miércoles, 28 de febrero de 2018

Dead Things - Eric Carter vol. 1


"Dead things" es una relectura. Vuelvo a ella ante la necesidad de recordar y resituarme para poder seguir avanzando.

No me ha pesado porque ya en su día me gustó mucho y, a pesar de tener más o menos claro, el desarrollo de los distintos elementos de la historia, he podido volver a disfrutar con ella en mis manos y eso ¡¡mola!!.

Lo cierto es que no tenía muy claro lo que pasaría al releer una historia que, ya en su día, me gustó pero que no recordaba con todos los detalles necesarios para no sentirme desubicado de entrada. Como no quería correr riesgos y pesar de que no han pasado dos años de su anterior lectura, cogí "Dead things" con la sensación de volver a casa.

Hay novelas que te impactan y personajes que te llegan, hasta tal punto que en algún momento durante su lectura eres capaz de recordar que estabas haciendo cuando lo leíste la vez anterior. Por ejemplo, recuerdo siempre la Universidad cuando veo un libro de Margaret Weis pues fue con "Corazón oscuro" en mis manos cuando la pisé por última vez para ver si había terminado la carrera y con la relectura de la novela de Stephen Blackmoore he podido recordar cómo la vez anterior la terminé de madrugada, en una noche que me desvelé y que aproveché para dar cuenta de sus últimas 20 páginas en lugar de esperar a la mañana siguiente.

Tiene una temática y un protagonista que mantienen un poco el tono crudo de las novelas que me asedian desde el comienzo del año. Sobria, marcada por personajes no especialmente "buenos", que hacen lo que tienen que hacer aunque no les termine de gustar y en entornos opresivos y axfisiantes donde viven situaciones que les llevan a lugares que no quieren visitar, decisiones del pasado que les marcaron y momentos presentes que no se desarrollan como les gustaría.

Hay cierto paralelismo entre Eric Carter, el protagonista de la novela, y Jack Taylor, el protagonista de "Maderos", una de las novelas negras que tengo pendiente de comentar.

Personajes ligeramente oscuros, retraídos, con una vida interior muy interesante, en constante lucha contra sí mismos y lo que hacen pero "personas" que aceptan de alguna forma que están donde están por una decision del pasado que tomaron y de la que no se arrepientes.

Evidentemente los caminos que llevan los dos personajes son distintos y no me corresponde a mí desvelarlos pero son reflejo de una vida dura y ardua, que no respeta nuestros sueños e ilusiones y nos lleva por caminos distintos a los que teníamos en mente de pequeños.

En ese sentido "Dead things" es una novela muy dura, con un personaje al que coges cariño y al que entiendes, hasta el punto de que le sigues en su descenso a los infiernos o en su recorrido Faustiano hacia quién sabe donde.

Tiene algo de la novela negra más clásica y mucho de la fantasía más actual, moviéndose en una zona intermedia que quizás limite en algo su público potencial. Es dura, es cruda y la parte fantástica raspa cuando la lees porque Carter no es "la" Mercy Thompson de Patricia Briggs, ni tiene un mundo tan definido con malos malísimos y buenos que resplandecen como "la" Kate Daniels de Ilona Andrews, sino algo del Harry Dresden que aparece en "La tumba" y que desde entonces asoma de forma paulatina en todas y cada una de sus entregas, con la diferencia de que en las obras de Butcher su protagonista se suele mover en la luz y llegado el caso cae en las penumbras, Eric Cartes vive la mayor parte en la oscuridad y sólo ocasionalmente atisba algo de luz, es lo que es, hace lo que debe y lo hace de la mejor forma que sabe.

Menos inocente que muchas de sus hermanas de género, adulta sin remedio, con poco atisbo para el humor y sí para un profundo poso de tristeza, la obra de Stephen Moore es una obra redonda, bastante concisa, pragmática y real, que deja muy buena sensación sobre el conjunto aunque a nivel emocional el final sea tremendo.

Quizás no es una novela para todos o no una que vaya a gustar a cualquiera, pero sí es una de esas historias que quienes la disfrutan lo hacen con embelese porque no hay muchas historias coherentes (en su tono crudo y realista) que te hagan pensar, sentir y entender a personajes que no obras como los héroes de película o, más bien al contrario, obras como los personajes de las grandes tragedias griegas de la época clásica, lejos de los finales felices que Hollywood intentó vendernos durante muchos años.

Valoración: para mí sigue siendo un "must", aunque las editoriales españolas no parecen opinar lo mismo.

Por lo demás o de lo demás, poco.

Mucho curro y demasiado batiburrillo alrededor. Movimiento sin cesar y poco tiempo para asentar todo, pero las cosas vienen como vienen, es lo que tiene... así que con música de fondo la mayor parte del tiempo y sin tiempo para televisión, series y casi, casi sin cine...

Con la "Coco" de Pixar como última gran conquista en el cine y un conato de perder el tiempo con "Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Guasón", mientras en los casos se suceden Miss Caffeina y su "Mira como vuelo" (esa mezcla rara de la voz de David Otero con un pop más ochentero), Vanesa Martín y su "Arráncame" y suben algo las revoluciones con Halsey (artista de la que me gustaban varias canciones pero cuyo nombre desconocía) y su "Bad at love", "Sorry", "Strangers" y "Castle" de fondo, alternando con el disco completo de Izal, "Copacabana", pasa la semana.

martes, 20 de febrero de 2018

Años de Sequía - Aaron Falk, vol. 1


La novela de Jane Harper es una muy buena novela que quizás me llega en un momento en el que la novela social de corte realista ha colmado un poco mi estantería y quizás al final, cuando la valore, no seré del todo justo.

Supongo que es lo que pasa cuando te sacias de algo en un periodo corto de tiempo. También el resultado de la insatisfacción cuando buscas una cosa y encuentras otra, por buena que sea.

"Años de sequía" es una novela hasta cierto punto costumbrista que plasma la situación de desamparo de una comunidad en la que una sequía casi permanente está acabando con el medio de vida de la zona y la dura y complicada situación que viven sus habitantes.

El suicidio de uno de sus habitantes, justo después de matar a su mujer y su hijo, parece poner el punto final a la existencia de todos ellos hasta que un antiguo amigo del fallecido (y es vecino del pueblo) regresa y acaba investigando el suceso.

Es una novela de ambiente claustrofóbico a pesar de narrarse en una extensa explanada de tierra árida. Sus escenarios son limitados, así como los personajes que intervienen en la narración y generan en el lector un ambiente agobiante y recargado que genera angustia.

Harper consigue que entendamos y comprendamos parte de la opresión que padece Aaron Falk durante la historia, ese agobio constante ante un pueblo de mirada hostil y un pasado recurrente que no hace mas que abordarle paso a paso. Y se agradece.

El problema (más bien mi problema porque se deriva del orden en el que los libros han ido cayendo en mis manos) es que la construcción con flashbacks y esa "vuelta a casa" se parece de forma parcial a "Ángeles en llamas" o "La isla de los cazadores de pájaros".

De la primera, para mi gusto la más próxima aún con matices, la separa el carácter de su protagonista. Dove Carnahan, el personaje creado por Tawni O´Dell es más amigable (a pesar de la crudeza de su narración), más sociable y, por ende, más enfatizable. También es menos contenida y creo que para alguien a veces demasiado impulsivo o con tendencia a saltar con un arranque de mal genio o una mala contestación resulta más fácil encontrar similitudes con ella que con Aaron Falk, más hierático y contenido, más impávido de cara al exterior, por tortuosa que sea su vida interior.

Además, salvo excepciones, el ambiente claustrofóbico de la novela se transmite también al trato con Falk, con pocas intervenciones con terceros, mucha reflexión y mucho proceso interno, frente a la apertura y diversidad en el trato de Carnahan.

La gran ventaja de "Años de sequía" frente a "Ángeles en llamas" podría haber sido la introducción de Australia y su paisaje como parte integrante de la novela, algo que la distanciase sobremanera de cualquier otro pequeño pueblo de casi cualquier parte del mundo occidental, perono parece que esa fuese una de las prioridades de su creadora y, en ese sentido, la novela queda algo desvirtuada.

Posiblemente esa sea la gran diferencia con "La isla de los cazadores de pájaros" de Peter May, ese carácter costumbrista de la novela que nos traslada a una forma de pensar y obrar totalmente ajena a la nuestra o, al menos, lo suficientemente dispar como pactar la atención y hacernos querer saber más. Evidentemente en la propia narración y en la forma en que se construye la novela surgen paralelismos y cierta similitud por momentos pero la apuesta de May por convertir el entorno en un personaje y dotarlo de vida propia, convierte a su novela en algo más, en un "me ha gustado mucho" sobre el "Me ha gustado" que ha acompañado a otras novelas que, por lo demás, son bastante similares a la suya.

No hay mucho que me quede por decir, la verdad. Creo que "Años de sequía" es una buena novela, que quizás para haber conseguido el "muy" sólo le fallé yo, que vengo de un último año con varias historias de corte similar y que hoy justifico mi valoración siguiendo un criterio pero que de haber leído las novelas en otro orden, mi valoración habría podido sufrir alguna variación.

Valoración: Me ha gustado.

P.D: empiezo a necesitar un cambio de aires literario. Así que espero que nadie se extrañe si en las próximas semanas, tras los comentarios sobre "Dead Things", "Rosie and John" o "Maderos", aparece de nuevo Marco Malvaldi con su peculiar bar, Fred Vargas con Adamsberg, algún toque de humor surrealista de Christopher Moore o, quién sabe, esa famosísima perra de tres patas que acompaña a la señora Petrovna en la novela de Andrea Bennett.

En música... no me puedo quejar. "La mujer de verde", "Copacabana" o "Pequeña gran revolución", todas ellas de Izal parecen haber venido en este momento a dejar huella.




lunes, 12 de febrero de 2018

El crimen del paludú - Serva la Bari, 2


La lectura no ya como entretenimiento sino como punto de encuentro de personas afines con gustos distintos.

Esa búsqueda (no reconocida) de un imaginario común que nos permita acercarnos a aquellos que queremos con referencias y momentos vividos de forma individual pero que sea posible compartir porque de alguna forma la otra persona haya llegado a la misma situación.

Dar con un medio de disfrute colectivo que poder comentar que trascienda la consabida televisión y los espacios de consumo masivo.

Poder hablar de algo con gente sin que tenga que ser por narices "Juego de Tronos" o "Gran Hermano".

La risa compartida por el recuerdo de un chiste que no  hace falta repetir porque con un par de palabras sueltas todo el mundo lo acaba asociando.

Marketing encubierto a una ciudad singular que permite acercarla a alguien ajeno a ella para que entienda parte de la idiosincracia de la ciudad y de quienes habitan en ella sin perder por ello un ápice de su naturalidad.

Todo eso es para mí "El crimen del palodú" o, mejor aún, lo son las tres primeras novelas de la serie de "Serva la Bari" o de las disputas entre rancios y modernitos.

Tengo poco que aportar sobre la novela en general. He vuelto a sonreír en algún pasaje, el reencuentro con Sevilla ha sido igual de placentero que en las ocasiones anteriores y  sigue siendo una lectura de dos-tres horas, amena, agradable y con un punto canalla que me gusta mucho.

La releí, no porque no me acordase de ella sino porque gente de mi entorno estaba haciéndolo y era una forma de tener un punto en común adicional para comentar y reirnos con algo, porque si algo tiene cualquiera de las novelas de Julio Muñoz Gijón (@ranciosevillano) es que su recuerdo siempre suele ser mejor que a la lectura y sus chistes ganan mucho cuando se disfrutan de forma compartida.

Elegí este momento porque tras "Ángeles en llamas" y "Tres funerales para Eladio Monroy" necesitaba algo ameno y ligero que me diese un respiro ante tanto exceso de realismo. Y fue un acierto.

Y, como he dicho, el recuento final es muy bueno porque durante una semana el recuerdo perduró, sirvió para amenizar alguna momento acompañado y poner algún momento alegre en una comida familiar donde muchos ya habíamos catado esta peculiar forma de escribir que, por desgracia se da poco.

"El crimen del paludú" sigue siendo hasta la fecha el más flojo de los tres libros que he leído de la serie. Le falta el efecto sorpresa de la primera y no tiene el encanto del principio del cambio de la tercera (en donde Madrid empieza a cobrar algo de importancia como personaje) pero es cierto que Jiménez empieza a cobrar peso y con él la obra tiene la dimensión perfecta que lo ajusta a lo que se espera de ella.

Valoración: me ha gustado.

En otros ámbitos..

He visto "La niebla y la doncella". Me gustaría decir que me equivoqué con mis prejuicios y que al verla me reconcilié con las adaptaciones de novelas a la gran pantalla pero sería mentir.

Quim Gutiérrez es hierático y carente de chista. Superficial y superfluo en la adaptación de un personaje que si se caracteriza por algo es precisamente por lo contrario, su intenso proceso interior, sus dudas, su pesar.... no hay nada del Bevilacqua de Silva en su interpretación y con "su ausencia" pierde la mayor parte de la novela.

Aura Garrido es una actriz que en general me gusta y esperaba una "Alicia Chamorro" próxima al personaje original pero su rol es casi tangencial, desprovisto de su naturaleza compleja y muy alejada de la complicidad que deberían exudar los dos personajes en pantalla.

De Verónica Echequi sólo puedo decir que no era la Anglada que leí pero que de todos los actores es quién más se asemeja a lo que escribió en su día Lorenzo Silva.

En cuanto a la trama... me quedo con la duda de si quién guionizó llegó a entender lo que había detrás de la historia y en qué momento confundió la sutileza con lo burdo. Hay una reescritura de algunos pasajes y un cambio de la arte final, que unido a algunos saltos y disgresiones que hacen que, salvo que hayas leído la novela, las cosas no tengan sentido (ni siquiera alguna de las conversaciones entre Bevilacqua y Chamorro, copiadas de la novela pero despojadas de todo sentido).

Quizás si no se ha leído la novela la película resulte curiosa y coherente. Para mí carece de esos dos elementos, actuación aparte.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Rogue - Shifters, vol. 2


La "urban" como evasión, como minibreak para eludir lo cotidiano, sea en la vida real o en la ficción realista. Esa ha sido siempre mi idea. 

Por eso me gusta, porque pone algo de pausa en los ritmos diarios (como la buena fantasía y la ciencia-ficción de antes). Una forma distinta de alienación/distracción.

El problema es que a veces lo extraordinario se vuelve cotidiano y pierde parte de su  magia. Esa cotidianidad viene por una doble vía: la repetición o la asimilación.

La repetición es el peor castigo que pueden imponerme como lector. Odio la sensación de deja vú y esa idea constante de "lo he visto", "lo he leído", "me recuerda a"... el problema es que hay mucha tendencia a caer en ella, sea por utilizar fórmulas ajenas o por ser incapaz de salirse de propias y, por desgracia, cuanto más lees mayor es la probabilidad de topar con ellas.

"Stray", la primera entrega de la serie, tenía algo de "Bitten" de Kelley Armstrong. Cambiábamos perros por felinos pero la parte inicial tenía cierta similitud y, a pesar de los intentos por poner cierta distancia entre las dos tramas y aceptando que la resolución era también algo distinta, el resultado no terminaba de ser precisamente novedoso.

Eso sí,  estaba bien construída, se lee muy bien, esmuy dinámica, con personajes con ese ligero toque adicional que los hace atractivos cuando los tienes delante. Además es relativamente coral, aunque esté contada en primera persona, algo que no tenía la primera entrega de "Women of the Otherworld" y eso también ayuda.

"Rogue", afortunadamente, se separa de esa tendencia al "calco sutil" y se muestra más autónoma, con una trama totalmente distinta a la que planteaba "Stolen" (la continuación de "Bitten"), partiendo de la idea de que quizás quien cambio totalmente el registro en ese caso fuese Armstrong en su momento.

Rachel Vincent continúa la estela dejada por la primera novela y retoma parte de la trama en esta segunda entrega (o la trama entera) para seguir construyendo un universo de forma paulatina, sin giros bruscos e inesperados. Quizás en un desarrollo demasiado lento o, lo que sería más aterrador, con un universo bastante más limitado de lo que me gusta.

En ese sentido, la segunda novela de la serie ofrece pocos (o casi ningún) elemento novedoso. 

Mantiene la agilidad en la lectura, sigue siendo entretenida y se lee fracamente bien pero ha perdido algo de gas y no tiene el punch inicial que tuvo la serie en el inicio.

Ahí llega la asimilación. La cosa está en que frente a otros autores como Patricia Briggs (y así me salgo de las citas habituales, que yo también me repito), Vicent resulta más "humana" en la construcción de sus novelas y otorga un peso específico propio a las tramas familiares, las disputas domésticas y los conflictos amorosos, convirtiendo parte de sus historias en algo próximo a las teleseries cotidianas (no me quito de la cabeza la referencia a una antigua que me fascinó durante unos cuantos años,  "Cinco en familia" o "Party of five") con todos los roces, peleas y conflictos internos de un nucleo familiar reducido con, eso sí, "superpoderes".

Esa vertiente, que es entretenida y cubre un espectro más amplio que el de la Urban más pura, es entretenido en la medida en que las fórmulas no se vuelvan repetitivas y anodinas y es ahí, en esa fina línea que separa lo bueno de lo banal, donde Vincent hace equilibrios de forma permanente. De momento no se ha caído, pero la frescura inicial y el efecto "ooohhh" ante lo que le cuenta se va diluyendo y, o la cosa mejora un poco, o existe claro riesgo de que se le empiecen a ver las costuras a su traje.

Mentiría si dijese que "Rogue" no me ha gustado, sería totalmente falso pero hay un mecanismo interno que se ha puesto en marcha y hace que me plantee si la idea inicial de la autora no daba para más y el resto de entregas van a llevar un desarrollo predecible y similar hasta su final.

Mi intención es seguir con la serie. La sinopsis de la tercera entrega promete y si realmente la autora es capaz de seguir manteniendo el pulso narrativo yo estoy dispuesto a tirar adelante con sus historias, la duda es ella será capaz de hacerlo o si lo que lo que los dos entendemos por "pulso narrativo" es algo diametralmente opuesto.

El resto de la novela, la trama principal (la muerte de varios werecats sin "clan") y la secundaria están bien, aunque la intersección de las dos esté demasiado clara desde el principio, así que el efecto sorpresa se pierde muy rápido.

A la trama le falta algo de novedad, que trata de compensar generando disputas familiares y amorosas y llenando las páginas con un toque de culebrón que ameniza los interludios "no activos".

Además, se lee muy, muy bien salvo un breve pasaje intermedio que se hace algo más largo de la cuenta y en el tramo final abre nuevas vías que si su creadora es capaz de explotar pueden convertir la historia en un pasatiempo habitual bastante respetable.

Valoración: me gusta. Pero con algo de miedo y un poco cogido por pinzas, no tanto por esta entrega en sí, que merece la pena como por lo que pueda estar por llegar.