jueves, 3 de julio de 2014

El que siembra sangre - Departamento Q vol. 2


La novela negra en su vertiente más genérica, la menos social y desde luego la menos clásica, se está viendo invadida por los “asesinos en serie”.

Antes leías una obra de este género y te encontrabas una actividad delictiva del tipo que sea (robo, homicidio, violación, etc…) que suponía una indagación profunda del entorno de la víctima, de lo sucedido, de los hechos… del día a día en las comisarias o en la vida de los protagonistas.

Hoy son asesinatos en serie. Uno detrás de otro (de ahí lo de “en serie”). Sin más. Los policías se dedican a ir detrás del asesino recogiendo cuerpos (asustándose ante la aparente dureza del crimen cometido, ante la perversidad humana, ante la maldad singular de cada uno), de forma continuada hasta que una pista, un descuido o una idea brillante desatasca el proceso.

Los “asesinos en serie” se están comiendo las distinciones entre las distintas ramas de la novela negra, desdibujando las fronteras territoriales. 

Hasta hace unos años, un autor nórdico ofrecía una visión singular de la sociedad en la que se desarrollaban sus tramas, acercando al lector a una concepción de la vida totalmente distinta a la del lugar en el que vivía. 

Del mismo modo un detective del sur de europa (Montalbano, Brunetti, etc…) mostraba las costumbres de la cultura mediterránea (el gusto por la vida, el buen comer, el aire libre, pasear, etc…) y los estadounidenses explicaban los problemas de una sociedad mucho más convulsa y deshilachada de lo que ellos mismos están dispuestos a reconocer.

Pero, como digo, en algún momento de los últimos años se empezó a generalizar la temática del asesino en serie y se empezaron a homogeneizar las propuestas. 

Da igual el espacio físico, los caracteres de los personajes, las costumbres regionales… nada importa. Todo se reduce a Asesino, perseguidores, muertos, forma de matar (que es donde está la diferencia) y posibilidad  de un giro argumental que sorprenda al lector y deje a demás buen sabor de boca.

Son momentos para James Patterson y Jeffrey Deaver y para los guionistas de series televisivas de éxito en detrimento de Karin Fossum, Lorenzo Silva, Deon Meyer… el consumo masivo y el producto enlatado sobre la elaboración y el sabor original.

Es lo que toca.

Esta segunda entrega del “Grupo A” ( o de la serie de Paul Hjelm), escrita por Arne Dahl, se circunscribe un poco en ese movimiento. 

Cuenta a su favor con un protagonismo mas colectivo que permite alguna variación adicional y un pequeño guiño a la intimidad y el saber estar de los personajes, con un protagonista menos definido y algo menos estereotipado, pero cada vez más alejado del Wallander de Henning Mankell (que ya atisbó varios asesinos en serie en sus novelas pero que siempre reflejó la evolución de su sociedad).

En “El que siembra sangre” la novela discurre en Suecia como podría hacerlo en cualquier parte del territorio yanqui. 

Nada hay del entorno y la sociedad sueca (que por ejemplo si se atisba en “El detective moribundo” de Leif G.W. Persson), de los personajes profundos que reflejan la sociedad que habitan y su distinta forma de entender la vida (como el Konrad Sejer de Fossum) o las tramas elaboradas, bien construidas y fuera de los arquetipos habituales (con el inigualable Harry Hole de Jo Nesbo).

Aquí nada de eso aparece y la distancia con la novela europea a la que estábamos acostumbrados está cada vez más marcada. 

Es la fórmula genérica, en la idea de la construcción de una novela negra estándar, casi unidimensional, que es lo que se estila estos días (bendito Lorenzo Silva que no se deja llevar por modas y publica  “Los cuerpos extraños”).

Habrá a quien le baste con los dos giros que da la novela para decidir que es una gran novela. Yo pido algo más, algo distinto, algo que no sepa a “lo mismo que siempre”, por bien escrito que pueda estar el libro.

miércoles, 2 de julio de 2014

Proven Guilty - Harry Dresden, vol. 8


Siempre he dicho que Harry Dresden es uno de mis personajes favoritos. De “Urban” el que más, seguro. 

Es dinámico, entretenido, con tramas elaboradas y personajes memorables. Está bien escrito, sin demasiados ambages y es casi imposible salirse de la trama. Si lo empiezas lo acabas…y cuanto antes mejor.

Pero dentro de la serie siempre ha habido clases y niveles. Los personajes cambian y en función de cuales salgan puede variar la percepción de la novela.  A mí, por ejemplo, las tramas con las “fairies” no me gustan excesivamente, mientras que las que implican al “white concil” sí. Michael Carpenter me gusta más que Thomas, y Murphy más que ninguna del resto de los personajes femeninos (Eleanor o Susan).

Con el paso del tiempo las tramas se han vuelto más enrevesadas y cabos aparentemente sueltos se han ido cerrando varias novelas después. Todo encuentra explicación aunque no sea en ese mismo momento… y con la complejidad de las tramas un llegado el momento en que dentro de la trama se mezclan universos y personajes muy distintos, lo que hace que si tocan los que más te gustan juntos sea un novelón de impresión y que si se alternan unos que sí y otros que no al menos estés ante una novela interesante.

Para mí este es el caso de “proven guilty”, que tiene una parte que incorpora a las “fairies” y su “Nevernever” y otra que se entrecruza con el “White concil” y Molly Carpenter, la hija de Michael. La combinación resulta bastante bien, porque combina la complejidad del mundo de las hadas y sus artimañas con el “realismo” del Consejo Blanco y sus luchas internas.

Además hay Murphy para rato y con alguna conversación que dará mucho que hablar en lo que está por venir entre ella y Harry, lo que compensa un poco la parte de Thomas. Molly suma y mucho, como lo hace Charity, esposa de Michael y madre de Molly. Quizás el personaje de todo el universo Dresden que más miedo mete a nuestro protagonista de todos los que pasan por ahí.
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Esta nueva entrega sigue siendo trepidante, entretenidísima pero también es cada vez más oscura. Los problemas y las situaciones son más peligrosos y hay mucho menos margen para el humor y la sorna. 

Los personajes son más maduros pero también sufren las consecuencias de los distintos vaivenes sufridos durante las entregas anteriores. Las relaciones se perfilan y cambian, las alianzas mutan y sorpresas hay para aburrir.

Las luchas han perdido parte de su atractivo, son más caóticas, hay menos exhibición y menos descripción en las mismas, discurren de forma más anárquica y mucho menos plásticas. Esto ya no es “Tigre y dragón” todos a cámara lenta, es una Serie B donde todo se acumula y las explosiones, gritos y estallidos se sucede en 10 páginas. Eso sí, ¡¡que 10 páginas!!

La serie ha ganado por ese lado. La seriedad de la propuesta, lo extraordinario de la urdimbre de tramas que parece que va a desembocar en algo tremendo, protagonistas cambiando y evolucionando, la madurez de Harry…ha perdido en plasticidad y en humor. Se puede vivir sin ambas pero a veces la serie tiene momentos muy, muy duros y nada que lo amortigue.

Sigue sin existir ese “momento Bob” en el que elaboraban una poción de forma superoriginal o en el que aprendías muchísimo de la mano del particular “mentor/consultor/ayudante” de Harry y ha cambio tenemos mucho de Mouth, que también está muy bien pero en el fondo es como comparar un buen diálogo de los Hermanos Marx con una película de humor muda. Las dos están muy bien pero son tan distintas que el hueco que deja una no la puede ocupar la otra.

Qué mas puedo decir… que aparecen nuevos malos que repiten (por lo menos en “White Knight”, que he acabo recientemente), que abre un par de nuevos frentes que prometen futuros quebraderos de cabeza y que no va a decepcionar a nadie.

Está más próxima a las novelas anteriores de la serie que a las dos o tres primeras, la verdad, pero es que la complejidad de la trama no da mucho más margen. Es más, si aflojase un poco a Butcher nos lo comeríamos con patatas.

Puestos a pedir.. o a quejarme...no me importaría poder ver un poco más de Kincaid… y de Susan, llegado el caso. Pero supongo que la cuestión es pedir por pedir y  nunca conformarse con lo que hay, porque si no a la serie le tendría que dar un 10 y no habría más que hablar.