sábado, 28 de enero de 2017

Pez en la hierba


Llevo varios días buscando la forma de describir las sensaciones que me ha dejado esta novela y no me resulta fácil porque su lectura ha acabado por convertirse en algo bastante personal, una de esas que por algún motivo te tocan.

Benévola es la primera palabra que me viene a la cabeza, por esa sensación de que te envuelve, te hace sentir y te lleva de la mano con tranquilidad y suavidad hasta tu destino. Una lectura de tarde lluviosa, en la que estás acurrucado en un sofá, con la manta encima, oyendo las gotas caer y te adentras en un terreno apacible, que hace que te olvides de todo, disfrutes del confort y, simplemente, sientas.

Fácil... cómoda... asequible... interesante... bien llevada... podrían ser otros adjetivos y formas de definirla, pero ninguna llega a estar por encima de "benévola".

Y eso que no termino de tener claro si es una novela negra de corte social e intimista o una novela contemporánea con algo de misterio de fondo. 

Habrá quién diga.. ¡¡ahhh, una del tipo de la serie de Baztán!!. Yo no establecería esa relación porque en esa serie hay una tensión y una espectativa hacia la investigación que en esta novela no se llega a general. 

El misterio, que lo hay (la desaparición y muerte de dos chicas jóvenes varios años atrás) está presente de forma constante pero no por la necesidad de resolver un misterio casi inescrutable y poner la ficha final que complete el puzzle sino como paso necesario e ineludible para restañar definitivamente una herida que destruyó el equilibrio de varias personas, sus familias y la ciudad en la que tuvo lugar y que, por mucho que quienes la sufrieron no lo quieran ver, aún hoy condiciona su existencia.

Me parece por eso tierna, apesar de la crudeza que en algunos momentos expone, pues no todos los que aparecen en ella lo son. Y por crudeza que la gente entienda muchas cosas pero no gore o cruenta.

Enriquecedora, porque de alguna forma sirve como viaje interior al lector, le lleva a recuperar sensaciones, recuerdos y vivencias íntimas con su familia o sus relaciones. Y, en mi caso, a dar gracias por cuanto he tenido y he podido disfrutar en mis relaciones paternas, con la comprensión y entendimiento del que he podido gozar y por la posibilidad de llegar a conocer a mis padres no sólo en su función de tales, sino como personas, en su caso llenos de matices y de elementos irrepetibles. Algo, que el Miquel de Ángel Gil Cheza empieza a descubrir bastante tarde.

Honesta, pues habla sin pudor de lo que casi nadie menciona, que todos, en mayor o menor medida, somos barcos a la deriva en algún momento de nuestra vida, pues es sencillo perder el rumbo y muy complicado recuperarlo.

Realista, con personajes que podrían ser nuestro vecino Paco, Mauricia "la pescadera" o, por qué no, nosotros mismos. Criaturas tridimensionales, llenas de emociones, sentimientos, dudas, incongruencias e indecisiones, que se juntan en un momento de sus vidas donde, de alguna manera, todos necesitan empezar a curar y cerrar heridas para poder seguir adelante.

Creíble, pues cuantos aparecen en la obra lo son pero por encima de todo lo es la forma en que se trata la vida y las relaciones entre las personas. 

Vivimos acostumbrados a sufrir por la diferencia tangible que existe entre la realidad que sufrimos en nuestras propias carnes y ese sueño maravilloso que en ocasiones (muchas) nos venden en la ficción (sea televisiva o novelada) o el que deducimos fruto del cotilleo en las páginas de facebook e instagram de otros, siempre vendiendo un amor  totalmente puro y sin aristas y explicando la vida como un camino bastante cómodo donde uno tiene la certeza de que por intentar las cosas y aguantar los sufrimientos, al final tendrá su recompensa.

Quizás por eso me ha llenado tanto "Pez en la hierba", porque no vende humo y se limita a narrar las vivencias de "personas", sus dudas, inseguridades y equivocaciones, y como, aunque les duela, deciden levantarse poco a poco sabiendo que quizás mañana la vida les vuelva a golpear de nuevo.

Es un intimismo que no quita para que de fondo aparezcan varios temas de fondo actuales (el fútbol, la crisis económica, la violencia de género...) pero siempre centrado en personas, en su día a día y en la forma en que viven y gestionan todos eso, dejando para el lector el recuerdo de personajes entrañables (como Pasqual o Ainara) redondos en sus imperfecciones, transmisores de emociones y sentimientos, capaces de hacernos recordar lo que es vivir.

En una época de consumo rápido, donde las cosas se acumulan y se suceden una tras otras, sin orden ni concierto, hay pocas cosas que nos atraigan lo suficiente como para que paremos un segundo y nos fijemos. "Pez en la hierba" es una de esas raras excepciones,  capaz de llegar cuando no lo esperas y dejar un poso para el recuerdo mientras nos ayuda a recordar, sentir y reflexionar a partes iguales.

Aunque sólo fuese por eso (o gracias a todo eso)...

Valoración: me ha gustado mucho.

martes, 24 de enero de 2017

Justice calling - The Twenty sided sorceress, book 1


Lo primero a explicar de "Justice calling" es que es una novella, es decir, es un relato lo suficientemente largo como para no poder ser considerado un relato corto pero no tanto como para poder llegar a ser un libro.

Su longitud es una de sus grandes bazas al convertir su lectura en algo bastante breve, con la dimensión justa para que de margen a meterse en la novela pero tan breve que no hay espacio ni a cansarse ni a poner a prueba el planteamiento global de la autora. Es, salvando las distancias, como si cogieses alguna de las novelas de Harry Dresden y te limitases a hablar/narrar una de sus subtramas.

Tiene el empaque justo, es agradable de leer, usa un inglés cotidiano que no exige sobreesfuerzos ni mucha consulta a diccionarios en paralelo y contiene una historia entretenida que atrae tu atención lo suficiente como para disfrutar.

Para aquellos que busquen lecturas rápidas es un tesoro, lleno de diálogo, con muy poca descripción y apenas atisbo de entornos o historias pasadas, lo justo para que uno vaya rellenando huecos a voluntad. Pura evasión sin exigencias.

Su protagonista (y la de la serie) es Jade Crow, hechicera fugitiva bastante más próxima a Kate Daniels (aunque ella no lo es) que a Harry Dresden (por muy mago que sea éste). Es un personaje con cierto carácter pero que no termina de mostrar un carisma propio que la haga cautivadora.

Los secundarios no están mal, similares en sus formas a los compañeros de aventuras de Buffy en televisión (agradables, de esos a los que coges cariño fácilmente pero que aportan poco a la trama salvo generar algún cargo de conciencia en la prota o tirar de ella cuando ésta quiere recular). 

Hay amago de amor o, quizás sea más correcto, de esa atracción sexual no resuelta que en parte del género se tiende a confundir con el amor a primera vista. 

Y algo de acción aunque Annie Bellet parece más próxima a la corriente que no centra en las luchas el peso de la trama y las resuelve con bastante rapidez. Cuenta, eso sí, con algún momento algo lúgubre, pero nada gore que espante a quienes rehuyen la sangre como el agua a los gatos.

Pero... hay una sensación que no tarda en aparecer y que permanece hasta el final de que hay mucho de Ilona Andrews y su Kate Daniels en la novela: un entorno más o menos similar (que ayuda a situarse en la trama y permite la brevedad de la narración) con varios tipos de cambiaformas y un juego de magias no muy detallado; una protagonista que huye de una figura (más o menos humanoide pero de carácter masculino) y que trata de permanecer oculta y que, además, cuenta desde esta novela con el apoyo de un impresionante cambiaformas (aquí en forma de tigre) con grandes dotes y facultades para la lucha, que se asemeja bastante al Curran de Andrews.

A favor... que desde el comienzo hay un punto más oscuro de lo que suele ser habitual en el género (no tanto por lo que se ve sino por donde puede acabar llevando a su protagonista) que puede dar mucho juego en función de hacia donde derive la historia y cuánto quiera apostar por esa vía Bellet.

Valoración: me ha gustado. Los peros están claros y todo dependerá de hacia donde vaya tirando la autora y lo que aporte con respecto a otras series del género que siguen un patrón similar. Hay demasiado en el género y, ahora mismo bastante variado, como para centrarse en "más de lo mismo". 

P.D: si tienes dudas sobre esta última afirmación, te emplazo a que vuelvas en unos días. En breve comentaré "Dead things" de Stephen Blackmoore, la primera (o segunda) gran sorpresa del año, mínimo primera en el género.

miércoles, 18 de enero de 2017

La forma del Agua - Serie del Comisario Montalbano, vol. 1


Soy lector de Andrea Camilleri desde hace bastantes años. 

Comencé con la serie de Montalbano, hará casi una década y, poco a poco, me fui adentrando en el universo de sus novelas independientes, siendo "La muerte de Amalia Sacerdote" una de mis preferidas y "La ópera de Vigata" y "La concesión del teléfono" las dos novelas con las que más he disfrutado.

Lo fácil... decir que lo que más me gusta es su acidez y capacidad para describir todos los pormenores de la corrupción en la sociedad italiana, la forma en que se gestiona y como mancilla a todos cuantos toca, sin dejar incolume a ninguno de los estamentos de la sociedad pero con el tono justo para que uno no sienta que todo es una mierda. 

Su único pero, lo que menos me gusta... su enorme brevedad. En apenas 3 horas uno puede dar cuenta de prácticamente todos los libros del autor italiano.

Lo difícil... reconocer que mi percepción de Camilleri ha cambiado con los años. Lo que antes parecía vanalidad y satira sencilla se ve ahora con una mirada algo más cínica y ligeramente  resabiada, que disfruta con la trama siguiendo cada paso, leyendo con menos premura y fijándose más en los detalles, reconociendo alguna de las artes y maneras con las que hay que transitar por el día a día laboral y al desenvolverse en la propia sociedad.

Así, la lectura fluida se convierte en divertimento a dosificar, procurando ser capaz de seguir el hilo de un autor que tiende a moverse con habilidad en el juego de espejos y medias verdades que Montalbano tiene que tejer para  sobrevivir en un entorno hostil, donde nadie es de fiar y un paso en falso puede llevar a la supresión inmediata de tu vida.

La ligereza en el trato puede llevarle a pensar al lector que se encuentra ante una obra menor, ligera e inocua, que exagera y entretiene y no en una de las mayores denuncias sociales que existen sobre el sistema de corruptelas, servidumbres y mafias que campan por sus respetos en muchas de las sociedades mediterráneas actuales.

Camilleri no describe la realidad con el tono narrativo, mesurado y lineal de Petros Markaris, ni con la pesadumbre y el ambiente funesto y derrotista (casi derrotado) de Jean-Claude Izzo, pero va desmontando capa a capa cada estrato social, explicando la gran mentira que se esconde dentro de la actual construcción del Estado de Bienestar y de los (así llamados) Estados Sociales y de Derecho.

Mi sensación, por lo menos hasta hace un par de semanas, era que la mejor versión del autor se estaba dando en los últimos años (con la excepción de "Mujeres", que no me gustó), porque aunque (o gracias a que) la sutileza ya no llega al mismo grado de finura que antes, el mensaje es un puntito más directo e incisivo pero la relectura de la primera entrega de Montalbano me hace dudar de si lo que ha cambiado es la mirada del lector y no la forma de escribir del narrador.

Cuando comencé con este tipo de novelas lamenté profundamente la situación de Italia, me compadecí por cuanto les acontecía, no entendí cómo se permitían tener los dirigentes que les lideraban y, por supuesto, que hubiesen dejado que la corrupción se asentase en todas sus instituciones. Ahora me doy cuenta de que la distancia entre la Italia de Camilleri y la España actual no es tanta y que quizás lo que realmente nos separa es que alguien se haya atrevido a profundizar en la situación y denunciarla de una forma comercial y de fácil consumo.

En concreto, en "La forma del agua" nos encontramos con una muerte accidental de la que muchos intentan sacar partido y en la que Montalbano intenta poner algo de luz y, como se descubre al final, que haya algo de justicia. 

En el camino le veremos mostrarse como uno de los más grandes actores de la historia (y no precisamente por su arte con el disfraz), navegar en un "mar bravio" como sólo el más avezado de los pescadores es capaz y logar esconder sus más recónditos deseos y anhelos incluso a los ojos del espectador hasta el golpe de efecto final.

Como lector... creo que pocas autores son capaces de crear un ritmo y un mensaje tan claro con tan poco, dando además un toque de humor e hilaridad muy de agradecer, por mucho que es difícil dar con una novela suya que no amargue al final.

Como ciudadano... lamento que no haya más gente con la capacidad e interés por denunciar y poner de manifiesto las miserias de la sociedad que habito para ver si poco a poco el mensaje así cala, ya que es evidente que las noticias y la prensa ya no sirven para hacer llegar a la gente nada.

Valoración: Me ha gustado.

lunes, 16 de enero de 2017

Cold cold ground - Troubles, vol. 1



En las dos/tres primeras semanas del año se me está acumulando el trabajo y las lecturas, así que tengo que acelerar un poco con los comentarios o me voy a pasar el año arrastrando y descolgando libros (y no quiero que pase).

Quizás por eso intentaré ser algo más breve y, si es posible, más claro en los comentarios evitando en lo posible reventar nada.

"Cold cold ground" es la primera novela de la serie protagonizada por el sargento Sean Duffy, policía irlandés, con estudios superiores y católico en la Irlanda independentista de los años 80. Una rara avis con pocos puntos en común con casi nadie (ni dentro ni fuera del cuerpo).

La trama tiene un corte bastante clásico a pesar de estar situada en los años 80, más por el perfil del protagonista que por su ambientación temporal. 

Como novela negra dentro del "Género de misterio" está bastante alejada de las sensaciones y el vértigo de un buen thriller y aunque no está mal bien ambientada (consigue que inmediatamente te sumerjas en el clima de Irlanda en aquél momento) queda lejos de ser tratable como novela de corte social.

La narración va de más a menos, con un comienzo sobrio, pausado, en tonos oscuros (casi blanco y negro), marcado por la tensión existente en las calles y la (o)presión con la que viven los agentes de la ley su profesión en una sociedad que no les respeta y les sitúa entre los primeros objetivos de los ataques por encarnar/representar al enemigo opresor.

Pero esa atmósfera se va diluyendo conforme pasan las páginas y el peso empieza a recaer en su protagonista, un Sean Duffy igual de gris que el entorno, que pasa de  hombre mesurado, racional, coherente y cabal a un ángel vengador acelerado e intempestivo, que no sabe gestionar la situación y actúa a impulsos exagerados, mero peón en manos de personajes poderosos que le mueven desde la sombra.

La novela promete mucho más de lo que da y se va descafeinando a pasos agigantados hasta terminar con un rush final alocado que desvirtúa a personaje y autor al romper con las premisas iniciales de la obra. 

En "Pez en la hierba" de Ángel Gil Chieza (novela con la que estoy ahora), su protagonista Miquel (editor de libros) explica, en un momento en el que discute con la escritora cuya novela trata de "mejorar",  que los personajes hay que sentirlos, conocerlos, "acostarse con ellos", para poder construir novelas consistentes, donde el estilo y la perspectiva sea siempre la misma, dotando al conjunto de unidad de forma  y de tratamiento, de tal forma que el lector no pueda percibir ningún cambio que le choque y le haga salirse de la historia y pueda, así, acabar con sensación de un todo coherente.

Esa sensación es la que no he tenido durante la lectura de "Cold cold ground". Desaparece hacia la mitad de la novela, momento en que hay un cambio en el personaje que no se justifica de ninguna forma.

Que un personaje evolucione es normal, es parte del proceso, lo va haciendo "Harry Hole" de Nesbo, como resultado de las experiencias que va viviendo y la realidad en que habita, con una sociedad que no le ofrece las respuestas que considera necesarias y justas. Y lo hacen muchos otros (Harry Bosch de Michael Connelly,  Franck Sharko de Thilliez, por ejemplo), incluso en una misma novela, como es el caso de Martin Beck en alguna de las tramas construidas por Wahlöö y Sjöwall, pero en estos casos el tiempo es un personaje más de la trama y es la erosión de su paso la que menoscaba la fe y creencias y comportamiento del protagonista. 

En la obra de McKinty el tiempo no es factor determinante (todo sucede en un espacio muy limitado de tiempo), el carácter previo del protagonista no justifica su proceder (al comenzar la novela está muy lejos de las zonas grises (tirando a negras) en que habita el Rebus de Ian Rankin) y no hay hechos (ni una carrera prolongada, ni una frustración acumulada, ni una sensación de impotencia o de impunidad...) que justifiquen la vertiginosa metamorfosis del sargento Duffy, que pasa de sobrio, serio, sereno, mesurado, educado (tiene la carrera de psicología en un cuerpo donde la mayor parte de sus compañeros carecen de estudios), correcto y racional  a comportarse de forma extraña (o al menos incoherente con todo lo que nos han vendido hasta entonces), convertido en un ser temperamental, irascible, errático, que va dando bandazos y actúa de forma impulsiva, vulnerando la legalidad y dejando de lado todo lo que se suponía que era su forma de ser y sus creencias personales.

A la novela de Adrian McKinty le falta empaque, quedando en conjunto como un conjunto de lugares comunes dentro de lo que es el género, con una trama que llevada de otra forma podría haber dado bastante juego pero que no está bien gestionada. 

Una novela floja para un género que actualmente cuenta con un volumen significativo de novelas nuevas publicadas cada año. 

Difícil que repita por aquí.

Valoración: No me ha gustado.




lunes, 9 de enero de 2017

Perdida en mi memoria


Empiezo el año de forma similar a cómo lo terminé (lo que no es bueno), con una novela del montón que, además, me decepcionó tras un principio bastante prometedor.

Brianne Miller parte de una premisa interesante (mujer agredida y dada por muerta que se despierta en el hospital sin recordar nada de su pasado con el problema añadido de no saber en quién de cuantos le rodean puede confiar), con una ambientación bastante lograda y una narración veloz que llega a conseguir en las dos primeras docenas de páginas generar un clima óptimo para un buen thriller.

Y ahí se acaba todo...

Epitafio de una novela decepcionante:  poco después la narración va perdiendo su fuerza, desnaturalizando la premisa inicial y lo que había conseguido hasta entonces.

No creo hacer spoiler si afirmo que tras la salida del hospital (poco más de una décima parte de la novela) la novela abandona el género negro para convertirse en algo distinto bastante próximo (si no lo es directamente), a la novela rosa de toda la vida, con dos personas que apenas se conocen dedicándose en cuerpo (sobre todo eso) y alma (lo que recuerda de ella la protagonista) a conocerse y gustarse, dejando de lado persecuciones, miedos y acosos por parte del asesino en cuestión.

El thriller es un género complicado que requiere mantener la tensión durante la mayor parte de la novela, dar algún sobresalto, sorprender al lector/espectador y llevarle a ritmo acelerado y creciente hacia un final cumbre, pero fundamentalmente que "la sombra del asesino" o "la sensación de peligro" sea constante, recordatorio del riesgo que corre el/la protagonista. Si se nos saca de esa situación y nos envuelven en sonidos de campanillas y pétalos de rosa, al final estamos ante un aguachirri bastante insulso. Todo eso brilla por su ausencia en la novela de Miller. 

La autora decide centrarse en recrear el encuentro de dos personas y todo el esplendor de los inicios de su relación, en un conjunto bastante artificioso y poco creíble (o es la edad que me ha vuelto rancio) de cuento de hadas, donde todo es increíblemente bello.

Mi parte más humana lo tacha de irreal, infantilón y naive... si mi pareja (que además detesta los thrillers) leyese la novela tengo la certeza de que se cabrearía (y mucho) ante esa idea de príncipe azul que viene al rescate de joven indefensa y sin memoria, amor que crece de hoy para mañana con una intensidad brutal y donde todo tiene que acabar a las mil maravillas... y mi lado lector critica un cambio radical en la narración que demuestra no saber gestionar los tiempos y vender humo, trivializando el género negro t dando, además, justificaciones tramposas y rebuscadas que terminan por mosquear.

De tanto que prometía, se quedó en nada.

Del asesino en serie... ni rastro. Hasta casi el final, en un climax inexistente que te deja frío, frío, con alguna explicación para echarse a reir y unas últimas páginas bastante descafeinadas.

Novela de consumo ultra rápido, sin exigencias de ningún tipo y credibilidad justita.

Valoración: No me ha gustado.

P.D: Con un corte parecido (ni mucho menos igual), también con algo de edulcoramiento pero con tiempos más claros y una mayor honestidad, me parece que "Un lugar donde refugiarse" de Nicholas Sparks (que pasó por aquí el año pasado), tiene algo de novela rosa pero con momentos de tensión mucho más conseguidos, logrando, además, poner el punto de mira en las relaciones tóxicas, los problemas de las víctimas de violencia de género y la necesidad de huir de quienes la sufren y manteniendo en todo momento un tono de tensión ajustado.