domingo, 24 de junio de 2012

The Eyre Affair - El caso Jane Eyre

Lo más probable es que esta novela no llegue a mucha gente. Muchos que la intenten leer no sabrán donde se están metiendo y antes de acabarla la dejarán. Otros la terminarán aunque no les haya gustado porque son de los que empiezan las novelas y pase lo que pase las terminan para no tener nunca el incómodo reconcome de "¿y si la cosa mejoraba después?" y, por último, habrá quienes la terminen porque la están disfrutando.


Yo me incluyo en esa última categoría. A mí me ha gustado pero soy consciente de que en algunas ocasiones soy una "rara avis" que disfruta con cosas que se salen de lo ordinario.  "The Eyre affair" no es una novela que vaya a llegar a todo el mundo, parece que hay 77 personas que pensamos así (los 76 que la recharazon cuando se la ofrecieron (o eso dice la wikipedia y ya sabéis, si lo dice la wiki va a misa) y el que aquí escribe...aunque creo que quienes la disfruten se acabarán convirtiendo en seguidores acérrimos de la serie.


El humor (inteligente y culto, no el zafio y bastorro) forma parte importante de esta obra. Habrá quien tras  este comentario habrá visto como su pensamiento se dirigía a Douglas Adams (y su "guía del autoestopista galático") o a Christopher Moore (y "El ángel más tonto del mundo", entre otros). "La guía del autoestopista..." no me gustó especialmente, lo de Christopher Moore sería algo para hacérselo mirar algún día (que conste que a mí si me entretiene) pero esta no es la ocasión, la verdad. Así que me centraré en dos referencias más claras: Terry Prachett y Louis McMaster Bujold. El primero (si no recuerdo mal es un caballero) no me terminó de convencer cuando leí la primera novela del Mundodisco pero reconozco que lo pasé bien con sus continuas "omisiones-evocaciones" a personajes "basados en" otros grandes mitos de la literatura fantástica pero renombrados y distorsionados, potenciando sus virtudes y agigantando sus defectos. De Bujold me quedo con Vorkosigan, el mismo con el que revisa la spaceopera y la ciencia-ficción, añadiendo algo de humor y evitando (y eso es muy importante) caer en la parodia irreverente o en la mera pantomima. Fforde es, salvando muchísimas distancias y sin ofender a nadie, una buena mezcla de los dos, con cierto derroche de imaginación, humor ácido, crítica social y diálogos ingeniosos pero respetando el género y tomándose en serio el argumento.


Empecemos por el principio... su protagonista es Thursday Next y es detective literaria. No "una" detective literaria en el sentido de una investigadora "de novela" (bueno, la verdad es que si que lo es  pero esa no es la cuestión) sino una investigadora "de novelas". Su trabajo consiste en investigar posibles fraudes, plagios y cualquier otro intento de ataque contra las obras literarias. Su especialidad es la literatura anglosajona del siglo XIX  y el debate sobre la autoría de las obras de William Shakespeare uno de sus temas favoritos. Su día a día, sería de lo más normal si ocasionalmente no recibiese la visita de su padre, ex-agente (y ahora prófugo) de la  Chronoguardia, siempre buscando información que le ayude en su intento por "reconducir" el curso de la historia.

Al menos es así hasta que el manuscrito "Chuzzlewit", la última novela picaresca que escribió Charles Dickens, es robada sin dejar rastro aparente. Un robo sin igual que pone a nuestra "no tan joven" protagonista (ella también ha dejado atrás las dichosas treinta primaveras) en contacto con algunos miembros de Spec-Ops 05 (el grupo especial encargado de perseguir a los villanos más peligrosos. Por si os lo estáis preguntando T. Next forma parte de Spec-ops 27, los detectives literarios) que van tras la pista de Acheron Hades, un ex profesor de Thursday que actualmente ocupa el tercer puesto de la lista de los delincuentes más buscados de la nación.

Acheron Hades, un más que (im)posible cruce entre el Moriarty de Conan Doyle y la adaptación animada del mismo personaje en la serie "Sherlock Hound" (sí, sí, el del famoso jajejijoju), es el malo-malísimo de la novela, aunque Jack Schitt, el representante de la Corporación armamentística Goliath, no le va a la zaga en su papel de manipulador falto de escrúpulos. Junto a ellos, en silencio y, eso sí, sin más recuerdos que los de lo acontecido durante la última semana,  el peculiar  Felix7, sexta versión del amigo y lugarteniente de Hades fallecido en un atraco a un banco.

Next se encuentra secundada por un peculiar grupo de personajes que le ayudarán en su lucha. Boswell Cable (su nuevo compañero y aspirante a futuro marido (aunque ella no lo sabe)), Spike Stokerel único miembro de Spec-ops 17 (la unidad especializada en vampiros y licántropos), Victor Analogy (su jefe de 75 años. ¡¡Parece que la modificación de la edad de jubilación ha llegado también al mundo literario!!), su ex-prometido Landen Parke-Laine y su tío Mycroft, el inventor más peculiar y estrambótico de los últimos años, si creías que el "Q" de James Bond era "raro-raro-raro" espera a ver a este singular personaje y alguno de sus inventos como los bookworms o su coche camaleónico.

A estas alturas casi seguro que estás pensando, ¡eh, esto no es lo mío!¡¡menudo cacao!!...Puede que sea así. Como he dicho antes  muy normal no es pero es muy entretenido, enormemente variado y posee ciertas dosis de humor que lo convierten en algo único

He disfrutado mucho con el conocimiento que tiene el autor de la novela clásica anglosajona (me refiero a la obra de Dickens, Shakespeare o las hermanas Brönte), tanto que la primera vez que leí la novela (hace unos tres años) me planteé estudiar Literatura Anglosajona para poder seguir profundizando en todo eso que está ahí pero que sólo quienes poseen los conocimientos necesarios pueden llegar a ver y así lograr sacar todo su juego a la novela en cuestión En esa segunda ocasión la impresión sigue siendo la misma pero (con la que está cayendo) tengo la cabeza en otras cosas y comenzar una nueva carrera no es precisamente la primera de ellas.


Que la haya leído dos veces no quiere decir que me vuelva loco, ¡¡ojo!!, que me considero muchas cosas pero incondicional de la serie no es una de ellas pero sentía una gran curiosidad por leerla en inglés ya que en la versión traducida se hacía referencia a la existencia de juegos de palabras que con su traducción perdían parte de su encanto. Y, por si alguien se lo está preguntado,  sí, esta segunda vez he vuelto a sonreír como la primera vez e incluso me he reído porque su encanto sigue ahí: los grandes autores, los diálogos ingeniosos, los personajes literarios de Dickens, Brönte, etc... cobrando vida (¿upps, he dicho eso?) y una explicación más que interesante al por qué Rochester y Jane Eyre acaban juntos en la novela que lleva su nombre.


Fforde crea un universo propio y muy personal que se aprovecha de las posibilidades generadas por la imaginación y por su capacidad para sacar partido de las (en teoría obsoletas) novelas clásicas para crear algo único que merece la pena ser leído. Desde su mundo de ficción comenta e ironiza las distintas corrientes literarias y todas las teorías que les sirven de justificación, juega con el espacio-tiempo (y con el tiempo-tiempo) para su propio beneficio pero sin hace trampas ni convertir la narración en un ejercicio rocambolesco y, si te dejas llevar,  acabas cayendo presa de sus intrigas y de esa sensación de que, en algún momento, va a pasar algo que te va a sorprender.q


Y, por si fuera poco,  hay una dura crítica a la sociedad y política actual utilizando la ironía, satirizando  las guerras y el creciente poder que la industria armamentística privada tiene sobre los distintos líderes nacionales. Para eso se vale de la Guerra de Crimea, que en su realidad sigue sin resolverse, por mucho que Rusía y el Reino Unido (sin Gales, por supuesto, que se ha independizado) sean conscientes de que a esas alturas (ciento treinta y un año después del comienzo del conflicto) es un mero pedazo de tierra yermo y esteril, un erial al que han quitado cualquier otro posible valor. No es mi intención quitarle mérito, por ejemplo, a "Generation Kill", la tv serie que denunciaba el sin sentido que fue la guerra en Afganistan, pero Fforde ya lo había hecho algo parecido (aunque mucho menos sangriento) aunque fuese sobre una situación ficticia.

Con "The Eyre Affair" sonríes... y te ríes. Una buena forma de demostrar que no es necesario parodiar para hacer reír y que una novela puede formar, enseñar y criticar utilizando la risa como conductor. Su autor lo sabe y, lo que es más importante, dispone de los conocimientos y la capacidad para crear algo único y novedoso. ¿vale la pena? para mí sí aunque posiblemente no valga lo que cuesta, qué se le va a hacer, bastante difícil habrá sido conseguir que publicasen sus novelas como para encima arriesgarse a perderlo todo por conseguir que le publicasen en la (siempre más económica) edición de bolsillo, jeje.

A mí me ha servido para desconectar un poco. Entre esta novela y ¡Roma vincit! he podido dejar un poco de lado la situación actual  y he dejado volar un poco la imaginación. Las próximas semanas trataré de recuperar un atisbo de realismo de la mano de Donna Leon y "La palabra se hizo carne", James Thompson y "El noveno círculo de hielo" (ambas dentro de la novela negra más social) o con Katherine Pancole y los ojos amarillos de sus cocodrilos, aunque la sombra de Steve Erikson y el renombre que está adquiriendo la Saga de Malazán amenazan con alterar el orden establecido...

domingo, 17 de junio de 2012

Roma vincit!

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No hace mucho leí en la edición digital de un periódico un artículo sobre una estudiante universitaria americana que había dedicado su tésis doctoral el daño que las películas románticas (principalmente las comedias) habían causado al público en general y al femenino en particular al crear unas expectativas irreales sobre las relaciones amorosas y la existencia de príncipes azules.

No es mi intención entrar a valorar el sentido de la tesis porque, de entrada, soy uno de esos que disfruta con una buena película romántica y, además, formo parte de ese grupo de “panolis” que ha creído, cree y seguramente creerá en la redención, en las segundas oportunidades y en que “el que la sigue la consigue”, por muy tonto que eso pueda resultar.

No he comenzado este post así para crear un debate sobre las películas románticas o una discursión sobre si soy un iluso tontorrón (aunque estoy seguro de que daría muuucho juego), sino para, aprovechando la segunda novela protagonizada por Quinto Licinio Cato, hablar sobre imágenes proyectadas y la forma en que pueden llegar a distorsionar la percepción del lector/espectador, .

Siempre se ha dicho que la historia la escriben los vencedores. Posiblemente no haya frase más cierta, basta con centrar la mirada en un mundo tan particular como el del deporte, lleno de mitos, historias y batallas  (y con tan poca memoria), para darse cuenta de que al final lo que queda es quién ganó y no tanto el como ganó o lo que pasó al final.

Si repasamos lo que sabemos de historia (sea mucho o poco) nos daremos cuenta de que, en general, quienes han prevalecido han quedado como buenos y quienes han “caído” han sido vilipendiados. Adoramos al Cid y cantamos sus gestas (permítaseme aquí cierta exageración ejemplificadora, por favor) y nos reímos de los caudillos moros. Alabamos los tiempos de conquista, en los que España disponía de un imperio en el que nunca se ponía el Sol y obviamos las masacres, matanzas y demás tropelías que se llevaron a cabo para conseguirlo. Aunque realmente no es necesario echar la mirada atrás, hoy miramos las noticias y vemos lo que algunos miembros de las tropas occidentales han hecho en Irak o en Afganistán durante la última década y nos llevamos las manos a la cabeza, pero dentro de apenas cuatro o cinco años todo eso habrá quedado en el olvido y ensalzaremos la (necesaria¿?) labor desarrollada allí obviando  todos los actos bandálicos que han tenido lugar allí.

La humanidad, necesitada siempre de mitos y leyendas, idealiza a los vencedores, los mitifica y sitúa en lo más alto del pedestal, obviando el alto coste de todas esas “victorias”, quizás por eso una novela como “Roma vincit!”, es (era y será siempre) tan necesaria.

Simon Scarrow nos lleva al comienzo de la conquista de Britania por parte del imperio romano (en el punto donde dejó la primera novela de la serie) y nos muestra la enorme dificultad que supuso para las tropas romanas, unas veces por merito de las tribus locales y otras por demérito propio ganar aquella guerra.

Llena de acción, aventura y entretenimiento, la novela no obvia ningún tema: el duro destino de los soldados incapacitados durante la batalla, los problemas de aprovisionamiento, los celos y disputas internas dentro del propio ejército (unas veces para conseguir reconocimiento, otras para salvar el pellejo), las luchas por el poder y la siempre presente corrupción institucional. Todo tiene su pequeño momento dentro de la historia pero quizás lo más destacable es que todas las posturas y opiniones tienen cabida, permitiendo al lector una visión más global, completa y compleja de una época siempre idealizada.

Nadie discute muchos de los avances logrados por el Imperio romano: el desarrollo de una red de comunicaciones, la creación de monumentos, la “pacificación” de los pueblos, una mayor culturización de toda Europa… pero casi nadie habla de las renuncias que todo esto conllevó, ya no sólo el elevado coste en vidas personales, también la gran pérdida cultural de cada una de las civilizaciones, la imposición del pensamiento único y unívoco, la pérdida de raíces…De la mano de Niso, un cartagines incorporado a la legión como cirujano,  conocemos de primera mano los peros nunca señalados de la sumisión al imperio romano y el resentimiento que, generación tras generación, se fue implantando en los “pueblos conquistados”.

¿Imperio o República? ¿no son acaso dos extremos igualmente viciosos? Y es que tampoco la forma de gobierno romana se libra de los comentarios y opiniones en esta novela. Por un lado tenemos al emperador Claudio, capaz de paralizar una guerra y perder toda la ventaja lograda hasta la fecha sólo para conseguir fama y  reconocimiento, obviando las repercusiones (coste en vidas, recursos, medios e incluso la posibilidad de perder la guerra) que sus acciones pueden acarrear. Pero , ¿justifica esto que personas como Tiberio, ansiosas por alcanzar el poder estén dispuestos a traicionar a miles de soldados sólo para conseguir destruir a Claudio? ¿Es la República la solución? Si el Imperio (que suele confundir el miedo con el respeto) tiende a acabar en dictadura y  en el caso de los romanos la búsqueda (asunción) de  la divinidad del emperador, la República y su “libertad-pluralidad” parece ir de la mano de la corrupción en todos los escalas y niveles.

Scarrow no toma partido, se limita a mostrar lo que está pasando dejando al lector la toma de sus propias decisiones una vez conocidas las distintas variantes y corrientes de pensamiento posibles

Si en “El águila del Imperio” el protagonismo era tripartito (Vespasiano, Macro y Cato) en “Roma Vincit!” es en el binomio Vespasiano-Cato en el que recae todo el peso de la novela. Con el primero asistimos a las luchas de poder dentro de la legión y, quizás lo más importante, escrutamos la realidad política romana en un periodo especialmente convulso: por un lado un Claudio caótico, incompetente y limitado, capaz de poner a toda Roma en un compromiso por alcanzar mayor reconocimiento social pero ¿cuál es la alternativa? “Los Libertadores”, el grupo en la sombra que intenta volver a la República parece dispuesto a sacrificar al ejército romano (abasteciendo de armas a las tribus locales) con tal de lograr su objetivo.  El otro frente, el que representa Tiberio, busca la caída del emperador pero sólo para conseguir mejorar su propia situación personal, sin importar qué y a quién haya que sacrificar por el camino. Entre todo este barullo institucional/social parece que el todavía Legado Vespasiano comienza a abrir los ojos y asimila entender que ante sus ojos se está disputando una partida en la que está en juego el futuro de Roma y él debe de ser parte. Una toma de contacto con la realidad que le lleva a contemplar las tres alternativas como algo pernicioso y a empezar a sopesar nuevas alternativas, convertido en un autentico empieza a ser un animal político.
En un nivel mucho más bajo, a ras de calle, las figuras de Niso y Macro. El primero, como “vencido”, representa la crítica al imperio romana, la visión negativa de la conquista. El segundo es la opinión del ciudadano de a pie que, sin cultura ni formación, adopta la propaganda del imperio como pensamiento propio, incapaz de valorar otras alternativas y posibilidades… y ahí, en medio, Cato, con un conocimiento cada vez más completo de la realidad, no es un mero ciudadano de a pie sin cultura ni formación pero vive/padece la dura realidad del frente sin tener que recurrir a la frialdad de los documentos, pero todavía es joven, ingenuo y algo inmaduro y la dura realidad a la que tiene que enfrentarse cada día puede ser demasiado para él. Eso, por supuesto, si el primer amor no acaba con él antes.

Al no tener que pararse a explicar a los personajes, esta segunda novela se puede centrar en otros aspectos hasta ahora sólo esbozados. Sus dos protagonistas cambian fruto de todos los avatares a los que se ven sometidos. Crecen como personas y conforme lo hace su conocimiento, se posicionan y desarrollan su propia visión de las cosas, su propia personalidad, con sus propias dudas, miedos y, por supuesto,  aspiraciones. Vespasiano como Cato dejan de ser polluelos, ya no están bajo el ala de su madre. Flavia y Macro, hasta entonces los paraguas bajo los que se cobijaban, que quedan relegados a un segundo plano conforme estos van creciendo. Con ellos lo hace la serie, que gana en valor histórico y cultural sin perder el tono ligero de la primera novela, su agilidad y la capacidad para entretener que, si cabe, es mayor todavía.

Scarrow no es Steven Saylor o Lindsey Davis, en sus novelas no se ve el derroche de conocimientos que poseen las anteriores y la visión de Roma es más sesgada, mucho mas difusa en parte por la lejanía de la capital pero también es más limpia que la de los otros dos pues sus protagonistas, Gordiano "El Sabueso" y Marco Didio Falco, son hombres a los que la vida les ha colocado en su sitio, ya están maleados mientras la mirada  de Cato todavía es ingenua pero asequible, quizás por eso llega más. 

Su ritmo dinámico y su lectura amena, llena de acción, traición y amor hacen de esta novela un buen complemento para los amantes de la antigua Roma que no rehuyan el ambiente castrense y busquen un acercamiento distinto a una época mucha más rica en matices y mucho mas compleja y convulsa de lo que los libros de historia siempre nos hacen creer.

domingo, 10 de junio de 2012

El fantasma de la Ópera (Shibboleth I)

Hay un episodio en la segunda temporada de "El Ala Oeste de la Casa Blanca" en el que un grupo de chinos , perseguidos en su país por ser católicos, se dirige a las costas americanas solicitando asilo político. Durante todo el episodio el Presidente Barlett evalúa la situación pero siempre se encuentra con el mismo dilema ¿cómo saber si son auténticos creyentes o si es un grupo de personas que se esconden tras la religión para lograr la residencia americana? 

En un momento puntual Barlett recuerda un pasaje de "El libro de los jueces" en el que los Gileaditas tras haber conseguido derrotar a los Ephraimitas, les mandan de vuelta a su territorio y bloquean el acceso al suyo situando centinelas a lo largo del río Jordán. Cuando una persona intenta pasar a territorio Gileadita el centinela le pide que diga "Shibboleth", pues en la lengua de los Ephraimitas el sonido "sh" no existe. Si el solicitante es incapaz de pronunciar la palabra es asesinado. 

Sin haber llegado a dar con la solución al problema el Presidente decide reunirse con el representante de los refugiados convencido de que deberá denegarles la entrada, pero durante la entrevista aquel hace referencia a ese mismo pasaje para explicar que entiende la disyuntiva a la que se enfrenta el máximo representante del gobierno americano, es entonces cuando pronuncia el (ya famoso) "Shibboleth" y, sin haberlo pretendido, logra el asilo para su gente.

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Nada me gustaría más que conocer una palabra cuyo uso permitiese a cualquiera que leyese este blog saber que un libro en concreto es "uno de esos libros", de esos que te llegan y se convierten en inolvidables. No el mejor que has leído, ni destila estilo por los cuatro costados, ni tiene una trama singular, pero, por algún extraño motivo, te "ha llegado" y eso lo sitúa por encima decualquier otro por más que la suma de sus distintas partes debería dar un valor mucho menor al conjunto. 

"Estupenda", "mágnífica", "sobresaliente", "obra maestra", "espectacular"... todas son formas de alabar una novela pero ninguno refleja ese algo más al que me refiero. Ese elemento intangible que se adueña de ti durante la lectura de la novela y que ya no te suelta nunca más.  Para referirme a eso voy a tomar el vamoso vocablo "Shibboleth" y, a partir de ahora lo utilizaré para definir aquellas obras cuyo valor no soy capaz de cuantificar pero que a mí me han parecido algo único.

Hacía ya algunos años que había leído la novela y siempre la he recordado con un gran cariño. La película, por mucho que en ella saliese Emmy Rossum, fue un mal sustituto y ya hace algún tiempo que sopeso la idea de intentar ir a ver el musical a Londres aprovechando que es su vigesimo quinto aniversario... pero con la certeza de que todos vamos cambiando con los años y sabeedor de que conforme pasa el tiempo tenemos tendencia a recubrir nuestros recuerdos con una patina protectora que siempre parece que los hace brillar un poco más, decidí releer la novela. 
Hace unos meses (el tiempo pasa muy rápido últimamente así que ya no puedo precisar sin tres, cuatro o cinco) intenté volver a leerlo. Lo cogí un día pero, lamentablemente, el intento no sobrevivió al viaje en autobús. Apenas había leído 20 páginas, es cierto, pero ahí no estaba nada de lo que yo recordaba, no conseguía meterme en la novela y acabé por cerrar el libro y terminé el trayecto mirando por la ventana y pensando en si había perdido una de mis novelas.

No recuerdo que novela cogí en aquella ocasión pero la que fuese consiguió sobreponerse a mis estudios, a la dispersión de mi cabeza y a cualquier otra circunstancia que por aquel momento me tuviese distraido. Lo que no olvidé fue esa sensación de duda que se había apoderado de mí en aquel momento. Casi todas las novelas de "la lista" pasaron a un segundo plano, pues no estaba dispuesto a seguir perdiendo libros así como así. Preferiendo un buen recuerdo que una nueva duda opté por dejar el tema relegado a un segundo plano y seguir con lecturas mas "mundanas".

Hace poco más de una semana sentí el impulso de volver a coger "El fantasma...". Un "todo o nada" en el que el destino de la obra estaba en peligro. Si me volvía a atascar, si me desencantaba recuperaba su sitio de antaño en la balda pero pasaría mucho antes de un nuevo intento, si gustaba.. si gustaba todo lo demás daba igual.

Las primeras páginas volvieron a costar pero como esta vez estaba preparado logré sobreponerme a Raoul, Vizconde de Chagny y a los nuevos directores  Richard y Moncharmin y, poco a poco, volví a estar dentro de los entresijos de la Ópera, ahí en medio de la función cuando la primera muerte sucede y el Fantasma deja de ser un rumor para convertirse en algo tangible.

Apareció la Sra. Giry y el recuerdo de "La Sorrelli" se fue difuminando dejando su espacio a la pequeña Meg y, por supuesto, a "la Helena de Troya" que siempre resulta ser Christine Daae y, para entonces, ya no había marcha atrás. 50 páginas, creo que no hicieron falta más para volver a estar inmerso en la trama. De repente todo tenía ritmo y era capaz de oír a la soprano cantar. Mi piel se erizaba con la representación de "Fausto" (obra que compré tras la primera lectura de esta novela y que espero ser capaz de leer tras esta segunda) y disfrutaba con el "juego del escondite" con que el Fantasma castigaba y martirizaba a los nuevos directores, a quienes enseñaba sus nuevas responsabilidades.

Amor, traición, desengaño, asesinato, redención... todo tiene cabida en la novela de Gaston Leroux, incluso la duda. ¿Merece Christine Daae la suerte que corre?¿realmente ama al Vizconde o es el miedo al Fantasma lo que le lanza a sus brazos?¿nunca llega a querer al fantasma?¿es el Vizconde héroe o villano?Y si es héroe... ¿por qué me cae tan gordo?¿Puedo querer a "Erik" y temer al Fantasma cuando se tratan de la misma persona?¿El Fantasma, nace o se hace?¿Y por qué me gusta tanto "El persa" cuando ni tan siquiera llego a saber su nombre durante la novela?

 Tres días me duró el relato y eso que no le dediqué ningún periodo adicional, sólo los trayectos en transporte público y las caminatas para llegar a los mismos, lo de siempre cuando tengo poco tiempo disponible en casa. Pero leí con avidez, con la alegría contenida que me dio el "haber recuperado" la novela y todo lo que ella me mueve. Mi primer "shibboleth"...habrá más porque la puerta para los demás vuelve a estar abierta.

domingo, 3 de junio de 2012

La casa de las vestales

No me gustan las colecciones de relatos pero a veces uno no tiene elección y es lo que toca. Al menos así lo decidió Steven Saylor cuando años después de haber escrito varias novelas de la serie protagonizada por su detective privado Gordiano, El Sabueso, decidió escribir una serie de historias cortas que sirviesen para rellenar el vacío de 8 años existente en la vida de su protagonista.

Un periodo de la vida de Gordiano (el que existe entre la primera novela "Sangre romana" y la segunda "El brazo de la justicia") en el que pocas cosas significativas acontecieron pero en los que distintos personajes cobraron mayor peso en la vida del protagonista y que, a la larga, ayudaron a conformar su forma de ser. Así, personajes ya conocidos, como Bethesda (su esclava) cobran mayor entidad y otros de nueva aparición/desarrollo como el patricio Lucio Claudio o el ya conocido pero casi ignoto Eco, hacen su primera aparición. Incluso Cicerón vuelve a campar por las páginas mostrando su orgullo y su particular forma de ser.

La serie conocida como "Roma Sub Rosa" no es una de mis favoritas. Prefiero la ironía, la acción y el amor que pueblan la serie de Lindsey Davids con Didio Falco a la cabeza, las dudas amorosas/existenciales de "la" Fidelma de Tremaine o las luchas y conquistas de Vespasiano, Macro y Cato escritas por la pluma de Simon Scarrow a las historias escritas por Steven Saylor pero reconozco que muestran al lector a una Roma distinta, más rica en matices y, posiblemente, más documentada...y en este formato reducido es mucho más llevadera.

Sacrifico la acción, la tensión y la intriga por acercarme a la época del reinado de Sila, la irrupción de Julio Cesar o el auge de Cicerón. Renuncio a las espadas y a cualquier posible climax por conocer algo más del teatro romano, de las luchas intestinas y los conflictos políticos de la época y, por que no decirlo, por poder ver como muchas de las situaciones actuales, por mucho que nos empeñemos, ya pasaban hace más de dos milenios.

El amor, la traición, la venganza, el sexo, la religión, la ambición, las intrigas políticas, la corrupción... todo esta inventado hace muuuuchos años, simplemente ahora se le da mayor notoriedad y se hace a mucha mayor escala ¿quién dijo universalidad?


¿Qué la narración es un poco lenta?¿qué Gordiano carece de atractivo?¿qué el humor brilla por su ausencia?¿que ni siquiera asistimos a las siempre socorridas "fiestas privadas"? todo eso es cierto y, como digo, la obra de Steven Saylor no es mi favorita pero tiene ese algo que hace que ocasionalmente la visites. A lo mejor entre un libro de Mankell y el siguiente de Connelly... a lo mejor después de Lehane para distender un poco el ambiente, o simplemente cuando tienes ganas de saciar esa necesidad imperiosa de "enriquecerte" y ampliar horizontes.

En esta colección hay alguna historia que merecen la pena. No todas pero si bastantes. A mí me ha gustado mucho "El cuento de la cámara del tesoro", que tiene más de fábula que de novela negra pero que nos lleva al antiguo Egipto para resolver (esta vez sin intervención de Gordiano) un robo en la tumba del faraón. También me han gustado 3 relatos por su "justo" final: "La última voluntad no siempre es la mejor", "los lémures" y "El gato de Alejandría". Donde vemos 3 formas distintas de corregir una injusticia cuando la legalidad no permite recurrir al Estado para dar con una solución. Y, para acabar, la "moraleja" o el "mensaje para navegantes" con que concluye "La desaparición de la plata de las Saturnales" que dotan de humanidad y sentido a los esclavos en una época donde más de uno los consideraba poco más que mobiliario con capacidad para hablar.

Si después de todo lo anterior todavía tienes dudas, he aquí una pequeña aclaración sobre lo que encontrarás en cada una de las historias:

En "La muerte lleva máscara" nos acercamos al mundo del teatro. Con cierto detenimiento pero sin aburrir  presenciamos una representación de "Aulularia" (o "La olla") de Plauto y nos encontramos con un asesinato acontecido tras las bambalinas. Una buena excusa para adentrarnos un poco en el mundo de la "farándula" romana y la primera posibilidad de disfrutar/conocer a Eco, el joven sordomudo "sacado" de la calle por Gordiano. Por cierto, ¿sabías que por entonces ya había daltónicos?Yo tampoco...

"El cuento de la cámara del tesoro" nos acerca al Egipto de los faraones de la mano de una pequeña fábula que narra Bethesda a su amo/señor/¿no-esposo? Gordiano. Una lectura ligera y entretenida que sorprende y agrada desde la simplicidad de su propuesta y lo singular de la historia. 

"La última voluntad no siempre es la mejor" es el punto de encuentro de Gordiano el Sabueso con el patricio Lucio Claudio, que desde ese preciso instante no abandona la novela en ningún momento y siempre sirve de contraste entre lo que es la clase noble romana y el pueblo "llano". Por desgracia la alegría y el buen gusto de este singular personaje quedan ensombrecidos por un relato duro que nos muestra como siempre ha habido "listos" dispuestos a aprovecharse de las "buenas personas". Aquí será el propio Claudio quien consiga traer algo de justicia a donde "el largo brazo de la ley" demuestra no poder llegar.

"Los lémures": No se refiere esta historia a los pobres primates sino a los "fantasmas/espíritus" de los muertos de los que toman su nombre. El relato más triste de toda la obra nos muestra  como en las luchas de poder siempre hay quienes se aprovechan de la inestabilidad social y de sus influencias para conseguir aquello que ansían aún a costa de la vida ajena. La plasmación del viejo dicho "ten cerca a tus enemigos pero aún más a tus amigos". Con amigos como estos... Y un final que hace más bien que mal aunque nadie acaba recibiendo lo que merece.

"El pequeño César y los piratas", un particular relato sobre traición y luchas intestinas dentro de los nidos familiares aderezada con la narración de una de las primeras "leyendas" sobre un Julio Cesar que a pesar de su juventud ya va dejando huella. El comienzo de la relación laboral (o de amistad) entre Bebo, ex luchador del circo romano y Gordiano.

"La desaparición de la plata de las Saturnales", la demostración de que los siervos también son personas y que, como tales, se toman su revancha particular sobre sus amos en el día a día y no sólo durante "las Saturnales", festividad en la que las tornas se giran.

"El zángano y la miel": celos, amor, traición y sexo. Los mismos elementos que mueven el mundo desde hace más de 2000 años. ¡¡y hay quien piensa que todo eso lo inventaron los guionistas de los culebrones!!

"El gato de Alejandría": vuelta a Egipto esta vez para presenciar los intentos de Gordiano de salvar la vida a un ciudadano romano acusado de haber matado a un gato en Alejandría. Aquí la traición se mezcla con la ambición mientras la religión, una vez más, es utilizada como herramienta para utilizar a la gente.

"La casa de las vestales"  si el iluestre Cicerón recurre a ti para que resuelvan una investigación en la que no se puede ver implicado no queda más remedio que aceptar, aunque eso te lleve a quebrantar las reglas religiosas y sociales que impiden la presencia de hombres en el templo de las Vestales por la noche. Un asesinato, una acusación de haber incumplido los votos de celibato, la pena capital y el asesinato de un hombre en los aposentos de una joven sacerdotisa son los elementos básicos entorno a los que gira este relato que pone punto final a la novela y, quién sabe, si a la carrera de Cicerón ...