viernes, 25 de agosto de 2017

La sustancia del mal


El otro día mi padre me mandó un mail. 

Se trataba de uno de esos intercambios literarios (habría estado mejor decir culturales, pero salvo cine, series, libros y baloncesto, la vida no dos da para mucho) que acostumbra a suceder en mi familia cuando alguien lee o descubre un artículo sobre un tema que nos llama la atención.

El artículo en cuestión se encontraba en el periódico "El País" y se llamaba "El "spaghetti crime" se dispara" y trataba sobre una nueva hornada (y una nueva forma de plantear la novela negra) de autores italianos que está llegando de forma masiva a nuestras librerías.

El mail en cuestión no iba más allá de querer saber si los destinatarios teníamos referencias de alguno de los autores que se mencionan en el artículo para poder tener una opinión adicional que le permitiese incluirlos o descartarlos en las listas de "libros a adquirir".

El tema volvió a salir un par de días más tarde con un café delante. Hablábamos de los que habíamos leído, del influjo (o no) de Camilleri, de Donna León, de Manzini, de Carofiglio. Y discrepamos, o discrepé, sobre la forma en que estaba planteado el artículo.

En el artículo se establecen paralelismos que no creo que sean reales y que quizás lleven a error.

Manzini, Dazieri, D´Andrea y Zilahy se enumeran de forma conjunta y se hace de ellos una descripción que si bien puede ser real en el caso de Dazieri (y, por lo que he leído, de Zilahy) puede llevar a error con respecto a los otros dos.

La novela de Dazieri ("No está solo") pasó por aquí hace cosa de un mes.

Dinámica, ágil, con mucho ritmo y sensación de película americana de persecución. Un thriller adrenalítico lejos del clásico de asesino en serie, renunciando a algo de esa tesión rayando en miedo/congoja para favorecer la vitalidad y la velocidad. Cierto que de fondo trata el tema de la "violencia" y los mecanismos que la desencadenan pero relegado a un papel circunstancial para el lector.  

Manzini, por su parte (o por la mía), no tiene nada que ver con esa forma de escribir. 

Pausado, con tensión, describe la situación social de Italia con precisión, asible/asequible por/para todos, sin la inteligencia superlativa y mordaz de Camilleri, pero con un estilo propio identificable, un protagonista (Schiavone) con el que resulta fácil empatizar y una forma de realizar crítica social realista, que tiñe la narración de un tono gris.


Pero construida por personajes con vida, ciudadanos y víctimas de la sociedad que se describe. Gente obligada a tomar decisiones y actuar conforme a lo que presume que le va a ofrecer/dar la sociedad y lo que necesita conseguir.  


"Pista negra" me gustó y cumplió perfectamente como introducción, "La costilla de Adán" fue mucho más all me sorprendió y engatusó, dejándome la sensación de autor a seguir con un estilo/planteamiento próximo al de Lorenzo Silva, Jean-Claude Izzo o Petros Markaris. Autor con sello propio.

Y llega D´Andrea y su "La sustancia del mal" que ofrece algo totalmente distinto a los anteriores.

Su forma de escribir es bastante directa. Con frases cortas y poca subordinación (o al menos esa es la sensación que me deja), mensajes claros, concisos y una historia circunscrita a un entorno concreto (Poco italiano y para nada Mediterráneo, que por amplio que pueda parecer en un plano acaba convirtiéndose en algo claustrofóbico donde los puntos de referencia son contados y las interacciones se producen con un número bastante limitado de personajes).

Es una novela que más que "social" podría llamar "costumbrista". Algo que con matices ya he utilizado para otros autores.

Lo hice (o al menos lo pensé ) con "Una trampa para cuervos" de Ann Reeves, pero la obra de D´Andrea tiene una mayor sensación de impacto y está  más condicionada por la geografía y la historia de la zona, con un  potente aunque algo agónico protagonista (Jeremiah Salinger) que se ve obligado a compartir protagonismo con un cañón tirolés que se lo come todo, marcando los tiempos con su climatología, sus habitantes y su peculiar ubicación geopolítica. 


 que te arrastra por su obsesión conforme avanzan las páginas, hasta compartir con él parte de su agonía.

Opaca en su lectura, no deja mucha capacidad de anticipación al lector, que lo que hace es sentarse y disfrutar de un tour que le va a ir haciendo conocer la región, las personas y los sucesos que se produjeron en la región hace treinta años.

Su narración en primera persona convierte la lectura en algo trabajoso, poco lúdico, una trampa para el lector que no consigue salir de la cabeza de Salinger, personaje con el que resulta muy difícil (por no decir imposible) empatizar, que nos arrastra por las páginas subordinado a su obsesión por descubrir la verdad aunque le lleve irremediablemente a la autodestrucción.

Engancha y cautiva pero carece, eso sí, del candor y la empatía de otros protagonistas del género. En ese sentido el personaje creado por D´Andrea es ingrato para el lector, en una narración personal que absorbe toda la narración, sin dejar resquicio alguno para un coprotagonista o una narración desde otro punto de vista. 

Hay dos novelas que acuden a mi mente para establecer una posible comparación, eso sí, con matices. Ninguno es italiano pero es que D´Andrea, en esta novela, no se asemeja a ninguno de los referentes que se citaban en el artículo del periódico y es muy poco mediterráneo en la concepción del día a día, mostrando el contraste entre los habitantes del pequeño cañón tirolés del Bletterblach y los que pueblan las páginas de Manzini, a pesar de la escasa distancia kilométrica entre ellos.

La primera referencia que me viene a la cabeza es "La isla de los cazadores de pájaros" de Peter May, con la que comparte ese elemento social de clase y la necesidad de  autodeterminación cultural que subyace en las dos historias. Diferencias, la forma en que se muestra y como se trata. La diferencia fundamental es que MacLeod (el protagonista escoces de May) comparte las raíces y los orígenes, nació y se crió en el lugar que visita en la novela, por lo que nada le choca y lo vive como parte de sus recuerdos sin juzgar, frente a la crudeza de la narración de Salinger de su estancia, donde sufre el rechazo de parte de sus vecinos por ser un extranjero (algo que será siempre por mucho tiempo que pase con ellos) y esa sensación de "alienación" que le acompaña durante la mayor parte de la historia.

La segunda novela en la que pienso es "Pez en la hierba" de Ángel Gil Chieza, a la que me recuerda a pesar de que no son claras las similitudes salvo la idea de fondo. Es más, las tonalidades de la narración son distintas. 

La historia de Miquel Ortells contiene elementos de esperanza y redención que de alguna forma aportan algo de luz e ilusión para el futuro, aderezadas con una peculiar historia de amor que genera empatía en el lector. 


La historia de Salinger es más oscura, llena de amargura y obsesión con poca cabida para emociones y pensamientos positivos, relegados por la "necesidad" de saber que siente el protagonista. Una sensación que poco a poco se va asentando en el lector y que no le abandona hasta el final.


Eso sí, los dos cuentan con una gran virtud. Es novela única, no el comienzo de una larga serie y sirve para desconectar de lo anterior y leer algo distinto y autoconclusivo, que también se agradece.


La sensación final es buena. Incluso muy buena por momentos, con un final que parece sobrar por desentonar con el resto pero que termina de desenmarañar la madeja cuando hasta el lector lo daba todo por concluido.


Valoración: me ha gustado. Le ha faltado un pelo para el "mucho" y lo siento, pero hay una pizca de "uyyy" al final que me impide llegar a sentir la plenitud que le pido.


P.D: Del artículo quedan autores por comentar. Algunos (Vichi o Malvaldi imagino que aparecerán por aquí en algún momento). Otros, como Piazzese, ya han pasado por aquí y poco nuevo tengo que aportar y mejor que no comente nada de Maurizio de Giovanni que si comienzo lo mismo no termino, baste con decir que estaría en la misma columna que los Manzini, Silva, Markaris, Izzo y compañía.

jueves, 24 de agosto de 2017

La reina sin espejo - Serie de Bevilacqua y Chamorro, vol. 5


Devoto confeso de Bevilacqua y Chamorro y amante lector de su creador, debo reconocer que esta es, sin embargo, la novela de la serie (y de Silva) que más me ha costado siempre leer (y recordar).

He releído "El lejano país de los estanques" y "la niebla y la doncella" en varias ocasiones, "nadie vale más que otro" también a pasado el par de lecturas, sin embargo, "El alquimista impaciente" y "La reina sin espejo" me han costado siempre más.

"El alquimista..." por haber visto en algún momento la película en el ínterin y tener demasiado fresco lo que pasa y por qué. Sin esa emoción pierde algo la trama.

"La reina sin espejo" siempre ha quedado relegada en mis lecturas, fundamentalmente por no superar las siempre odiosas comparaciones, al menos las que podía hacer con el resto de las que conforman la serie.

Me explico que no quiero llevar a nadie a error, más que nada porque es una buena novela, simplemente no es una "de aquellas a las que Lorenzo Silva me tenía acostumbrado" y me ha hecho sentir algo... desamparado/decepcionado.

La prosa de Lorenzo Silva, esa extraña musicalidad que tienen sus textos, con un ritmo y una sonoridad únicasque lo diferencia del resto de autores que conozco, sigue ahí. Es él, sin dudarlo y la novela, en ese sentido, tiene su sello.

Como novela social la trama (o las subtramas de la historia) tienen también relevancia y peso. 

Aunque se publicó hace 12 años, no sólo no ha perdido vigencia sino que sigue tratando temas muy candentes en el momento actual.


Por un lado, el mundo de la prensa rosa, los periodistas que "venden" personajes que no son para contentar a las audiencias hasta que llega un momento en el que no pueden ser quienes son abiertamente porque ya no concuerdan con el imaginario colectivo de sus espectadores.


Por otro, la trata de blancas. La prostitución en sus diversas formas y ramificaciones y el complejo y turbio mundo de la noche y de la corrupción institucional que ampara ciertas actividades ilegales.


Y de fondo Cataluña. El independentismo cuando aún no era del todo la forma en que se llamaba. El momento en que algunas competencias en materia de seguridad les habían sido traspasadas y la guardia civil y otros cuerpos de seguridad del Estado acababan de ceder el testigo a los mossos generando por entonces una extraña mezcolanza y solapamientos que dificultaban y enrarecían la labor policial. 

Todo eso está ahí. Un conjunto coherente, interesante y didáctico que con la pluma de Lorenzo Silva resulta extremadamente fácil de digerir pero (y es "mi pero", el que impide que la valoración vaya más allá de un "está bien") me falta ese algo especial que aporta normalmente el autor a través de sus dos protagonistas, química, instrospección, análisis de una generación (o generaciones) que van creciendo leyendo sus historias y de una sociedad en ligero declive.

Vila está triste en la historia, el regreso a Barcelona le cuesta y eso está ahí, pero fuera del hecho de que las palabras lo plasmen y generem "el clima previo" no hay más. No hay un desarrollo mayor y todo se limita (por primera vez en la serie) a acotaciones de un "narrador" impersonal que no te trasladan al pellejo de Bevilacqua. 

Algo parecido pasa con Chamorro, distante durante la mayor parte de la trama. Sin esa conexión particular que hasta la fecha siempre se había establecido entre los dos protagonsiats, en una novela que carga su peso algo más de lo habitual en Vila pero a costa de diluirla a ella y sustituir el diálogo amigable y la ayuda mutua por centrar la atención en la labor policial y en los distintos secundarios que van pasando por la historia.

Es una novela negra de tinte social que está bien, de lectura cómoda pero que no alcanza la comunión con el lector (al menos conmigo) como las anteriores. No "te toca la patata" y eso pasa factura cuando estás acostumbrado precisamente a que te den lo contrario. A mí me ha dejado algo frío y con una sensación de ausencia que arrastré hasta el final.

Fue esa sensación de pérdida y el distanciamiento entre la publicación de esta entrega y la siguiente (de 5 años, más del doble que las demás) la que me alejó un tanto de la serie. 

Un vacío que he intentado rellenar releyendo las 5 antes de retomar/afrontar "la estrategia del agua" con el estado de ánimo adecuado y el recuerdo vivo de por qué esta es una de esas series que siempre menciono y a las que me resulta sencillo hacer alusión.

Valoración: está bien.

P.D: Estaba leyendo el otro día que ya llega la adaptación literaria de "La niebla y la doncella", mi novela favorita de Bevilacqua y Chamorro. 


Mi susto llega cuando veo que el papel de Bevilacqua se lo han dado a Quim Gutiérrez. Para mí él no puede ser Ruben, lo siento. Lo digo antes de ver la película y asumiendo que luego, como pasa siempre, la veré y me deslumbrará y diré ¡ole, ole y ole! pero a día de hoy, para mí no es, ni será Ruben.


Roberto Alamo quizás, con pelo eso sí, tiene algo de la prestancia, le acompaña la voz, quizás algo de su presencia... quizás pudiese parcialmente. Quim Gutiérrez no.


Y Anglada no es Veronica Echegui, eso seguro que no. Y punto.


Sobre Aura Garrido como Chamorro...no puedo opinar porque tiene algo que sí y algo que no... cuando vea la película decidiré pero ahora mismo no lo veo. 


Así que este mes dos chascos relacionados con Bevilacqua. O cojo "la estrategia del agua" pronto y cambio la tendencia o la liamos. Y no está en los planes a corto plazo así que mal vamos.

viernes, 18 de agosto de 2017

American Assassin - Mitch Rapp, vol. 1


"American Assassin" llegó como "Ready Player one", a través de un trailer.

No soy fan de Michael Keaton (es más, de no ser porque Kilmer y Clooney lo hicieron aún peor, le consideraría el actor que mató a Batman) y Dylan O´Brien sale con un aspecto desaliñado y sucio que...como que no. Pero hay algo en el trailer, aparte de Taylor Kitsch (actor que no me termina de defraudar), que me captó. 

Creo que fue la posibilidad de disfrutar de una novela "de acción", un thriller adrenalítico, sin tanto suspense ni tensión psicológica. Y, si nadie me lo impide y se me concede la licencia para aplicarlo, pensé que podría ser una novela palomitera

No ha sido mi primer intento de dar con algo parecido. "The innocent", de Baldacci, no llegó a ofrecer la energia y "El abrazo de la tigresa", siendo algo distinto y habiéndome gustado mucho, no llega a ser ese algo superficial, ameno, dinámico y refrescante que sanee la cabeza y cubra carencias literarias que el cine cubre pero no con solvencia.

La primera novela de la serie de Mitch Rapp cumple. Es "palomitera" si lo quieres ver así, sobretodo el último tercio y lo que sería "la historia presente", que se va narrando en paralelo al entrenamiento de Rapp. 

Dicho de otra forma, las dos primeras partes de la novela tienen mucho de "Oficial y Caballero" si te centras en la parte de Richard Gere y Louis Gosset Jr y ofrece poco novedoso, salvado, eso sí, la enorme tensión que transmiten Rapp y Star Hurley. 

El final de ese bloque, desde la primera misión oficial de Rapp, ofrece una clara mejoría y ofrece un final con un buen clímax.

Como no encontré el libro publicado en español lo tuve que adquirir en inglés. 

El vocabulario es normal, no plantea mucho problema y la lectura es muy ágil, además los tiempos, en general, los marca bien y nunca terminas de saturarte o de cansarte porque el ritmo sea demasiado lento o porque no te esté dando lo que buscas, es más bien al contrario, va bien, siempre estás metido y entra muy suave.

Quizás no tiene la acción que me habría gustado pero es probable que en la vida real las confrontaciones se resuelvan de formas mucho más sencillas que las variantes televisivas y, además, poco después pude dar cuenta de "The Grim company" (de Luke Skull) y mi necesidad de adrenalina, luchas, disputas y confrontaciones de todo tipo se ha visto colmada por completo, así que ahora veo a la novela de Flynn con algo menos de resquemor y me puedo centrar en lo que me dió (y no lo que yo quería buscar).

Me ofreció dos cosas que he valorado porque no suelo dar con ello habitualmente:

Relax: El que da estar dentro de la novela pero sin la necesidad de vivirla desde dentro como ese algo cautivador que te aliena por completo. 

He podido disfrutarla sabiendo que leía, viendo la historia pero sin "ser la historia" y así me he desgastado mucho menos que otras lecturas.

Un pequeño debate filosófico. Uno que en mi casa (o en la de mis padres) ya se planteó en su día con el estreno de la primera temporada de 24 y es la necesidad (o no) del cambio de estrategia en los países democráticos (o los que así se llaman) cuando la amenaza a la que se enfrentan es distinta a lo que se vivió en otros periodos de confrontación, como la Guerra Fría. 

El famoso debate de si las tácticas usadas antes pueden seguirse usando y tienen cabida actualmente o si la lucha actual ha cambiado tanto que es necesario adaptar otra forma de acudir a la contienda, incluso renunciando al cumplimiento de normas y derechos internacionalmente reconocidos.

En ficción/fantasía he leído debates parecidos (recientemente "The seven forges" y el primer volumen de "Las monarquías de Dios") pero en literatura, al no entrar demasiado en el mundo de la novela de espías (en sentido amplio), no había dado con algo parecido y lo he agradecido porque me da dado que pensar (asumiendo siempre que se dan visiones partidistas y tratando de minimizar posibles proselitismos ideológicos).

Por esos dos detalles, porque se lee como si se tratase de una bebida bien fría en un verano insufrible  y porque deja un buen regusto sin apenas exigir, debo decir que me ha gustado bastante.

Pero... no muchos. Quizás a veces Hurley es demasiado "estereotipo ideológico" y el momento "campamento de entrenamiento" come algo más de espacio (no mucho pero sí un poco) de lo que era necesario.

Valoración: Me ha gustado. Bastante tirando a mucho, de no haber sido por esa pequeña sensación de "deja vu" del entreno.

Si no se vuelve repetitiva y es capaz de ir variando las premisas puede ser una buena serie a seguir de ahora en adelante.

jueves, 17 de agosto de 2017

Ready player one


Ésta es una de las novelas pendientes que más tiempo hace que estaba cogiendo polvo en el estante de la biblioteca. Una de esas lecturas a las que quieres meter mano pero que tienes siempre miedo a qué será lo que realmente encuentres.

Las críticas que había leído eras muy buenas y aunque la sostenía en mis manos finalmente acababa desechada pero hace cosa de un mes vi el trailer de la película y decidí que era el momento (quisiese o no), no fuese a ser que alguien de alrededor me reventase la historia.

Así que hace dos semanas llegué a "Ready player one" con el "Tom Sawyer" de Rush sonando en el ordenador (un efecto secundario inevitable del trailer. Uno que, afortunadamente, parece estar mitigándose días).

Ha sido una lectura larga, que (cosa rara) se ha prolongado casi dos semanas, aunque reconozco que me ha cogido en un momento de cansancio y necesidad de unos días de desconexión, así que no toda la culpa es de su autor. Sólo la justa.

No creo que sea justo analizar la novela de Ernest Cline sin afrontarlo desde tres perspectivas distintas:

Fan de los 80. Da igual si se trata de su música, las películas de aquella época o algún libro (estos los menos), la novela es un revival de la época. Un enaltecimiento de todo lo que vivimos los que cuando pensamos en un ordenador aún recordamos carraquillas nonagenarias y al pensar en consolas lo hacemos con la imagen del Zelda de maquinita portatil en un patio de recreo o en los juegos de asteroides de la maquina del bar.  

A nivel cultural posee un carácter universal y multidisciplinar, aunque priman las referencias cinéfilas, las series de televisión y algún acompañamiento musical, tanto europeo como americano, pasando por varios referentes asiáticos. En eso mola.

Un totum revolutum genial para nostálgicos y teenagers en cuerpos cuarentones. Un flash back constante, un viaje por el baúl de los recuerdos (eso sí, sin Karina) y la bajada a la realidad de aquellos soñadores que hace veinte años creíamos que la realidad virtual y la interacción sensorial con los juegos (y películas) sería algo que veríamos, sentiríamos  y disfrutaríamos a lo largo de nuestra vida.

Adolescente / Young adult: Quizás algo perdido en alguna referencia pero situado ante un universo increíble, lleno de referencias que pueden despertar su curiosidad, con una temática asequible y un lenguaje y contenido aceptable para aquellos entre los 14 y los 20. 

Puede ser una buena forma de acercar dos generaciones tan distintas. Un acercamiento padres e hijos con el que compartir referencias, batallitas y mil historias.

En la época de youtube, el streaming y demás fanfarria, una oportunidad de acceder a un catálogo basto y muy extenso de referencias que buscar, investigar y cotillear.

Lector habitual que no se encuentra en ninguno de los dos casos anteriores (con matices para los amantes de la fantasía más genérica y la distopia tan de moda)

Es el caso de toda esa gente que busca personajes sólidos, tramas bien llevadas y argumentos de peso. 

Alguien que disfrutó con "Un mundo feliz" y busca algo parecido o que sin ser amante de la fantasía es capaz de disfrutar con "Juego de tronos" (engañandose de la forma que quiera sobre lo que está viendo realmente)... a esa gente le va a faltar algo o un poco más que "un" algo, y lo digo yo que hasta cierto punto estoy más en el primer punto que en este tercero.

Para mi gusto a la novela le falta...

Un personaje profundo. Empaque de verdad, no esa patina que casi todos los personajes del subgénero "young" poseen y que aguanta el primer rascado. A Parzival/Wade le falta y bastante, por mucho que en el último cuarto de la novela su creador intente enmendarlo y darle un mayor trasfondo.

La misma profundidad le falta a la historia, que parte de una premisa muy chula pero se va diluyendo, convertida más en un álbum de fotos genial que rememora la cultura ochentera en todo su esplendor pero que deja mucho hueco sin llenar.

Empieza a ser práctica generalizada que las distopias usen los "mundos (post)apocalípticos" mas como escenarios de los que partir que como forma de realizar una denuncia social en condiciones. "Ready player one" no tiene nada de "Fahrenheit 451" o "Soy leyenda" y es una pena porque mimbres había para haber hecho algo más.

O para hablar de la pérdida de identidad, del placer cortoplacista de la realidad virtual, de los mundos que nos permiten huir de la realidad o reinventarnos (incluso físicamente) para ser aceptados.

Si la denuncia social queda atrás demasiado pronto, de la historia de amor que  debería llevarnos en volandas durante el pasaje más aspero de la novela poco o nada hay, con una capacidad para emocionar/empatizar que ralla el 0 y un personaje aséptico que parece más un mal avatar que un personaje real de carne y hueso. 

En cuanto a la lectura, que es quizás su mayor pero...

El primer tercio arranca bien. Fuerte, con algo de ritmo y mostrando un mundo bastante singular que hace las delicias del amante de la época y promete.

Luego llega una travesía por el desierto que se eterniza. Un periodo árido, algo pueril, que se extiende casi hasta el último cuarto de la obra y que te va alejando de la narración. 

Saturado de tantas referencias y con tan poco que llevarte a la boca acabas algo aburrido y amuermado, mirando lo que te queda para terminar el castigo. Quizás aquí algún "young" discrepe. Dejé ese periodo atrás hace ya demasiado así que no puedo ponerme en su lugar... ¡¡y mira que lo siento!!

El final, ese último cuarto, algo mejor. Inocente en algún pasaje, pero más dinámico y, al menos, entretenido. 

En una obra narrada en primera persona el interés aumenta cuando (aunque la acción sigue siendo narrada igual) el peso lse reparte con la presencia de Hache, Art3mis y Shoto en la narración, por desgracia, de aproximadamente 400 páginas, cerca de 200 son en solitario, con un personaje que no capta y la lectura se resiente... demasiado.

Así que llega el momento final.

Valoración: Está bien. Por algún recuerdo que he podido recuperar al leer determinados pasajes hasta me plantearía dar algo más pero como lectura, desde un punto de vista sincero y sin añadidos personales, creo que es la nota correcta.

No puedo decir que esté mal porque no es así pero realmente no es una lectura que recomendaría a quienes no disfruten de la época (y sus referencias) hayan pasado ya cierta edad. O sea, los de las categorías 1 y 2, pueden darle una oportunidad bajo su responsabilidad. A los que no les guste la cultura ochentera, no se les haya perdido nada allí o se duerman viendo "Los Goonies", que ni lo intenten.

Creo que había más jugo que sacar, que la trama debería haber aportado más al lector. 

Mi esperanza... que la cosa mejore en el cine, con las distintas canciones sonando y metiéndo en situación y mucha más imagen que recordar y evocar, con mucha menos "enumeración" fría y detallista hasta el exceso. 

"Ready player one" es un catálogo de los 80, no una lectura interactiva que te arrastre. Se construye entorno a la época pero no te hace sentir partícipe y salvo un pequeño instante donde realmente eres capaz de desentrañar tú el acertijo y sentirte dentro, en general te mantiene demasiado distante de lo que sucede, despreocupado de lo que sucede/lees.