domingo, 28 de abril de 2013

El síndrome E - Sharko 3


Real.

 Una palabra, una nada más, para resumir una novela. Pero quizás la que mejor describe lo que es la obra de Franck Thilliez. 

 ¿Creíble?...

 Sí, pero no porque sea "real". A veces la realidad es tan ¿atroz?, ¿dura?, ¿extraña?, que resulta increíble. Al menos para mí que más de una vez (y de dos y tres) me he encontrado pensando que algo no me podía estar pasando, que no era posible, que tenía que ser un sueño. 

Thilliez es creíble porque escribe bien, porque es capaz de crear un entorno propio para dar cabida a la trama, un conjunto armónico que justifica cuanto aparece en la novela. Lo mejor de todo es que, además, lo hace con sentido. 

Todo cuanto crea puede haber sucedido. Es más, cuando acabas la novela estás convencido de que ha pasado y que lo único que ha hecho es utilizar sucesos reales bien documentados para ubicar su obra. Imagina la cara de pánfilo que se te queda cuando decides investigar y tras poner en google "Síndrome E" lo único que salen son referencias a su novela, no la ristra de páginas de medicina en las que esperabas cotillear todo lo posible sobre esa afección humana. Y lo mismo pasa con todo lo demás, porque tú sigues buscando, convencido de que entonces lo que ha pasado es que ha cambiado el término clínico o que se ha modificado durante la traducción de la novela pero que debe estar ahí, como los casos de los que habla en la novela, los libros que utilizan los investigadores, etc... Ese es su gran poder, ser capaz de hacer verosímil una ficción literaria. 

Dura.

Mucho. Fundamentalmente porque sus novelas se sumergen en la naturaleza humana, no sólo la del posible asesino, también en la de los protagonistas y en la de personas que giran alrededor de la trama. 

No la dureza del cine o de la literatura de consumo rápido, la de la vida misma. Aquí no hay casquería o descripciones prolongadas de largas agoníassólo víctimas que se convierten en asesinos, personas destrozadas por la pérdida de un ser querido, matrimonios que se rompen por el desgaste de los año o la soledad de quien vive cualquiera de estas cosas sin encontrar una persona con quien compartirlas. 

Lo que hace verosímil esta novela es que refleja la dureza del día a día, la misma que de una forma u otra experimentamos todos. La única diferencia entre que lo veas por la calle o lo leas en un libro es que aquí no apartas la mirada para darles un poco de intimidad si no que te sumerges en la trama un poco más porque te puedes permitir sentir compasión o curiosidad sin tener que disimular.

Humana.

Mucho. Aunque eso no tiene porqué ser bueno. Es casi imposible leer esta novela o su predecesora, "El ángel rojo", y no pensar en lo infame y monstruoso que podemos llegar a ser. 

Cuando uno lee una novela de psicópatas siempre tiene la opción de pensar "ese es que está chala'o" o "está para que le encierren" y así mantener la distancia pero cuando ves personas como tú haciendo auténticas bestialidades amparándose en razonamientos que ellos creen fundados es inevitable que se te ponga la carne de gallina.  

Aterradora.

Sin necesidad de monstruos venidos del espacio o criaturas infernales que vuelven a la vida para seguir haciendo el mal. Orwell lo dejo claro "El gran hermano te vigila", no creo que haya nada más aterrador que leer sobre grupos organizados (da igual si son corporaciones económicas, gobiernos nacionales o asociaciones de ricos con ansias megalómanas) dispuestos a hacer lo que haga falta con tal de conseguir su objetivo.

No son necesarias perecuaciones interminables ni que los protagonistas jueguen al ratón y al gato con el malo para crear tensión. Basta con que quien escribe sepa trasmitir el desasosiego del investigador que no es capaz de encontrar la brecha que le permita arrancar definitivamente o la sospecha de que siempre hay alguien un paso por delante de ellos, la sensación de que en cualquier momento todo se puede torcer y acabar muy mal.

Amarga

Esa es la sensación que impregna toda la novela. Aquí los descubrimientos no se celebran con alegría porque nos adentran un poco más en las miserias humanas. El fin de la cacería no supone el castigo del malo sino la representación de como la sociedad falló a una persona a lo largo de su vida hasta límites insospechados. Y, a veces, las circunstancias y las personas alcanzan un punto del que no es posible hacerles retornar.

Ni siquiera los finales se salvan, más cerca del "y aún hay más" que del "vivieron felices y comieron perdices".  

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Me gusta Franck Thilliez. Me impresionó mucho "El ángel rojo", me sobrecogió por la dureza de lo que contaba. Siempre lo he comparado con la película "Asesinato en 8 mm", aunque también podría haber hablado de "Tesis", pero por encima de todo lo que me llama la atención de este escritor es su capacidad para manejar las tramas. 

No es social, porque aunque habla de personas lo hace como sumas de individualidades y no como colectivos uniformes. Cuantos forman parte de su obra son personas disgregadas, carentes de un nexo que les una. 

No estamos en la Marsella de Jean Claude-Izzo, no hay nexos de pasados compartidos o miserias comunes, sino individuos que se cruzan unos en el camino de los otros. Para ser comparables a los personajes de Thilliez les falta esa sensación de "pertenencia" que tienen las historias de mi padre cuando habla de "la corrala" o mi ex-compañera de trabajo Mari Ángeles cuando habla de su infancia en el pueblo.

Los protagonistas de "El síndrome E" estás desarraigados. Carentes de vínculos, son individuos a la deriva (al menos emocionalmente). Tienen las ideas claras, cumplen perfectamente su función social pero algo en su pasado les ha marcado y les impide echar raíces, y sin algo donde afianzarse casi da la sensación de que les faltan motivos para seguir adelante. 

Me gusta Sharko. Con toda su tristeza, con su rabia, con sus compulsiones y sus taras. Me parece un personaje con el que es fácil identificarse. Durante las dos primeras novelas de la serie (ésta es la segunda), el personaje cobra empaque, se va perfilando pero también va cambiando. Cambian las circunstancias y por tanto cambia él, en "El ángel rojo" había una rabia que no hay en esta segunda que es mucho más triste, con un tono más apagado (a pesar de contar con una mayor carga de adrenalina).

Me gusta Lucie Henebelle, la nueva incorporación a la serie, a pesar de que hay una parte de ella que no consigo entender. ¿Será que me falta una pieza de su pasado para que todo encaje o simplemente es que no he llegado todavía a experimentar esa devoción por mi trabajo que me haga olvidar r todo lo demás, incluida la vida familiar?

Lucie y Sharko hacen bueno eso de 1+1=7, que cantaba Fran Perea. No se quitan protagonismo, se complementan y se ayudan. Juntos crecen y se potencian y procuran a la serie una ternura que no había poseído hasta la fecha. 

Por último y vital

Thilliez debe estar de moda porque tras la publicación de "El ángel rojo" pasó mucho tiempo sin que se publicase otra novela de la serie y ahora hay otras cuatro en el mercado. Sé que "El síndrome E" está en boca de muchos y la gente se ha lanzado de cabeza a leer la trilogía que coprotagonizan Sharko y Lucie. Yo recomiendo seguir el orden pero para gustos...

No me habría venido mal hace una semana conocer el orden de la serie. Por si a alguien le interesa es: "El ángel rojo", "luto de miel", "El síndrome E", "Gattaca" y "Atomka". 

En unos meses leeré "Luto de miel", así podré rellenar el pequeño hueco que notaba durante la lectura de  esta tercera entrega (siento si en el cuerpo del post aparece "el síndrome E" como la segunda, no lo es. Si sirve de disculpa yo lo he aprendido hace poco más de 10 minutos y llevo un mosqueo de bigotes).
 
Consejos para navegantes que quieran surcar las novelas francesas:

Si quieres probar algo distinto, TOTALMENTE DISTINTO, Fred Vargas.

Si quieres visitar una "barriada" europea, entender lo que es un gueto y los problemas de crecer y vivir en zonas marginales: "Chourmo", "Solea" y "Total Keops" de Jean Claude-Izzo.

Si quieres tensión y una buena novela negra, no te limites a apostar a Jean Christophe Grange, dale una oportunidad a Frank Thilliez, te sorprenderá.


domingo, 21 de abril de 2013

El hombre de los círculos azules

No encuentro una comparación que me facilite explicar qué o cómo escribe Fred Vargas.

"Novela negra" es. Al menos eso parece indiscutible pues en el  fondo suele narrar la investigación de un suceso criminal (como norma una muerte violenta) pero a nivel formal es algo totalmente distinto.

La lectura de Fred Vargas es extraña. O mejor, atípica. Descoloca porque describe sin etiquetar. Yo sería incapaz de buscar una serie de términos que describiesen a Adamsberg (su protagonista) y sin embargo creo que sería capaz de recordar todos o la mayor parte de los comportamientos que le distancian de lo que el común de los mortales daríamos en llamar "normal".  

Si fuera sólo él... el problema es que el resto de sus personajes, al menos los que tienden a aparecer de forma constante, son tan estrambóticos, peculiares o extravagantes como su protagonista (si no mas) y ninguno es encorsetable bajo términos cotidianos, desde Mathilde (la bióloga marina que cuando está "barada en tierra" se dedica a seguir a gente que se cruza en la calle mientras toma nota sobre ellos) hasta Charles Reyer (un ciego que se dedica a violentar a la gente con comentarios sobre la visión, los ojos, etc...), pasando  por (y sin olvidar) a Danglard, el oficial que acompaña al Comisario durante toda la investigación, un hombre que todos los días a partir de las 16h se da a la bebida pero que nunca lo hace en horario de servicio ni delante de sus hijos (cuatro propios (dos pares de gemelos) y el que le encasquetó su "ex" fruto de un lío sentimental posterior a su divorcio.

Incluso los secundarios (el forense, subalternos del cuerpo de policía, etc...) sufren el "efecto Vargas" o mejor, el efecto Adamsberg y se vuelven erráticos, influenciados por el atípico comportamientos de su jefe. Y si alguien ha leído ya la novela y quiere discutir este punto  le remito al descubrimiento del cadáver en el bosque, momento que uno de los policías aprovecha para admirar las corredurías amorosas de unos pájaros mientras diserta sobre la diferencia de coloración entre los machos y las hembras y todo para que no parezca que está escuchando la conversación de sus jefes.

No querría que nadie confundiese "extraño" con "ridículo". No sería justo. Las novelas de Fred Vargas no son esperpénticas, ni siquiera caricaturescas (como pueden serlo por momentos las de Christopher Moore). Son cotidianas, describe a sus personajes con tal naturalidad (y con tal profundidad) que todos ellos muestran sin pudor sus peculiaridades aunque precisamente por eso nos parezcan tan extraños. En una época en donde todo el mundo calla sus rarezas y donde se reduce todo a un mero término con la intención de humanizarlo ¿cómo hacer frente a unos personajes tan expuestos? ¿No pasaría lo mismo si la gente pudiese conocer nuestros pensamientos y viesen lo disparatados que pueden llegar a ser?. 

Supongo que esa es la mejor característica de la obra de esta autora francesa, todos sus personajes aparecen ante el lector sin tapujos, para lo bueno y para lo malo. Quien no salga corriendo ante tanta "neurosis colectiva" se encontrará con algo distinto, una lectura divertida (que no graciosa), ágil, que se lee bien y le deparará unas cuantas sorpresas en una historia que comienza con un comisario preocupado porque alguien se dedica a dibujar círculos en el suelo de las calles de París alrededor de objetos inanimados. 

Abstenerse...

Los amantes enfervorecidos del procedimental analítico y sistemático. Adamsberg es muuuchas cosas pero ser sistemático, no es una de ellas. Y la tecnología, al menos en esta novela en concreto, no interviene para nada.

Los que busquen subidones de adrenalina. Mejor que pasen por la planta 2ª y pregunten por alguna novela protagonizada por ejemplo, por Jack Reacher, gracias.

Los que busquen risas sin fin o personajes caricaturescos...Para ellos lo dicho mejor subir una planta más,  eso es, la 3ª y preguntar por novelas de Christopher Moore porque Fred Vargas, si te gusta, puede resultar divertida, pero no graciosa.

Avisos...
 
Creo que contándome a mí son cuatro las personas que conozco que han leído esta novela. Una la dejó sin terminar (y no sé si ni siquiera llegó a la mitad), otra la terminó pero no le gustó nada, otro es devoto incondicional y sigue la serie con ansia y luego estoy yo...

La primera vez que leí "El hombre de los círculos azules" no me gustó. Nada en absoluto. Me resultó rara, arrítimica y carente de interés. Algún tiempo después y como última prueba antes de descartar a Fred Vargas como autora a seguir comencé a leer "Que se levanten los muertos", la primera novela de su serie "Los tres evangelistas" y me gustó. De hecho me hizo sonreir bastante. Me parecieron personajes curiosos pero "queribles", de esos con los que decides pasar un rato agradable sin complicaciones. La idea era original, el plantemiento distinto y el humor (si mi madre no me mata por decir esto) inteligente. "Mas allá, a la derecha" y "Sin hogar ni lugar" confirmaron esa primera impresión.

Así que dos años después y aprovechando que "El hombre del revés" por fin ha vuelto a salir publicado decidí darle una oportunidad. No sé si es que la luna estaba en alguna fase proclive a... o si sabía desde el principio donde me metía e iba preparado, pero esta segunda vez me ha gustado y hasta le he cogido aprecio a Adamsberg (algo que hace unos años habría creído imposible). Incluso he apreciado el pequeño toque agridulce que le da su no-relación con la querida pequeña, algo que le humaniza a pasos agigantados ante mis ojos.

Habrá segundo round con Fred Vargas, será con "El hombre del revés"... a ver si para entonces encuentro una forma de definirla mejor.

sábado, 13 de abril de 2013

Tekla - The Vlad Taltos' serie (vol. 3)

A veces uno olvida cosas. En esa combinación imperfecta entre lo que a uno le gusta mucho y la búsqueda de nuevos estímulos, las cosas normales, esas que están bien pero que no despuntan lo suficiente, tienden a caer en el olvido.

Eso es lo que me ha pasado con la serie protagonizada por Vlad Taltos. Pendiente de no dejar a los autores que tanto me gustan y siempre a la caza de una "nueva joya" que incorporar a mis lecturas, al final le he ido perdiendo el rastro a una serie de autores que sin ser apasionantes si suponen una buen distracción. Sería fácil buscar una justificación barata a mi olvido, algo del estilo de "me falta tiempo" o "no estoy para medianias" pero creo que es más un problema de visión de tunel. Estoy tan centrado en todo lo increible que está por llegar que me olvido de lo bueno que ya tengo localizado.

Steven Brust, o mas concretamente la serie que creó hace tanto tiempo, es una de esas minijoyas perdidas en el limbo de mi biblioteca, en ese hueco que queda para las famosas "cuando tenga tiempo y un rato libre les echo un vistazo".

"Tekla" es la demostración de que esos descuidos (si es que se pueden llamar así) a veces pueden salir muy caros. Sin grandes aspavientos, sin muchas novedades e incluso con grandes ausencias es ésta una de "esas novelas" que uno debe leer, máxime en un momento como actual.

Y es que a lo mejor hace dos años (que fue la última vez que leí uno de los libros de la serie) esta novela habría pasado sin pena ni gloria por mis manos, pero en los tiempos que corren, con el "escrache" (¿se escribe así?) tan de actualidad en España, el movimiento social que acontece en Adrilankha con los parias sociales (Occidentales y "Teklas") levantándose en armas contra un imperio feudal y clasista posiblemente sea una lectura necesaria.

Brust no toma parte por ningún bando (tampoco su protagonista), pero si construye una historia en la que la lucha de Vlad por salvar su matrimonio y su vida se entrelaza de diversas formas con todo cuanto está aconteciendo en la zona sur de la ciudad.

Durante la narración podemos conocer diversas opiniones y valoraciones de forma que quien lee pueda conocer los pros y contras que maneja cada una de las partes, conocer de primera mano que en esa lucha no hay buenos y malos sólo grupos de personas (da igual si humanas o dragaerianas) luchando por proteger y preservar aquello que consideran suyos, aún a costa de muchas vidas (incluidas las suyas).

No es "Tekla" un tratado filosófico sobre las luchas de clases pero sí un buen acercamiento a las distintas facciones e intereses que uno puede llegar a encontrar a lo largo de su vida. Una reflexión sobre nuestro lugar en el mundo, el papel que cada uno jugamos en el desarrollo y desenlace de nuestra sociedad y sobre la posible (¿realmente necesaria?) subyugación del bien personal al colectivo.

No me ha gustado...
Con respecto a las dos primeras novelas de la serie faltan Aliera, Morrolan. Y no habría estado de mas que Loiosh y Kragar, que sí que salen, hubiesen tenido un mayor peso en la novela. Si ha eso se une el tono (y la situación) desesperanzada por la que atraviesa su protagonista a lo largo de la novela  no es de extrañar que a éste le falta el tono alegre y distendido de las predecesoras.

Pero...
Me queda la duda de si la ausencia de carga humorística realmente es tal o si es la similitud de circunstancias con lo que está sucediendo actualmente en mi sociedad los que condicionan mi perspectiva. Creo que no es así pero sería injusto no incluirlo como un elemento a tener en cuenta.
Como novela es mucho más madura, más compleja y muchísimo más social que las anteriores. En general es mas seria, con una carga social que no hay que desdeñar. 

También plantea problemas y situaciones relacionadas con la convivencia (dentro de la sociedad en conjunto, del hogar conyugal e incluso de uno mismo) que merecen ser miradas con mayor profundidad y detalle por quién las lee.

Pero sobre todo, desde el punto de vista del "lector en general" (que al final es lo que importa), permite un mayor acercamiento a la figura de Vlad Taltos, a conocer sus miedos y ver la forma en que condicionan su proceder, a entender la importancia de su relación con su esposa (Cawti) y dota al conjunto de la obra de una profundidad que hasta el momento no había tenido.

Mas adulta que las otras dos, sigue siendo muy fácil de leer, casi no exige al lector esfuerzos a la hora de seguir la trama (no porque sea necesariamente sencilla) y sigue siendo lo más parecido a una representación teatral en clave novelística que haya leído en bastante tiempo.

domingo, 7 de abril de 2013

The sign of four - El signo de los cuatro

Cada vez que pienso en "Estudio en Escarlata" y "El signo de los cuatro" acabo comparando la evolución de los personajes con la evolución de una pareja sentimental (y que nadie se enfade, tengo claro que la de Holmes y Watson no es una relación sentimental, al menos amorosamente hablando).

Siguiendo un poco con esa analogía, "Estudio en Escarlata" cubriría el primer encuentro y lo que podrían ser las primeras citas. Visto siempre desde un punto de vista subjetivo (la perspectiva de John Watson), la relación está marcada por el deslumbramiento del doctor ante la capacidad cognitiva de su (desde entonces) compañero de piso. 

Es una novela marcada por los primeros descubrimientos y una ligera sensación de apabullamiento pues Holmes se muestra ante sus ojos como un ser extraordinario, ajeno a cuanto a conocido hasta el momento, con una capacidad para percibir cosas fuera de lo común y la agilidad mental suficiente para unir elementos que para cualquier otra persona parecerían inconexos. A pesar de su particular visión del mundo y las rarezas que va conociendo de él, Holmes resulta enormemente atrayente para el doctor y poco a poco se va introduciendo en su rutina y su mundo.

En "El signo de los cuatro" ha pasado algo de tiempo y la relación entre los dos se ha ido asentando. Sin el furor inicial y una vez pasada la sorpresa y el arrobamiento propio de los comienzos, llega el momento de la realidad y por tanto la desmitificación. Watson, ya desde las primeras páginas, muestra un Holmes con claroscuros, a momentos de gran energía (que aparecen siempre ante la presencia de un misterio por desentrañar) les suceden momentos de apatía y depresión que le muestran  como un hombre indolente que se refugia en las drogas (cocaína y heroína) en su búsqueda de un estímulo suficiente para seguir adelante.

Esta desmitificación del protagonista provoca su humanización ante el lector y abre la puerta a que nos acerquemos al personaje. Con esa bajada del pedestal llega la normalización, la posibilidad de sentir por él algo más que frío respeto y admiración. Es la oportunidad para la empatía y el cariño por un hombre desdichado que bajo su patina de suficiencia esconde un enorme vacío existencial, un hueco que no se llena por su incapacidad manifiesta para adaptarse, propia de un ser marginal, una rara avis en un mundo monótono que no le procura los estímulos y emoción que el requiere.

Por su parte (y justo al contrario que su compañero) Watson se revaloriza en esta segunda novela, deja parte del yugo bajo el que se refugiaba tras su regreso a Londres. Poco a poco se independiza emocionalmente e incluso es capaz de tomar decisiones que pueden alejarle irremediablemente de aquel a quien, hasta el momento, profesaba ferviente veneración.

La humanización de uno y el crecimiento del otro permiten un acercamiento a la lectura más fácil que "Estudio en escarlata". Cierto que los "problemas" que tenía la primera novela subsisten en esta segunda (es una narración lineal que no permite al lector anticipar lo que va a pasar o deducir quién/qué/por qué pasó o sucedió algo) pero procura un entretenimiento más distendido que su predecesora, aunque sólo sea por la aparición de Wiggins (y su banda de bribonzuelos) y el enamoramiento de Watson. Incluso posee un deje amargo en su final que la primera no tenía, y es que después de la tempestad llega la calma y eso es bueno para todos menos para Holmes.

Quizás le sobra la historia del final, pues como sucedía en "Estudio en escarlata" es en ese momento cuando Arthur Conan Doyle explica los por qués que desencadenaron los acontecimientos que originan el misterio al que sus protagonistas deben enfrentarse, algo que  llegados a ese punto al lector le interesa más bien poco una vez resuelta la parte "misteriosa" de la obra, pero al menos tal y como está dispuesta la obra si uno quiere dejarlo ahí puede hacerlo sabiendo que poco o nada se va a perder a partir de ahí en adelante. 

Una novela del año catapún...
"El signo de los cuatro" no ha envejecido mal... es cierto que acostumbrado a los tiempos actuales, con un ritmo mucho más vivo y donde uno localiza casi cualquier cosa con un click del ratón, volver a los viejos usos, como ver a un detective recurrir a informadores callejeros, puede chocar un poco pero la lejanía temporal con respecto a la época que describe facilita olvidarse de todos esos detalles y dedicarse a disfrutar de una novela que sin ser digna de mención sí sirve perfectamente para pasar un par de tardes tranquilo leyendo, sin más pretensión que desenchufar. Yo, por lo menos, mantengo mi intención de leer la serie completa ahora que he conseguido hacerme con ella, aunque sea a un ritmo reposado.

Para acabar...
Ha terminado Marzo y me he vuelto a ver en la tesitura de elegir novela del mes. Para mí no hay discursión, "Warm bodies", pero soy consciente de que "El silencio de la ola" (que también me ha gustado mucho) será del agrado de un mayor número de personas.