domingo, 21 de agosto de 2011

El policía que ríe

Hay épocas en las que se me cruzan los cables, me enfado con el mundo, me obceco y me exaspero. Seguramente una sóla palabra no sirva para definir el tipo de persona en que me convierto en esas ocasiones pero si resume una parte importante de lo que me pasa, me convierto, si se me permite usurpar el título a una famosas canción del verano,  en "el venao". El término "venao" le da un matiz más de irracionalidad y resume en una sóla palabra mi estado cuando empecé, hace menos de una semana, con la lectura de la cuarta novela protagonizada por Martin Beck.

No había empezado su lectura cuando ya tenía prácticamente pensado lo que iba a escribir. Un crítica bastante amarga sobre un conjunto de novelas que me habían decepcionado enormemente, sobretodo teniendo en cuenta que había llegado a ellas gracias a  la recomendación de dos escritores que me gustan mucho como Henning Mankell y Jo Nesbo.  

Esperaba más, mucho más, de la obra de los proclamados "padres" de la novela nórdica actual, autores de un cambio en la concepción de la novela negra de la época que desencadena en la concepción actual del género en el norte de Europa, pero la serie de Martin Beck no había cubierto mis espectativas. No es que no hubiese cubierto todas, es que no había cubierto prácticamente ninguna. 

Lentas, rozando el tedío en alguna ocasión, centradas casi en exclusiva en la investigación criminal, incapaces de mostrar la sociedad en la que discurre la trama y con un protagonista hipocondríaco, quejica, apagado, con una vida personal casi inexistente, sin hobbies ni pasiones y con un matrimonio gris y roto.  Un personaje que absorbe todo el protagonismo y apaga el resto de la obra con su presencia. Un agujero negro sito en el centro de una galaxia de cuya atracción nada parece poder escapar.

En ese momento (el martes o así) lo tengo clarísimo, firmo quedarme con la versión 3.0 del modelo, la ofrecida por Mankell, con Wallander caminando por Escania y su entorno. Con su evolución y su recreación de la sociedad sueca del momento. Una fórmula que mejora sobremanera al original y lo lleva mucho más lejos, alterando los elementos básicos y haciéndolo  crecer de forma exponencial. Y lo hace con los mismos medios que tenian a su disposición Sjöwall o Wahlöö, relegando la tecnología a un segundo plano y centrando la investigación en el puerta a puerta y en el cotejo de datos en reuniones dentro de despachos. Sin personajes especialmente brillantes, vamos gente común como tú y como yo (al menos como yo, que no era mi intención ofenderte, querido lector), que analiza, observa, razona y, en ocasiones, comete errores.

Y entonces, mientras reflexiono sobre la entrevista en la que oí a Henning Mankell, una simple pregunta  aparece ante mí y, si bien al principio me hace pensar en el gran periodista que ha perdido España conmigo, al final siembra la duda en mis convicciones anteriores: ¿Cómo es que nadie le ha preguntado nunca a Mankell si realmente le gusta toda la obra de estos autores? y si no es así, ¿cómo es que aún así la alaba? 

Y con ella otra más, igual de comprometida pero mucho más peligrosa porque es una pregunta que debo responder yo mismo, ¿acaso a mí me gusta toda la obra de los autores que recomiendo?¿cómo hablo de Mankell de forma tan elogiosa cuando dentro de su bibliografía hay obras que no terminan de gustarme?¿Acaso no me desencantaron enormemente "El hombre sonriente" y "La quinta mujer"?¿Y   Dennis Lehane con "Shutter island"?

Entonces toda esa rabia que, insospechadamente, había ido acumulando contra Henning Mankell como causante de mis desdichas y deudor de casi 60 euros por la compra de las novelas de Martin Beck, se vuelve contra mí ¿es siempre Mankell el Mankell versión 3.0 de la novela negra sueca del que siempre hablo o éste último es una evolución a lo largo de sus novelas?¿no es la suma de sus aciertos y sus fracasos lo que le ha llevado a su posición actual? ¿Es posible que ese Mankell 3.0  fuese en sus primeras novelas una simple versión 1.7? ¿acaso no hubo un momento en que estaba de Escania y de Malmo hasta las narices?¿y de la relación de Wallander con su ex-mujer Mona? ¿me he olvidado de que Linda Wallander no fue siempre policía y que fue cobrando protagonismo conforme pasaban los libros? ¿me he olvidado también de que en "Asesinos sin rostro", el personaje que me cautivó fue el de Rydberg y no Wallander?

Y entonces, muy a mi pesar, "se hizo la luz", aunque para ello fue preciso pulsar ese extraño interruptor llamado "El policía que ríe", la cuarta entrega de la  serie escrita por Wahlöö y Sjöwall. La que eleva un listón que, tras el buen comienzo de "Roseanna", no había hecho más que ir descendiendo y descendiendo hasta caer en picado con "El hombre en la ventana".

Una cuarta entrega que difiere (y mucho) de las anteriores. En primer lugar porque el protagonismo ya no es único. Martin Beck no es la única cabeza visible de la investigación y, desde luego, no es su forma de pensar y su vida la única que se nos da a conocer. Kollberg, Melander o Ronn asumen un rol mucho más protagonista y hay capítulos en los que la narración recae exclusivamente sobre ellos. Esta pluralidad otorga nuevos elementos de juicio al lector que, por primera vez, puede comparar y al hacerlo descubrir que, con todo, no es que Martin Beck sea un "despojo" a todos los niveles, sino que es el trabajo que realizan y la propia sociedad sueca la que imbuye en los inspectores ese aire gris y taciturno, esa desesperanza ante lo que ocurre.


Una tristeza que se origina no sólo en las inclemencias climatológicas, sino también en la realidad que se ven obligados a contemplar en el día a día. El tener que contemplar lo bajo que puede llegar a caer el ser humano, las duras condiciones de vida a las que tienen que hacer frente ciertas personas, como otras se aprovechan y abusan de una situación de preponderancia y superioridad y como todo eso se esconde tras una fachada muy cuidada y colorista. 

Es la primera vez que se hace mención a la mediocridad de ciertas instituciones suecas, a como se cuida la imagen hacia el exterior aunque eso suponga descuidar la labor interior y es, por encima de todo, la primera vez que se muestra lo ardua que puede llegar a ser la labor policial, el desgaste que supone a nivel interno y  externo, la relación con los compañeros y lo difícil que es mantenerse impermeable ante todo lo que se les viene encima.

No sé si es una novela notable pero sí que es superior a las tres anteriores. Una obra que me permite conectar con el personaje y su entorno. Una evolución que acerca lo visto hasta ahora con los autores suecos contemporáneos, donde los 50 años de diferencia que hay con el momento actual no tiene una trascendencia decisiva. Aquí no importan los medios y los instrumentos materiales, importan los policías y la labor que realizan. Algo nuevo en la serie a lo que hay que sumar que, por primera vez, se pasa revista a la sociedad sueca en plenitud, mostrando las grandes diferencias que existen entre la imagen que se tiene de ellos y lo que realmente sucede en el país.

En cualquier sociedad hay clarooscuros y para poder apreciarlos es necesario poder tener una visión más global, no sólo de las instituciones sino también de los individuos y las relaciones familiares. No basta sólo con conocer la visión de Beck, es necesario también poder verlo todo a través de los ojos de otros personajes, como Melander o Kollberg, para poder contrastar. Desde el "no tan simple" Rönn hasta el inefable Ullholm deben tener su pequeño hueco en la narración.

Y, por supuesto, destacar la presencia del "humor", tanto el de los personajes como el de sus creadores,  que atempera un poco el ambiente gris y lóbrego de la época y la crudeza de la realidad que se muestra y que, por primera vez hace presencia en la serie y adereza el resultado del último interrogatorio.

Sólo cabe esperar que esa forma de entender la novela negra que comenzó con "Roseanna" a mediados de los años 60 y que ha ido evolucionando hasta hasta nuestros días,  no llegue a su fin con "El hombre inquieto" de Mankell.

domingo, 14 de agosto de 2011

Monster Hunter International

Como norma procuro no leer de forma consecutiva dos novelas de características similares, sobre todo si la primera me ha gustado mucho. Es un intento (muy tonto, lo sé) de evitar que lo mucho que me ha agradado la primera o la reiteración de propuestas supongan un handicap inicial e inmerecido para la novela que estoy a punto de comenzar.

Existe una segunda regla no escrita: no leer de forma sucesiva dos novelas de autores que sé que me gustan mucho. ¡¡No es bueno quemar todas las naves del tirón, que luego toca estar una temporada leyendo libros de desconocidos y eso es una lotería a la que no me gusta jugar!!

¿Y si la primera y la segunda regla se enfrentan?¿qué sucede cuando las novelas que tengo pendientes o son del mismo género o de distinto pero de autores que me gustan mucho? En ese caso tiro de jerarquía, la regla segunda prima sobre la primera, así que he repetido género, por mucho que hacerlo  haya supuesto que  "Monster Hunter International" partiese en clara desventaja con otras novelas que he leído con anterioridad. Y es que "la sombra de "Child of fire" es muy alargada".

Afortunadamente Larry Correia ha escrito una novela muy entretenida. No voy a mentir, analizada con un poco de detalle se pueden ver en ella muchos elementos utilizados ya en incontables ocasiones por otros autores a la hora de construir sus novelas, pero ha conseguido un equilibrio muy logrado entre el plagio y el homenaje y ha soltado (con cuentagotas, eso sí) algunas "perlas" de cosecha propia. Mucha atención a la revisión que hace el autor de los elfos y los orcos y a tres personajes "secundarios" como Skippy, Eduard y Earl Harbinger, que darán mucho que hablar.

Del mismo modo que Lois McMaster Bujol, con "El aprendiz de guerrero" (primera novela de la Saga de Miles Vorkosigan), reinventó/adaptó el género de la space opera y de la ciencia ficción, imponiendo una patina propia que la diferencia de otros autores, Correia ha conseguido crear un sello propio, una combinación de acción, sentimiento y tensión que, aderezados con alguna réplica ingeniosa, impiden que la novela se convierta en el equivalente literario de las películas de Serie B.

Y es que si, como decía Aristóteles, la virtud se encuentra en el punto intermedio entre dos extremos igualmente viciosos, Correia es todo un virtuoso, pues consciente de las limitaciones de su plantemiento, no intenta convertir su novela en algo mas de lo que es tomándose a sí mismo (y a la novela) más en serio de lo que se merecen, pero lo hace sin caer en la parodia burda.

La sensación global es que el autor conoce el género fantástico en toda su extensión,  y su gran mérito ha sido ser capaz de introducir a Owen Z. Pitt (y su  ligero aroma a Rambo) y el variopinto grupo de personajes que conforman M.H.I, en un universo propio en el que convive lo mejor de los G.I.Joe, los Men in Black, el universo de Hellboy y la Tierra Media.

Hay gente que, sin el menor atisbo de sonrojo, afirma haber leído "El señor de los anillos" a pesar de haberse saltado las canciones, así que no veo porque no voy a confesar que, de haber podido, habría suprimido los párrafos de la novela en los que se describen (con un detalle mortal) las armas de fuego y los distintos tipos de munición. Por lo demás la novela, a pesar de sus 713 páginas, resulta amena y de facil lectura y concluye con un epílogo de 3 páginas que hará las delicias de los amantes de Christopher Moore y su peculiar sentido del humor.

Mientras espero con ganas la tercera novela de la serie, "Monster Hunter Alpha", centrada en el increible y carismático Earl Harbinger (que tiene un "je ne sais quoi" que, en ocasiones, recuerda al Wolverine de Marvel), me consolaré con la segunda novela "Monster Hunter Vendetta", aunque, siendo sincero, no descarto probar antes "Hard Magic", la nueva serie de Larry Correia, y es que una novela protagonizada por  un detective privado que  puede alterar la fuerza de la gravedad es algo que no se lee todos los días.

domingo, 7 de agosto de 2011

Child of fire

Estimado lector (que no se ofendan las lectoras pero para mí lector es neutro y como esa, otras muchas palabras del diccionario castellano, así que, a riesgo de ser amonestado, no pienso perder el tiempo poniendo las cosas en femenino o en masculino), te invito a que lleves a cabo un experimento conmigo:

En primer lugar, necesito que tengas preparado en algún rincón a Alfred, el mayordomo de Bruce Wayne/Batman, preferiblemente en la versión más juvenil que encuentres y, sobre todo, sin bigote ni los rasgos de Michael Caine.
Luego quiero que imagines (y es muuucho imaginar) el cruce genético perfecto entre la navaja de MacGyver y la espada laser de un caballero jedi, el color da igual.

Coge el episodio "Jus in bello" de la tercera temporada de Supernatural (o Sobrenatural). Creo que es el doce.

Tinta para tatuajes, no seas tacaño porque vas a necesitarla en cantidades industriales.

Un libro de H. P. Lovecraft, el que quieras, ahí no me voy a poner nada fino.

Necesitas hacerte con un buen episodio de "Los Hijos de la Anarquía", preferiblemente uno donde el personaje principal sea el de "Gemma", para ti y  para mí, la madre de Jax. Que sea original, ya hemos ofendido a la Secretaría de Estado para la Igualdad nada más empezar el post y no queremos molestar ni al Ministerio de Cultura, ni a la sempiterna SGAE ni, por supuesto, a las Editoriales (ya llegará el momento, ya).

Ten lista bebida isotónica para cubrir todo esto cuando lo añadas al recipiente y, si tienes al lado un buen diccionario de inglés, mejor.

Vierte todos estos elementos en la marmita del Druida Panoramix. Mira antes que el pequeño Obelix no esté dentro y deja de poner esa cara tan rara, ¡yo no hago las reglas!

¿Está todo dentro? Bien, ahora saca esa revista que se ha caído dentro por accidente, ¡sí, hombre, esa, la que tiene una chica desnuda en la portada!

Bueno, si todo esta listo, remueve lentamente durante 5 minutos y luego da tres vueltas alrededor del caldero a la pata coja sobre la pierna izquierda,en el sentido de las agujas del reloj.

Si todo ha ido bien se oirá un ¡PUFF!, un ¡PAFF! y un fortísimo ¡POOM! y encontrarás en tus manos una edición nuevecita de "Child of fire" de Harry Connolly. Si no has oído las tres explosiones tendrás que volver a intentarlo otra vez, eso sí, esta vez revisa el episodio de Barrio Sésamo en el que explicaban qué era izquierda y qué derecha, posiblemente ese haya sido el fallo.

Si no estás dispuesto a pasar por todo esto o no tienes a tu disposición alguno de los ingredientes tan sólo te cabe una posibilidad más, encargarlo a una tienda especializada o pedirlo tú a alguna página de fuera que te lo sirva en España porque, hasta donde he podido comprobar, ninguna Editorial tiene prevista su próxima publicación.

Yo aproveché y lo pedí para mi cumpleaños. Una de esas apuestas que hago de vez en cuando con libros que he visto comentados en alguna parte, en este caso aquí: http://www.graemesfantasybookreview.com. Como en todo, unas veces ganas y otras pierdes. En este caso gané y mucho.

Como todo, hay gente que encuentra que en algún momento puede resultar confusa, que no explican los sistemas de magia o qué es/quienes son los miembros de la Twenty Palace Society. 

A mi, personalmente, no me gusta pasarme las primeras 300 páginas de una novela con una explicación constante de cómo y por qué pasa lo que pasa. Explicaciones las justas, me gusta poder rellenar los huecos y, sobretodo, me gusta que queden cosas pendientes para novelas posteriores.

"Child of fire", la primera novela de la serie Twenty Palace, cuenta con un gran protagonista,  Ray Lilly, que, en cualquier otra novela, posiblemente habría sido el secundario de turno que al final de la novela tiene un "triste" final. No es el más listo, no es un santo, su pasado ya le ha puesto en la picota y salvo por el único hechizo que ha llevado a cabo en su vida y un incidente previo del que no se termina de explicar gran cosa pero del que se intuye lo suficiente, sabe casi lo mismo que el lector cuando empieza la novela.

Su único hechizo, el "Ghost knife", es la herramienta más increible e interesante que se haya visto en los últimos años, si lo sacan a la venta por navidades será un éxito seguro. 

Y su jefa, Annalise Powliss es uno de esos personajes que cuando empieza la novela  odias tanto como lo hace Ray y eso que a él le desea una muerte inmediata desde las primeras páginas... y cuando acaba..cuando la acabes ya me contarás.


Aunque como el famoso episodio "Jus in bello" de Supernatural, lo mejor de"Child in fire" es su disquisición constante sobre hasta donde debe llegar una persona para hacer el bien y salvar a otras. ¿Está justificado sacrificar a algunos para salvar a muchos o por el contrario uno debe intentar salvar a cuantos más mejor, aunque suponga arriesgarlo todo?


El último protagonista, pero no el menos importante, es el pueblo de Hammer Bay, con corrupción, extorsión, periodistas que se meten donde no les llaman, buenos samaritanos, casino-prostíbulo y comercio de drogas, pero, sobretodo, una población totalmente entregada al fundador/salvador del pueblo y dueño de la fábrica de muñecas que da trabajo y oportunidad a todos para seguir adelante.


En resumen, una ópera prima muy, muy interesante, entretenida y cargada de adrenalina, de las que consiguen engancharte desde la primera página, logrando que te olvides de lo que pasa en el mundo real. Una novela que sorprende y gusta a pesar de toda la crudeza y dureza que destilan sus páginas, sobre todo las últimas 60. Para mí, el único pero, lo difícil que resulta comentarlo sin desvelar nada de la trama. Así es casi imposible hacerle justicia.

A hora mismo, de lo mejorcito del año. ¿Y si las proximas novelas que voy a leer me dejan en mal lugar? , qué puedo decir ¡bienvenidas sean!