viernes, 8 de septiembre de 2017

El perro de terracota - Serie del Comisario Montalbano, vol. 2


En el último post hablé de un artículo de "El País" dedicado a los referentes del nuevo "spaghetti crime" italiano, un conjunto de escritores llamados a suceder al que para muchos (entre los que me encuentro) es el padre/referente de la novela negra italiana actual, Andrea Camilleri.

Quiso la casualidad que por aquel entonces ya estuviese con la segunda entrega del Comisario Montalbano, lo que me ha condicionado un poco a la hora de establecer el siguiente post a escribir con la idea de enlazar el comentario de este libro con el post anterior.

No es la primera vez que Camilleri aparece por aquí

Es un autor que me gusta. No es uno de mis favoritos pero si un autor capaz de hacerme disfrutar y pensar. Es cierto que mi visión de sus novelas ha ido cambiando con los años, siempre primando las novelas sueltas (mas condensadas y directas, con una carga social/crítica mayor y una crítica más marcada) que las de Montalbano, quizás porque al ser obras posteriores es el estiilo del propio autor el que también se refina o los tiempos se vuelven "más seguros" y permiten un mensaje más claro. 
Considerándolo siempre un autor referente creo que hay que destacar que su estilo agradable de leer tiene un tono ácido y mordaz, con un trasfondo muy crítico con su país y el clima general del mismo, eso sí, un tono que endulza algo el mensaje y aligera el "peso" que como lector deposita en ti.

No son historias narradas con el corte del "spaghetti crime". No son adrenalíticas, no hay apenas acción (por no decir nada), afortundamente cuenta con un toque "negro" y "cínico" que ameniza y una prosa muy característica de frases cortas, mensajes concisos y escasa descripción. Y sin embargo transmite y narra como nadie, delimitando y señalando todas las carencias de la sociedad que habita.

Sus historias exigen aunque su forma resulte altamente agradable para el lector. Hay pocos autores que se puedan leer con un ritmo elevado y que sean capaces de construir una historia con un menor número de palabras (hasta el punto de que en varias ocasiones he hablado de lo poco que compensa económicamente su adquisición para el lector, que se deja una buena suma de dinero en novelas que, con un poco de atención, se pueden leer en 2-3 horas).

Curiosamente, conforme pasan los años y me hago mayor... o mejor, conforme voy disfrutando más con la lectura y presto más atención a los detalles y menos a la urgencia por terminar lo que tengo entre manos, me va resultando algo más árido, exigente como pocos, con un estilo que diverge del mensaje y una tendencia muy marcada a dejar un regusto agrio en el paladar.

Si coges sus novelas (sobre todo las primeras) la tendencia de la vista es correr y acelerar y la del cerebro dejarse llevar como hace con otras muchas novelas actuales. Entonces surge el problema, se pierde información, porque el quid de la cuestión en sus obras reside en lo que no dice, en lo que omite.

Lo fácil es sentarse a leer, pasar páginas y cuando terminas decir: "qué buen rato he pasado", "cómo me he reído cuando..." y sin embargo, cuanto más lo leo, más pesadumbre y resignación encuentro en sus textos. 

Con el paso de los años me resulta un autor concienzudo y brillante, de tóno bastante gris y no ese entremés ligero que en ocasiones utilizaba para intercalar entre novelas más "serias".

La realidad es que no es el único autor con denuncia social pero cuando uno mira atrás se da cuenta del elevado número de  crímenes y actitudes que nunca se corrigen en sus novelas. La tendencia que tiene el ser humano a ir asumiendo y aceptando una sociedad más corrupta, a justificar/admitir/resignarnos ante lo que pasa, convertidos en espectadores que asumen lo que pasa como "normal" y acostumbrados a la mierda que vemos a diario y silenciando el mensaje constante de queja social. 

Sus libros están llenos de denuncia. Son muchas las novelas de Camilleri en el que el crimen no paga o no lo hace en los términos y la forma en que estamos acostumbrados pensar (o sería conveniente demandar a nivel social)

La primera vez que me di cuenta de esto fue con "La muerte de Amalia Sacerdote" y, poco a poco, empecé a releer varias de sus novelas y  comprobar que la escritura de Camilleri es harto complicada, llena de elipsis y silencios que debe rellenar el lector conforme avanza la novela y perífrasis que "rodean" la cuestión sobre la que se habla pero sin terminar de nombrarla, siempre con un tono apagado y lleno de pesar, por mucho que sus diálogos y la frescura de la réplica lleve a pensar justamente en lo contrario.

A la gracia fácil con Catarella llega el recordatorio de cómo ese "personaje" llegó a la Comisaría. El "amigo" de Montalbano, Mimi Augello, tan agradable para el lector en la primera impresión  no actúa nunca en beneficio de la sociedad, sino del suyo propio, movido por el afan de llegar más rápido y de la forma más asequible posible a sus metas sin atender a las consecuencias de sus actos, urgido por una necesidad extrema de destacar y acaparar los focos. Falso modesto, narcisista integral, trepa de carrera, nada de lo que ves cuando nos lo presentan hace presagiar lo que te vas a encontrar al final. Lo que los relatos muestran de él.

Y "en el perro de terracota"...

Es la obra más confusa que recuerdo de Camilleri, desconcertante como veinteañero peleón que fui en su día (y que sigue ahí pugnando por no marcharse), con una historia que comienza en un punto para terminar con algo totalmente distinto.

No se trata de una evolución/avance coherente de la trama sino de la intercalación de tres historias distintas que se van sucediendo poco a poco.

Ninguna de las historias posee una gran entidad por sí sola, cada una sirve de desencadenante de la siguiente y lo que resta se nos narra de forma entrelazada, contando su conclusión no de forma directa a través de los ojos de Montalbano sino de forma tangencial, por medio del boca a boca de terceros.

En su día no entendí los saltos y lo interpreté como un totum revolutum que su creador ideo para vender como libro tres relatos cortos. Veo algo distinto, en una interpretación posiblemente equivocada pero que hoy suena bien cuando lo pienso... Veo investigaciones que llegan a callejones sin salida, no porque no se sepa qué ha pasado sino porque tal y como está en ese momento la sociedad quien investiga asume la imposibilidad de llevarlas a buen término.

Las explicaciones a los hechos posteriores no son más que la escenificación como los temores de Montalbano acaban por hacerse realidad.

Mi visión deriva del desarrollo de una idea/planteamiento que creo que Camilleri intenta hacernos llegar a través del jefe del cuerpo de Policía, en una charla personal que tiene con el protagonista, en el que habla de la necesidad del Comisario de buscar otros objetivos "idealizados" para cubrir la frustración y el dolor dejado por investigaciones insatisfactorias que castigan la moral y frustran a quien trata de hacer las cosas bien.

La sucesión de las historias es vertiginosa, la narración incisiva, la crítica omnipresente y la denuncia social forma parte de cada una de ellas. 

En estos relatos vamos a encontrarnos una muestra más del triste sino de Montalbano (elegido por un conocido mafioso para ser quién le aprehenda), presenciaremos una tragedia con tintes atemporales (la escribió Camilleri en 1996, habla de eventos ficticios de 50 años antes y, tristemente, mantiene el vigor hoy) y presenta una muestra adicional de cómo a veces (en según que ámbitos es más correcto decir "casi siempre") el crimen no paga y la ineptitud (y la mala fe) de muchos de los empleados de la administración (policial, judicial, gubernamental....) y personajes de la propia sociedad, tiende a dejar crímenes sin castigo (o, al menos, sin que se castigue a todos los culpables) y a quien obra bien padeciendo.

Demasiado comentario para un libro que se lee en apenas 3 horas pero que deja, eso sí, reflexión para algún momento posterior.

Valoración: Me ha gustado. Aunque reconozco que quizás no era la lectura que necesitaba en ese momento concreto y que lejos de darme paz y transmitirme alegría, apagó algo en mi interior con el mensaje de fondo. 

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