domingo, 24 de febrero de 2013

Elegidas

"Elegidas" es novela nórdica, pero de la buena, de la que me gusta, esa que por momentos me recuerda alguno de los momentos que pasé con Wallander, Konrad Sejer o, más recientemente, Harry Hole. 

Lo hace sin grandes aspavientos, con temas más o menos recurrentes en las novelas que vienen del norte d europa, como la violencia doméstica, e incluyendo algún que otro tema de actualidad como puede ser la pederastia, sin olvidar el siempre comprometido tema del aborto Eso sí, todos ellos tratados con "gusto", dentro de lo escabroso que pueden resultar algunos de ellos, permitiendo que una novela que podría haber sido enormemente dura y muy difícil de leer quede en una disección somera pero precisa y realista de lo que está pasando hoy en día.

El primero, el aborto, un tema poco tratado últimamente (al menos a nivel literario), se convierte en la clave que explica todo lo que acontece a lo largo de la novela, que empieza, eso sí, de una manera bastante inócua con la desaparición  (en principio porque se ha perdido) de una niña de un tren. Un asunto menor que acaba convirtiéndose en una investigación de ámbito nacional.

Pederastia es, por desgracia, lo primero que me vino a la cabeza cuando leí la sinopsis de la novela y cuando  poco después comencé con su lectura. Iba preparado para todo (y ese es un todo muy grande que engloba muchas cosas, a cual peor) pero launque hace acto de aparición es de forma tangencial, en una investigación paralela que sirve, eso sí, para ver que éste es un fenómeno generalizado a nivel mundial que está muy lejos de ser erradicado de nuestra sociedad.

El último gran tema de la novela es el de la violencia doméstica, al menos lo que antes se conocía de ese modo y que hoy se intenta simplificar con "violencia de género" o "violencia machista". Otro tema muy polémico que podemos observar de primera mano (aunque sin que Kristina Ohlsson se recree en ella) y analizar desde distintas perspectivas que explican un poco porque sigue vigente hoy en día

Todo este conglomerado temático cuenta con dos añadidos de índole literaria que elevan bastante el nivel de la obra: el tiempo y la pluralidad.

El tiempo es un elemento que nunca valoré en su justa medida hasta que leí por primera vez la obra de Henning Mankell. En "Asesinos sin rostro" y en muchas de las obras que conforman el resto de su bibliografía (al menos en lo que a "Wallander" se refiere) su paso inexorable se convierte en un elemento imparable que con su  discurrir erosiona y desgasta la fe, la confianza y las esperanzas de los investigadores. Si ese proceso de degradación de la investigación se trata mal  (como a veces siento que pasa en las novelas de Per Wahloo y Maj Sjöwall) la narración se convierte en un lento suceder de acontecimientos que pasan mas factura a quienes leen que a los protagonistas. Por contra si se sabe llevar bien, como hace Mankell (y aquí Ohlsson), dota al conjunto de la obra de autenticidad a la novela y nos permite un mejor/mayor acercamiento a la realidad de quienes desempeñan la labor policial.

El otro componente de la fórmula es "la pluralidad", la decisión de su creadora de dotar a la obra de distintas perspectivas que representan, además, comportamientos distintos (y enfrentados) sirven al lector parauna visión más global de lo que está pasando además de ser una buena manera de reflejar distintos estereotipos sociales de un momento dado o, como sucede en algún momento de la obra, las diferencias generalizaciones que casi siempre se presentan en los entornos laborales. Alex, Peder y Fredrika, los tres componentes de la investigación (hay un cuarto, Ellen, con un papel más secundario) pueden gustar más o menos pero representan tres formas de vivir y de afrontar el día a día que permiten conformar un conjunto mas representativo, alejado de los tan socorridos estereotipos literarios. Es de agradecer, además, gque ninguno de los tres protagonistas sea impermeable a lo que le rodea y a lo largo de la novela vayan modificando (en muchos casos de forma consciente) su visión  y su modo de actuar ante distintas cirsuntancias.

Es posible que "Elegidas", la primera novela de Kristina Ohlsson, no sea una novela tan redonda como las de Jo Nesbo (como norma más complejas), no posee de la profundidad de los personajes que ofrece Karin Fossum y no suspone una innovación como la que supuso en su momento Mankell, pero es una novela digna, que ofrece más de lo que en un principio puede parecer.

domingo, 17 de febrero de 2013

Gato y ratón

Que no soy devoto de James Patterson lo sabe cualquiera que haya seguido un poco este blog. No tengo nada contra su forma de escribir (su estilo directo, poco dado a los rodeos sin sentido y a las descripciones desmedidas, me gusta) pero me desagrada su tendencia a añadir sorpresas y giros inesperados que, como norma, no terminan de encajar.

Hasta ahora pensaba que había dos Pattersons, el de Alex Cross y el de "Women's murder club" (en España "Mujeres contra el crimen") pero mirando la wikipedia con detenimiento a lo mejor no es tanto una cuestión de qué escribe sino de cuánto escribe, de ser así tendríamos el Patterson que escribía una novela al año frente al que comenzó a publicar 2,3 o 4 (¡¡como poco!!) en 365 días.

No voy a cuestionar aquí ni la autoría de sus obras ni la imposibilidad de llevar a cabo tan magna gesta porque estoy dispuesto a aceptar que ahí fuera hay gente que con eso de que parece que ni duermen, ni comen (¡¡y debe ser que ni respiran!!) son capaces de hacer cosas inverosímiles (aunque para el resto de la gente parezcan mas extraterrestres que el Mr. Smith que protagoniza parte de esta novela), pero si diré que tal vez esa carrera tan prolífica pueda ser la causante del marcado descenso en la calidad de sus obras.

Sin ser algo espectacular, sin remover conciencias sociales, con una vertiente psicológica quiza un poco "demasiado" pero cargada con una dosis de adrenalina en sus hojas que es necesaria de vez en cuando, hasta la fecha la serie de Alex Cross me gusta. Pero en este libro se empieza a notar ese "pasito más" hacia lo comercial y el consumo rápido que imagino que marcó el cambio entre esa primera etapa "Crossiana" y lo que ha sido el grueso de su carrera, con mucho dinamismo (que no acción), con la narración convertida más en una cacería que en una investigación criminal y con una parte personal metida como relleno dentro de historias que tienen un metraje demasiado abultado para lo que realmente cuentan. 

Vaya por delante que el "Alex Cross" de esta entrega es un personaje más vacio, mucho más plano, carente del magnetismo que irradiaba en novelas anteriores, un hombre distraido por su vida sentimental y condicionado por sus miedos (que en parte son mérito de su "presa", Gary Soneji,  y en parte demérito de su creador). Tiene mucho que ver en ese decaimiento que realmente Cross co-protagoniza la novela, ya que sólo encabeza el elenco durante poco mas de un tercio de la novela, repartido el resto entre el citado y reincidente Gary Soneji, Mr. Smith (un asesino en serie que está sembrando el terror en Europa) y Thomas Pierce, el experto del FBI que intenta dar caza a este último. Aunque, por encima de todo, el problema de esta entrega es que Cross deja de deducir y anticipar, perdiendo ese "algo" que le hacía distinto para quedarse reducido a una mera pareja de baile de los distintos psicópatas que pasan por allí. Los encuentros y desencuentros los fija el/los "malos" y él se limita a asistir, incapaz de anticipar nada ante unos adversarios taaaaan superiores intelectualmente. Sólo en la resolución final, en el momento en que se unen las dos historias que conforman la trama se atisba un poco de ese genio particular de Cross, siempre con la sensación de que ese "destello de brillantez" está fuera de lugar y de tiempo en un intento de Patteson por dar unidad a la novela atando los cabos sueltos que había hasta entonces.

La novela es muy visual, la ambientación exigua, con la precisión justa, el ritmo constante, la ausencia de descripciones aburridas y personajes con mucho temperamento, lo que da una lectura que distrae y atrapa, una de esas en las que siempre encuentras un motivo para leer otro capítulo y así no dejar a medias la historia. El problema (o la virtud) es que "la historia" nunca termina del todo hasta el final (y ni siquiera entonces, porque Patterson es maestro en elevar a máxima universal eso de "cuando una puerta se cierra, se abre una ventana").

Como se puede deducir es muy entretenida, a priori, malo, lo que se dice malo, sólo tiene un poco de gore en algún momento, un excesivo interés por lo grotesco y por regodearse en los elementos más tétricos. Pero la sensación cuando la terminas es de vacio, de que falta algo, de que has leído 200-300 páginas y te has quedado como al principio, que sí, que han sucedido infinidad de cosas pero es como si después de tomarte el apertivo hubiesen recogido la mesa y tú has quedado ahí, sin una explicación coherente al por qué  y con la sensación de que Patterson había escrito dos novelas independientes pero que en algún momento se dio cuenta de que ninguna de las dos tenía entidad suficiente por sí sola y decidió refundiarlas aunque fuese forzando un poco la situación.

"Gato y ratón" tiene interés para el seguidor de novela negra que prefiere el sistema "prueba-error" a la jerga de laboratorio (y que no le importe comerse análisis psicológicos a tutiplén), si eres seguidor de las novelas y series televisivas "speedicas" (esas donde no hay momentos de pausa y un acontecimiento deriva en otro y así sucesivamente hasta que llega el final sin más, una cacería donde el leñador se limita a seguir las miguitas que va dejando el lobo para que éste les encuentre a Caperucita y a él) o si, como es mi caso, has leído antes "La hora de la araña" y "El coleccionista de amantes" y le habias cogido cierto cariño a Alex Cross.

domingo, 10 de febrero de 2013

El alquimista impaciente - Serie de Bevilacqua y Chamorro, vol. 2

Cuando decidí que antes de "la marca del meridiano" iba a aprovechar para releer las novelas anteriores de la serie lo hice movido por la nostalgia y las ganas de reencontrarme con Bevilacqua y Chamorro, un intento (supongo que un tanto pueril) de poder volver a acercarme a ellos como la primera vez, buscando recordar las sensaciones que me produjo su primera lectura.

No ha sido la primera ocasión en la que he hecho algo parecido (ésta ha sido la tercera vez que he leído "El alquimista impaciente") pero esta vez he dejado transcurrir más tiempo y, como era de prever (y temer), parte del efecto no se ha producido, perdido posiblemente por los cambios experimentados por quien la leía.

Que me hago mayor no es una sorpresa para nadie (ni siquiera para mí por mucho que me sigo viendo con 20 años cuando miro al espejo) pero si la cantidad de cosas a las que no había prestado atención en su lectura en las ocasiones anteriores. Ante mis ojos ha aparecido uno de los mejores retratos del carácter mediterráneo y una explicación parcial pero real del porqué de los males (al menos de una gran parte) que estamos sufriendo en los últimos años.

Siempre he pensado en "El alquimista impaciente" como una novela algo distinta dentro del conjunto de la serie. El resto (de las cinco primeras novelas y la colección de relatos "Nadie es mejor que nadie y...") está marcado por los comportamientos individuales y sesgados de una serie de individuos, españoles sí (y por ende mediterráneos) pero narrada desde una perspectiva de vista más aislada y no como clara manifestación de una tara cultural colectiva.

"El alquimista..." en cambio describe un patrón de comportamiento que rige (impera y gobierna) a un porcentaje inusitadamente alto de españolitos de a pie (entre los que imagino a mi pesar que se me podría incluir), esos que consideran que las cosas están ahí para ser tomadas y que si uno no lo hace lo va a acabar haciendo el que viene detrás  ¡¡ y encima, se te va a quedar cara de tonto!!. Eso sí que no, antes me agarro a esa explicación tan vacía (sólo superada por el requeteusado politicamente "pues tú más") y lo hago y no me preocupo de si en el camino alguien sale perdiendo (porque defraudas a Hacienda o a la Seguridad Social, etc...), pues eso es el problema "de esos otros" que no han sido lo suficientemente listos o no han estado preparados para coger la oportunidad al vuelo como lo he hecho yo.

Esa mentalidad, esa forma de ser, es la que marca el triste destino de Trinidad Soler (el muerto de la historia), cuya muerte en inusitadas circunstancias tratan de esclarecer Bevilacqua y Chamorro, pero también el del conjunto de personajes que aparecen en la novela,  sea con un rol importante (como los empresarios Críspulo Ochaita y León Zaldivar) o secundario (como los residentes que viven cerca de la central nuclear pero lo aceptan sin discursión porque es gracias a lo que viven dejando a un lado los posibles riegos para sus vidas).

Evidentemente un comportamiento individual no marca el devenir de una sociedad pero cuando ese comportamiento es ensalzado y alabado por los demás, cuando cala en todos nosotros, acaba por convertirse en un leitmotiv grupal capaz de acabar con todo. Sería fácil (y muy cómodo) creer que los males de esta sociedad tienen su origen en personas como Ochaita o Zaldivar, que cuando echan a "rodar" son una avalancha imparable, pero la realidad es que realmente son "sólo" esa pequeña bolita de nieve que comienza su andadura en la cima de la montaña, la avalancha final no es más que el resultado de toda esa "nieve desarraigada", un montón de Trinidades Soler cualquiera, que movidos por dinero o cualquier otra motivación, aceptan  seguirles el juego y a aceptar sus premisas.

Me he pasado la última década criticanto a los italianos por aceptar y resignarse a vivir en un sistema en el que la corrupción no necesita esconderse y está en boca de todos. Cada particular, cada ciudadano, sabe en mayor o menor medida los nombres de cuantos están a su alrededor y aceptan "esas reglas de juego". No entendía, en mi gran ingenuidad, como era posible que la gente no lo viese y no hiciese nada para cambiarlo, hoy me doy cuenta de que no es así, de que simplemente lo aceptan porque ven en quienes lo hacen el reflejo de lo que ellos mismos harían/querrían hacer si estuviesen en su lugar, un reflejo magnificado de su (nuestro) comportamiento cotidiano. ¿Si no somos capaces de reconocer ese "hambre", esa tendencia a transgredir las normas para conseguir un provecho propio aún a costa de perjudicar a todos los demás, cómo vamos a ser capaces de levantarnos para cambiar esa situación? ¿Cuál es el detonante?¿qué nos lleva a ser así? y, lo que es más importante, ¿existe un punto de no retorno? ¿lo hemos alcanzado?

Creo que una parte importante de la novela trata de eso y sería fácil decir que el gran mérito de su autor es conseguir tratar ese tema y conseguir que el conjunto sea entretenidísimo y muy interesante, sin que en ningún momento nos sintamos cuestionados, y lo es pero lo cierto es que lo que hay que tener en cuenta es que fue capaz de hacerlo hace trece años... desde entonces la cosa sólo ha ido a mas. Y que, además, nos deja un atisbo de esperanza en la figura de un Bevilacqua embargado por la tristeza y la incomprensión hacia el difundo y una motivación que es incapaz de compartir.

Termino este post con un poco de rubor, el que me pone el ser consciente de que todo esto (y ahora me refiero sólo al contenido de la novela) ha estado ahí, ante mis ojos, y no he sido capaz de verlo, pero también con la excitación de quien sabe que ha encontrado un pequeño tesoro y espera que sea el primero de muchos otros que aguardan en otras relecturas venideras. La próxima, cuando le vuelva a tocar el turno a Lorenzo Silva, será "la niebla y la doncella" para mí la mejor novela de la serie hasta la fecha.

domingo, 3 de febrero de 2013

Manhattan in reverse

La primera vez que oí hablar de Peter F. Hamilton fue hace cosa de unos meses cuando vi la crítica a su última novela en una página web que se dedica en exclusiva a los libros fantásticos (eso sí, sin diferenciar si es ciencia-ficción, fantasía épica, Urban fantasy, etc...).

Me llamó tanto la atención que raudo y veloz empecé a buscar por la red información  y a mirar precios para decidir dónde/cómo podía hacerme con una de sus novelas. Al final resultó más sencillo de lo que había pensado y localizé varias de sus novelas a un precio razonable, eso sí, en inglés. 

Como "la pela es la pela" (y sé que la frase habría que actualizarla con el euro pero es así como la he dicho toda mi vida y no creo que ahora vaya a cambiar) y los experimentos hay que hacerlos con gaseosa, opté por comprar sólo una de las novelas y después decidir si compensaba comprar alguna más. Como "Great North Road",  la novela cuya crítica leí, era por aquél entonces muy reciente y bastante cara, opté por comprar esta colección de relatos mucho más económica e igual de bien valorada.

Al final la apuesta ha demostrado ser todo un acierto porque al tratarse de una sucesión de relatos cortos (si es que a una historia de 70 páginas se le puede llamar así) he podido formarme una idea bastante clara de lo que puedo esperar de su creador y lo cierto es que me ha gustado bastante, porque Hamilton consigue recuperar para el lector la "buena" ciencia-ficción, esa que va más allá de los trajes futuristas, las armas relucientes y las naves espaciales para adentrarse en la "nueva realidad" que todos esos avances e innovaciones han desencadenado. Todos sus historias presentan como telón de fondo algún dilema, alguna dificultad, algún pero o reflexión derivados del progreso, las nuevas técnicas y la evolución humana y eso para mí no tiene precio. 

Nos hemos acostumbrado a que nos den todo hecho, a una "política de hechos consumados" que nos lleva al inmovilismo. "Las cosas son como son y hay que aceptarlas"... ¡pues no! En varios de sus relatos (por no decir en todos) nos encontramos con posturas contrapuestas y dilemas morales (incluso de actualidad hoy en día) a los que los protagonistas, de una u otra forma, tratan de hacer frente. Me gustan los tiros, las carreras, las persecuciones y la perspectiva del "progreso" pero también el que debajo ( o encima) de todo eso haya un "algo más" que dote a lo anterior de sentido, que le dé un fin. Y eso Hamilton lo hace y cumplidamente.

Lo hace sin grandes alardes, con un universo propio que tiene su origen en una versión distinta de la Tierra  (mas "retro" tecnológicamente hablando)  que la de nuestros libros de historia, pero que casi de la noche a la manaña, con la aparición de un par de grandes descubrimientos científicos, comienza a evolucionar a un ritmo vertiginoso que acaba por situarla  a años luz de nuestra civilización. Y con todos esos cambios surge la necesidad de adaptación a nuevas situaciones y a replantearse viejas cuestiones (en "Watching trees grow" el rol de la mujer, los problemas de castas y la brevedad de la vida; en "The forever kitten" el derecho a cambiar y crecer frente a la pretensión de otros de que las cosas permanezcan inalterables para siempre).

Como en toda recopilación de relatos hay unos que gustan más ("Watching trees grow" y "The demon trap") y otros que llaman menos la atención, quizás en parte por su brevedad ("If at first" o "The forever kitten"), pero todos ellos tienen ese "algo" que hacen que te acuerdes de ellos e incluso te plantees comentar alguna de las situaciones que has leído con un tercero. 

Hoy en día es raro dar con una lectura/película/serie que dé que pensar y que permita charlar un rato sobre ella, sobre extremos igualmente viciosos, sobre si todo crimen merece un castigo o si debe existir la posibilidad de eximir al culpable del cumplimiento de su pena (sobre todo cuando uno puede llegar a vivir cientos de años, como se plantea al principio de "Manhattan in reverse") p sobre la existencia de amores capaces de subyugar las ideas personales ("Footvote"). Esta novela permite eso y mucho más.

Yo sólo espero que la gente de mi entorno se lance y lo lea para poder hablar de algo más que de corrupción política, los respectivos trabajos cotidianos o el ritmo vertiginoso al que pasan los años..

No hago casi referencia a lo mucho que me han gustado las tres historias que tienen "aire negro": "Watching trees grow", "The Demon trap" y "Manhattan in reverse", pero no me importaría que muchas de las novelas negras que leo habitualmente tuviesen tanto valor como estos tres relatos cortos. Y, además, las dos últimas con Paula Myo como protagonista, un personaje singular que deja un rastro por donde pasa difícil de olvidar.

Tardaré unos meses porque ahora mismo tengo unas cuantas lecturas pendientes pero Peter F. Hamilton volverá a aparecer por aquí, primero con la "SAga de la Commonwealth" y después espero que con la "Trilogía del Vacío", donde espero poder reencontrarme también con Myo. Lo único que lamento es que creo que ese encuentro volverá a ser en inglés (que nadie se preocupe que "La estrella de Pandora" y las demás novelas sí están traducidas al español pero por los 30 euros que cuesta la primera casi me puedo comprar la "Trilogía del Vacío" entera en inglés).

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Lo que sigue es un breve comentario sobre las distintas historias que conforman esta colección. No hay spoilers pero los separo por si alguien prefiere no leerlo.
Watching trees grow:  La investigación de un asesinato se prolonga a lo largo de varios siglos. Como lectores asistimos a cada una de las ocasiones en que Edward Raleigh se sirve de la irrupción de un nuevo avance científico/tecnológico (como las pruebas del ADN o la capacidad de que un tercero pueda "vivir" los recuerdos de otra persona) para intentar reabrir el caso y dar con el asesino.

Footvote: O como por mucho que avance la ciencia los movimientos activistas y los problemas familiares (sobre todo matrimoniales y de custodia) nunca pierden su vigencia.

If at first: Los viajes en el tiempo como demostración de tres grandes verdades "siempre hay alguien más listo que nosotros", "la avaricia rompe el saco" y "nadie aprende en carne ajena".

The forever kitten: sobre los dilemas éticos y jurídicos inherentes a la experimentación genética y como el ser humano es capaz siempre de pensar en un mal uso para cualquier cosa, incluida la "eterna juventud".

Blessed by an Angel: Posiblemente la historia más original y quizás por ello la más extraña, que enfrenta dos realidades, dos formas de concebir la vida distintas y lo que sucede cuando una intenta "invadir" la otra. De todos los relatos esta es la más cínéfila, la más sexual y la más fantástica. No me habría extrañado nada escuchar el sonsonete ese de "No le ocurre nada a su televisor, no intente ajustar la imagen, ahora somos nosotros quienes controlamos la transmisión, controlamos la horizontalidad y la verticalidad..." con el que empezaba "Más allá del límite".

The demon trap: O la primera aparición de Paula Myo, la investigadora predispuesta genéticamente a no poder dejar un caso hasta que se haya hecho justicia. Aquí debe conseguir un justo castigo para quien hizo estallar un avión con más de cien personas a bordo para reivindicar la independencia de un planeta. Y es que a veces con que condenen a un hombre a dos mil años de aislamiento la justicia no está servida.

Manhattan in reverse: El último relato, el que da nombre a la colección, también con Myo de protagonista. En esta ocasión la infatigable investigadora debe descubrir por qué una especie autóctona (en principio pacífica)  de un planeta recientemente colonizado ha comenzado a atacar poblados humanos  de repente. Una historia con mensaje ecologista y la demostración de que debemos aprender de nuestra historia para evitar que se repita.