domingo, 8 de junio de 2014

El caso Collini

Hay novelas para entretenerse y disiparse y novelas que se deben leer.

Las hay inspiradoras y las hay reveladoras.

Esta es de las segundas... en los dos casos.

No posee un estilo literario atractivo. Se lee porque es breve y las hojas pasan con relativa rapidez aunque su lectura es un tanto insípida, incluso áspera. Pero se lee.

Durante la mayor parte de la obra uno espera un cambio, un giro, que se desvele un misterio que justifique toda la trama, porque en un proceso judicial por asesinato, lo que menos esperas es que todo esté dicho desde el principio: quién, cómo, cuándo... sólo falta el por qué. Y cuando éste llega te quedas con cara de: ¡¡vale, y????

En ese momento estás a mas o menos la mitad de la novela y todo parece haber perdido su atractivo. El protagonista, que a algunos recordará a Guido Guerrieri, es alemán, no italiano y hay algo en la forma de afrontar su desesperación, su introspección que le aleja una barbaridad del personaje creado por Gianrico Carofiglio. Le falta hondura, le falta ritmo pero sobre todo "espíritu". El italiano sube y baja, se rebela contra su situación, tiene golpes de humor, tiene ataques de rabia, tiene... "sentimiento". El de Schirach tienen "frialdad", austeridad, parquedad... incluso cuando todo se va al garete en su relación con una antigua amiga, permanece hasta cierto punto impertérrito, como si la cosa no fuese con él. 

No hay amor, no hay sentimiento, no hay sangre. Hasta el punto de que nunca me he sentido tan mediterráneo como durante la lectura de esta novela. No recuerdo ningún momento en el que describan el tiempo que hace en la calle, o la vida de la misma, o si se mueve algo en el horizonte... yo lo imaginaba todo gris. Una "panza de burro" constante, sin clima, sin tiempo, sin luz.

Y sin embargo habría que leer esta novela. Debería ser obligatorio hacerlo.

¿Por qué?

Porque habla del Derecho Internacional y de las perversiones que existen en nuestro sistema sin que nosotros seamos conscientes. Habla decomo el ser humano puede ser la "cosa" menos humana que exista y permitir y justificar lo injustificable, como las represalias de guerra o, lo que es lo mismo, la cuantificación del valor de una vida humana tomada durante el periodo de guerras. Una monstruosidad tal que no es posible explicarlo con tres palabras y es mucho mejor leerlo.

Y eso, Ferdinand Von Schirach lo consigue sin parpadear. Es alucinante. Como puede hacer que un lector pase de 0 a 100 en el marcador de su indignación. Como puede disparar la repulsa hacia un sistema que creía justo y que demuestra una crueldad y una asepsia inhumanas e impropia de ese "Mundo desarrollado" que se supone que representamos.

Lo hace en apenas 4 páginas, no necesita más. Lo curioso es que levanta nuestra ira desde la parquedad, la frialdad y el inmutismo que caracteriza toda su obra. Asombroso.

Lo mejor... que remata el conjunto con la demostración más palpable posible de que todos somos iguales y que eso que se dice de "esto sólo pasa aquí", es mentira. Que los chorizos y picaros será algo muy mediterráneo, pero que listos los hay en todas partes  y que hasta los creadores de "El Estado de Bienestar", los grandes representantes de la democracia, también son capaces de manipular y jugar con la legalidad para conseguir exonerarse de las mayores perversiones camuflando sus acciones como algo totalmente distinto.

Sólo por eso esta debería ser una lectura obligatoria para todos.