lunes, 9 de enero de 2017

Perdida en mi memoria


Empiezo el año de forma similar a cómo lo terminé (lo que no es bueno), con una novela del montón que, además, me decepcionó tras un principio bastante prometedor.

Brianne Miller parte de una premisa interesante (mujer agredida y dada por muerta que se despierta en el hospital sin recordar nada de su pasado con el problema añadido de no saber en quién de cuantos le rodean puede confiar), con una ambientación bastante lograda y una narración veloz que llega a conseguir en las dos primeras docenas de páginas generar un clima óptimo para un buen thriller.

Y ahí se acaba todo...

Epitafio de una novela decepcionante:  poco después la narración va perdiendo su fuerza, desnaturalizando la premisa inicial y lo que había conseguido hasta entonces.

No creo hacer spoiler si afirmo que tras la salida del hospital (poco más de una décima parte de la novela) la novela abandona el género negro para convertirse en algo distinto bastante próximo (si no lo es directamente), a la novela rosa de toda la vida, con dos personas que apenas se conocen dedicándose en cuerpo (sobre todo eso) y alma (lo que recuerda de ella la protagonista) a conocerse y gustarse, dejando de lado persecuciones, miedos y acosos por parte del asesino en cuestión.

El thriller es un género complicado que requiere mantener la tensión durante la mayor parte de la novela, dar algún sobresalto, sorprender al lector/espectador y llevarle a ritmo acelerado y creciente hacia un final cumbre, pero fundamentalmente que "la sombra del asesino" o "la sensación de peligro" sea constante, recordatorio del riesgo que corre el/la protagonista. Si se nos saca de esa situación y nos envuelven en sonidos de campanillas y pétalos de rosa, al final estamos ante un aguachirri bastante insulso. Todo eso brilla por su ausencia en la novela de Miller. 

La autora decide centrarse en recrear el encuentro de dos personas y todo el esplendor de los inicios de su relación, en un conjunto bastante artificioso y poco creíble (o es la edad que me ha vuelto rancio) de cuento de hadas, donde todo es increíblemente bello.

Mi parte más humana lo tacha de irreal, infantilón y naive... si mi pareja (que además detesta los thrillers) leyese la novela tengo la certeza de que se cabrearía (y mucho) ante esa idea de príncipe azul que viene al rescate de joven indefensa y sin memoria, amor que crece de hoy para mañana con una intensidad brutal y donde todo tiene que acabar a las mil maravillas... y mi lado lector critica un cambio radical en la narración que demuestra no saber gestionar los tiempos y vender humo, trivializando el género negro t dando, además, justificaciones tramposas y rebuscadas que terminan por mosquear.

De tanto que prometía, se quedó en nada.

Del asesino en serie... ni rastro. Hasta casi el final, en un climax inexistente que te deja frío, frío, con alguna explicación para echarse a reir y unas últimas páginas bastante descafeinadas.

Novela de consumo ultra rápido, sin exigencias de ningún tipo y credibilidad justita.

Valoración: No me ha gustado.

P.D: Con un corte parecido (ni mucho menos igual), también con algo de edulcoramiento pero con tiempos más claros y una mayor honestidad, me parece que "Un lugar donde refugiarse" de Nicholas Sparks (que pasó por aquí el año pasado), tiene algo de novela rosa pero con momentos de tensión mucho más conseguidos, logrando, además, poner el punto de mira en las relaciones tóxicas, los problemas de las víctimas de violencia de género y la necesidad de huir de quienes la sufren y manteniendo en todo momento un tono de tensión ajustado.


No hay comentarios: