y altamente estereotipada. 

La imagen que me viene a la cabeza es la de dos personas situadas frente a una pizarra enorme con distintas siluetas con nombres puestos sobre las cabezas: "Patrick Lennon", "Helen", "Alice", "Larry", "Sean"... y un montón de tablitas con adhesivo que van poniendo sobre cada una de las imágenes como si se tratase de ir construyendo a Mr. Potato.

Existe una sensación de artificio alrededor de todos los personajes, de criatura unidimensional (y no interactiva) que tiene un rol en la historia, pero sólo ese rol, sin pasado, sin presente, sin futuro, sólo datos estancos puestos en el papel para adornar a cada uno de ellos y cubrir en cada caso la constante omisión de descripción y una falta real de sentimiento.

No soy devoto de P.D. James, que en ocasiones profundiza demasiado en sus personajes y explica y define con profusión pero de ahí a el esbozo ínfimo de algunas historias o al cliché requetemanido de otras, hay un salto.

Últimamente da la sensación de que lo que diferencia muchas de las novelas es que hay unas que sus creadores son conscientes de que quieren ser "libros" y otras lo que quieren es ser "guiones de películas o de series", olvidando que la gestualidad que ellos imaginan, los movimientos, la pasión, ese dotar de vida corre a su cargo y no del actor que "en su cabeza" va a desempeñar el papel.

Se asienta la idea (cada vez con más ejemplos) de que cada vez hay más autores que conciben sus historias buscando ante todo sorprender, olvidandose de lo más importante, construir historias reales con personajes tangibles.

¡¡No soy un ogro!!, "La peor pesadilla" tiene cosas buenas.

Lo mejor, su capacidad de construir la historia sin tener que recurrir a sucesos extraordinarios o estadísticamente poco probables (psicópatas, etc...), utilizando simplemente la miseria cotidiana, todas las pequeñas cosas que nos atormentan, los errores que cometemos en un momento dado y que luego nos siguen hagamos lo que hagamos, en un mundo real lo suficientemente variado y complejo como para necesitar recurrir a elementos externos improvisados y "elaborados" para construir algo.

Hablar del día a día tiene a favor que todos conocemos esas situaciones y somos capaces de empatizar, entender y asimilar la información, sin necesidad de exprimirse el cerebro buscando lo más raro para conseguir triunfar con una novela.

Al hacer girar una parte de su trama en el mundo del lumpen de la sociedad londinense y por como narra cierta parte de la historia, por un momento Voss y Edwards me han hecho recordar a "Salvajes" de Winslow, pero una vez más, el pensamiento ha sido fugaz. Ni Lennon es Ben ni sus creadores alcanzan al autor americano y la idea se queda en la mera superficie de lo que habría podido ser.

Quizás el problema (su problema) haya sido intentar poner demasiadas ideas de golpe en una misma historia, mucho giro (quizás no inverosímiles si los miras aislados pero poco creíble cuando las ves todas juntas) desde la mitad de la historia y aportanto muy poca chicha real.

Escenas que se muestran como fogonazos aislados, tragedias que se suceden sin hilo conductor que nos vaya trasladando, personajes algo esquemáticos, lejos de maestros en el género con mucha más capacidad para construir realismo verosímil y agradecido para el lector, como es el caso de David Mark o, aquí en casa, Alexis Ravelo.

Quizás todo se reduzca a la falta de carisma y empatía de su/s protagonista/s, que deberían ser los que nos llevasen de la mano durante la historia y que, lejos de eso, acaba penaliza mucho las tramas cuando llegan los momentos cumbres porque no hay nada que nos retenga.

Es triste pero, como comenté en el último post, últimamente doy con mucho libro que no deja huella alguna, ni siquiera con una trama que, siendo justos, es distinta a lo que se suele leer en cuanto a temática (quizás por eso luego sea algo más fácil acordarse de la historia) pero la monotonía de la narración y el tono gris generalizado acaba por opacar cualquier posible recuerdo que pudiese haber quedado.

Valoración: Está bien. Sin más. No quiero ser injusto tampoco, mal no está. Es "del montón". Como si a "Luther" le hubiesemos quitado a Idris Elba o a "Lucky man" a James Nesbitt.

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