lunes, 16 de octubre de 2017

Carne picada


Me equivoqué, de no haber sido así creo que nunca habría llegado a este libro.

Estoy convencido de que habría sido una pena pero, si normalmente digo cómo llego a ciertos libros, me parece lo lógico reconocer que "Carne picada" llegó a mí (o yo llegué a él) por un error y que, de  haber ido todo de la forma habitual,  es probable que ni habría sabido de su existencia.

Cuando me lancé a la caza de un libro, lo hacía buscando en concreto uno de Carlo Lucarelli, autor de novelas negras italianas. Quería leer algo suyo (es uno de los mencionados en aquel artículo sobre el "spaghetti crime" de "El país" de hace un par de meses), sin tener muy claro cuál. La idea era darle una oportunidad para ver si me interesaba seguir con él en la lista de pendientes (esta vez con un argumento propio no heredado) o si se podía caer por no ser de mi gusto. En el fondo se trataba de darle "su momento".

Al buscar en la página de la librería busqué por el autor y apareció un listado, entre el que el título "Carne picada" me llamó la atención. 

Vi la sinopsis, generé una expectativa (que a posteriori se ha demostrado injustificable) sobre crímenes y asesinatos en una cocina y no me fijé en ningún momento en que el nombre de la portada que acompañaba a Lucarelli era Leonardo y no Carlo.

Así que con ese derroche imaginativo y una portada que se ajusta perfectamente a lo que es el eje de la novela del autor y, desgraciadamente, al de mi paja mental, estaba totalmente dispuesto a emprender su lectura sin entrar a valorar nada más.

No me di cuenta del error (ni novela negra ni Carlo Lucarelli) hasta la mitad de la historia, cuando me puse a buscar cuándo había estado Lucarelli en una cocina o si todo lo narrado era pura y simple ficción.

Ahí, Leonardo apareció como alguien distinto a Carlo. Mientras éste es un maestro de la novela de misterio el otro es un cocinero que se convirtió en chef en la última década.

En mitad de una historia, sin sangre de por medio (salvo la originada por el corte de un dedo de la mano en un descuido) y sin sensación de thriller por ningún lado, acabé por reconocer el error, me reí de mi mismo, me puse colorado, dejé de buscar lo que no podía encontrar ahí y me limité a seguir disfrutando de la historia con los elementos que me habían dado, sin buscar nada más.

Es evidente que se sale de mis lecturas habituales, lejos de cualquier parecido con la novela negra o fantástica que suelo tener entre mano. Como casi todas las que me han gustado ha llegado a mi vida sin querer y se queda sin que haya forma de poder evitarlo, a pesar de no procurarme el solaz y la evasión que siempre busco.

"Juntos, nada más" de Anna Gavalda o "El silencio de la ola" de Gianrico Carofiglio, son dos de los mejores ejemplos de este tipo de novela que no tienen fama pero que en un momento dado me marcaron y desde entonces me acompañan con el paso de los años, a la espera de momentos futuros en las que las releeré (por segunda, tercera, cuarta vez...). La primera de las dos, que tiene un aire más cotidiano y también dedica algo de su tiempo al mundo de la cocina (aunque con un carácter más tangencial) ofrece algo más próximo a la obra de Lucarelli, si bien la forma de escribir del autor italiano se asemeja más a la de su compatriota.

Me gusta sus primeras páginas (y, por qué negarlo, lasúltimas). Para mí marcan el conjunto de la novela al predisponerte como lector. En ellas Lucarelli habla de por qué uno quiere ser cocinero y lo hace con honestidad, desde mil puntos de vista, con el conocimiento que da haber vivido y entendido las motivaciones, necesidades y deseos de quienes se mueven a tu alrededor. 

Lo hace sin juzgar y con una simpleza de planteamiento que te aproximan a él en apenas cinco minutos. Y lo mejor es que muchos de esos porqués no se circunscriben tan sólo al mundo de la cocina, son extrapolables a mil situaciones distintas de la vida (profesiones, hobbies, adicciones, etc...), describiéndolas con pulcritud y un carácter marcadamente directo.

Escribo sobre una novela introspectiva, que habla de personas (con el marco de la cocina de telón de fondo, pero podría haber sido algún otro universo profesional altamente competitivo y muy estresante, creo que por desgracia ejemplos sobran), del paso de los años, de las expectativas creadas (y de lo que sucede cuando no se cumplen), de los giros inesperados, de la suerte y de su ausencia...

Su protagonista, el propio Leonardo Lucarelli, nos narra casi veinte años de su vida. Lo hace de forma amena, describiendo el día a día, demostrando que no hace falta ser minucioso para ser detallado, con un personaje (él mismo) real y tangible, que vive muchas cosas, algunas (quizás muchas) de las cosas que cuanta forman parte del pasado común de muchos de nosotros y, quizás por eso, resulta muy agradable (y algo triste) de leer.

Ni siquiera la ambientación eminentemente italiana produce distanciamiento. Las personas (al menos con vínculos culturales marcadamente mediterráneos) son bastante similares y, aunque es evidente que las celebrities a las que se refiere en la novela no son conocidas aquí, no resulta difícil extrapolar comportamientos y caracteres.

Los desvaríos, inconsistencia, errores y triunfos (los del protagonista) son los de muchos de nosotros o, al menos, son muchos de los míos. Su aprendizaje similar, su carácter, sus impulsos, su forma de ir entendiendo el mundo, todo me ha hecho recordar y pensar en momentos y paisajes aislados, a las dudas de entonces (incluso aquellas que siguen acompañándole (o me) aunque pasan los años), los sueños que siempre están por ahí esperando a verse cumplidos, la sensación de que nos vendieron una versión de la vida que no llega nunca y que deja un poso muy amargo conforme avanza el tiempo y empiezas a entender que nunca va a presentarse como la habíamos concebido.

Lucarelli no vende el secreto de la felicidad y se agradece. Narra un periodo de su vida (casi hasta el presente) y deja abiertas todas las alternativas posibles, porque hasta cuando está cerrando la historia quedan pendiente dudas y reflexiones, con esa sensación de que su vida (y la nuestra) es cambiante y no existen fórmulas fijas que garanticen un resultado de forma permanente.

No incluye momentos muy románticos (ni en el concepto de la vida ni en cuestiones amorosas), lo que convierte su lectura en un ejercicio de realismo muy de agradecer, con una amistad increíble aunque escueta con un Matteo al que todos querríamos tener de amigo. 

Es la historia de una persona en una zona intermedia, lejos de esos afortunados que hacen realidad todas sus metas pero también de quién se cría y vive en zonas marginales y no tiene salida a su situación desde que nació. Por eso me ha resultado muy fácil identificarme con él, sentirme a gusto con su lectura y entender lo que le mueve (y lo que le detiene).

La ambientación en el mundo de la cocina sirve para explicar mejor un mundo idealizado en según que medios y martirizado en el resto, entendida como un ambiente de trabajo como muchos otros, cambiante, estresante y despótico, donde no siempre quién mas sabe es el que progresa y donde la suerte juega un papel muy importante en el resultado final de tu trabajo.

Que me gusta el mundo de la gastronomía y lo que mueve creo que alguna vez ha quedado patente en este blog pero, si bien me gusta la sensación de un protagonista que explora distintos aspectos de ese "ecosistema" tan singular y a la vez tan desgastante (desde la nouvelle cousine a la comida más tradicional, pasando por sitios que simplemente dan de comer de la forma más rápida y sencilla posible (sea o no buena)), lo que más me gusta es la sensación de que esta novela la ha escrito alguien que ha vivido con aciertos y fracasos y que cohabita espacios comunes a los míos.

Leer sobre ti mismo sin tener que escribirlo tú tiene un gran valor. Ese viaje personal en el que me ha sumergido "Carne picada" no tiene precio por mucho que sus peros existan y sean muy presentes, entre otros que no deja muchos momentos para el recuerdo a los que poder aferrarte cuando tratas de recordarla.Quizás, como pasa con la propia vida, lo inolvidable es la emoción sentida cuando pasas por el lance y el recuerdo que te deja cuando lees algo parecido en el que otro es el protagonista.

Valoración: me ha gustado.


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