viernes, 29 de septiembre de 2017

Los casos de Horace Rumpole, abogado


Tras un periodo de ocupación masiva que me ha impedido pasar por aquí a comentar lo que he podido leer, vuelvo con la intención de ponerme al día tan pronto como sea posible con todo lo pendiente.

Empiezo con "Los casos de Horace Rumpole, abogado" siendo consciente de que hay unas cuantas lecturas más antiguos pendientes de comentario, pero hoy no dispongo de mucho tiempo y creo que con ésta tengo la idea de lo que quiero decir bastante clara así que...

De las novelas que he leído últimamente me parece de las más flojitas. 

No voy a negar que en este año ha habido unas cuantas olvidables, o al menos intercambiables, es más, con una o dos de las que aguardan comentario tengo algo de descoloque porque dentro de que tienen un asesino en serie entre sus páginas no termino de tener claro a cuál de las parejas investigadoras estoy refiriéndome en cada momento, así que tendré que releer la sinopsis para ubicarme antes de hacer algo más.

Con Horace Rumpole lo tengo bastante más claro, es difícilmente olvidable porque no hay muchas novelas parecidas, otra cosa es que ésta, merezca la pena. Para mí no es el caso.

Mi problema con Rumpole es, fundamentalmente, de forma.

Pasó según comencé a leerlo, sabía que no era algo que me fuese a entrar bien pero, además de que me cuesta mucho dejar un libro a medias, lo cierto es que no quise quemar otras novelas con más opciones en un momento en que no iba a estar tan centrado como para disfrutarlas como merecen.

Desde la primera página la novela se nota vieja, esa sensación que transmiten aquellos relatos que te producen cierta desazón al empezar con ellos porque "no suenan" como el resto. No es un problema de ambientación o temática, eso quiero que quede claro, Anne Perry, por ejemplo, ambienta sus novelas en la época vitoriana pero nunca transmiten sensación de obsolescencia, con un lenguaje claro, ameno, agradable de leer.

Quizás se deba a que las novelas no fueron el punto de partida de la serie, sino la televisión, donde triunfó. No discuto que en aquel formato pudiese tener éxito y "sentido". Finales de los 70, comienzos de los 80, con una televisión bastante benévola y un público poco exigente. A nada que contase con un actor carismático y una ambientación correcta, la cosa pudo funcionar bastante bien.

En novela, por desgracia, la situación es otra.

Y uso "novela" cuando la realidad es que más bien se trata de sucesión de casos que tiene que defender Rumpole en los juzgados de Londres. Relatos cortos que en su día posiblemente se publicasen en periódicos o revistas de forma aislada y que después de recopilaron para conformar un libro. En ese formato posiblemente tuviese algo de sentido, con una lectura muy rápida, sin apenas margen para cansarse ni margen para tener sensación de repetición.  Pero al agruparlas todas pierde la gracia.

Cada caso se convierte en una repetición del anterior, no tanto por la temática como por los lugares comunes que continuamente visita, casi utilizando las mismas palabras en cada historia. 

Las continuas referencias a "Ella la que debe ser obedecida", a su historia en el buffete, los casos que le hicieron famoso, su conocimiento sobre las máquinas de escribir y su estudio sobre las manchas de sangre. Una y otra y otra vez van apareciendo en el libro, en el mismo orden, con repetición de las gracietas y comentarios, hasta el momento en que, no has llegado a la mitad de la novela cuando ya te han saturado.

Así que llega un momento en que comienzas los capítulos con cierto miedo y algo de enfado,  con un lenguaje no ayuda, ambientación es casi inexistente y los personajes, que es lo único que te puede dar la historia, se muestras bastante desangelados, sin gracia ni alma alguna.

No hay ningún momento en que termines de sumergirte en la lectura, notando cada vez una urgencia mas acuciante por poder terminar el libro y cambiar el registro. Con ese desgaste y cierto desánimo, el conjunto, que sin ser largo se hace lento, acaba por convertirse en algo eterno.

Y la lectura que aporta, ya que en cada caso se plantea alguna cuestión polémica o debatible sobre el ejercicio de la abogacía en cualquier momento temporal, pierde parte de su sentido porque transmite siempre al lector una finalidad moralizante que la desprové de parte de su encanto.  

La realidad es que el texto es que la narración no es cautivadora y las historias ni emocionan ni impactan (al contrario de las de Von Schirach, el otro abogado que ha pasado por este blog).

Por mucho que John Mortimer intente que Rumpole resulte agradable y gracioso no lo consigue, quedándo un personaje apolillado, envejecido, de retirada y resignado, frío para el lector, representante de una época misógina y clasista que si bien no representa sí le prové de algunas características que no resultan agradables y, además, su "padre literario" le dota de una flema británica que no siempre disfruta el lector, por mucho que el personaje se sienta muy gracioso.

Valoración: no puedo decir que esté mal, pero desde luego se ha quedado muy lejos de gustarme.


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