domingo, 2 de abril de 2017

"Love, Rosie" o "Donde termina el arcoiris"



Mi historia con "Love, Rosie" comenzó hace algo más de dos años, cuando salió la película. La ví, la volví a ver... lo hice una tercera vez.... y, tras localizar el "based on the book..." conseguí la novela original.

Tras un año de vacancia, comencé su lectura pero tras cubrir las primeras 60 páginas, descubrí que me hacía sonreír pero que no conseguía arrancar el instinto de ir a por todas con él y lo dejé apartado pendiente de, quizás, un momento mejor.

Ha pasado más de un año desde entonces y siempre lo he visto en mi biblioteca, lo colocaba para tenerlo en la terna final pero nunca lo acababa cogiendo... demasiado largo, conocía la historia, no quería realismo... mil y una excusas para no elegirlo.

Hace poco más de tres días me decidí a darle la oportunidad. Con miedo, no paso por el momento más centrado de los ultimos tiempos, así que ni por temática, ni por idioma ni por longitud tenía claro si realmente conseguiría llevar su lectura a buen término.

Las dudas se apagaron el segundo día cuando conseguí pasar el momento en el que me quedé la vez anterior. Ese en el que la novela diverge un poco de la película y te puedes enganchar tranquilamente sabiendo que lo que lees no lo has "visto" todavía o no así.

Dos días más tarde, tras un empacho de proporciones épicas aprovechando un fin de semana algo anodino y la necesidad de aprovechar la coyuntura para saldar esta deuda pendiente, sólo puedo decir que no me equivoqué cuando lo compré, aunque no sé si mi estado de apatía se debe en parte a la novela.

Voy por partes.

Por estilo es una de las novelas más ágiles que se pueden tener en las manos. Epistolar no se ajusta a su contenido pero sí muestra una idea clara, casi toda la novela (menos el último capítulo) consiste en una sucesión de escritos (que van desde cartas a notas de papel en clase) entre los dos protagonistas o alguna de las distintas personas que les acompañan durante un periplo de varias décadas.

Es una novela carente prácticamente de descripciones, sólo las justas para que quién lea la carta se sitúe en un hecho concreto. Es en los cambios de personajes y puntos de vista como su creadora consigue hacernos llegar la complejidad de cuánto acontece, la idea global de las mil historias (y vicisitudes) que acontecen en la vida de sus dos protagonistas principales (Alex Steward y Rosie Dunne, en quién se centra el núcleo duro de la novela).

Es una novela extremadamente realista que muestra el día a día de todos nosotros a lo largo de un periodo de tiempo extenso, por lo que uno debe ir mentalizado a que no se trata de una comedia al uso, sencilla y sin complicaciones, que se deja una vez terminada sin que te haya hecho pensar. O, al menos, yo no he sido capaz.

Me ha sorprendido mucho el ver parte (si no todas) de mis reflexiones personales en boca de varios personajes. Consejos que en un momento dado en situación similar hasta dado (o recibido), quejas sobre el sinsentido que es en muchas ocasiones la vida, la ruptura con conceptos como felicidad absoluta, como que la vida te recompensa, que todo llega, que hay un momento en que la llegas a entender, que llega el día en que ves como tu esfuerzo fructifica, que todo se puede explicar, que lo malo ha sido buscado y que si obras bien al final obtienes tu recompensa.

Leer sobre todas estos temas sin que quién lo haga te esté intentando convencer de nada es muy de agradecer, intentar pasar por su lectura sin que algo se remueva dentro es harto complicado. Vida, muerte, amor, soledad, amistad, frustración, rabia, desencanto, engaño... todo tiene su momento en una novela que está muy lejos de caer en el paroxismo propio de telenovela mala. Los personajes que Ahern pasea por su obra son tan mundanos y cotidianos que casi es posible ponerles cara y nombre próximos a nosotros, sus sentimientos, emociones y afecciones son tan "creibles" que te llegan solas, sin necesidad de que ninguno de los personajes haga alardes de nada. Sus "errores" son los nuestros, sus "aciertos" en muchos casos ni siquiera llegan a tener el brillo del héroe literario y tienen más de breve remanso en una vida tumultuosa que de uno más de muchos momentos brillantes (igualito que los del resto). Y todo crea un todo coherente, perfecto en la infinidad de imperfecciones, aristas y carencias que el día a día nos ofrece a cada uno de los que tenemos la suerte de vivir.

El núcleo es la relación entre Alex y Rosie, cimentada a los 7 años y sometida a mil y un requiebros, aciertos que no fructifican y errores que les paralizan, acumulando un sin fin de momentos memorables que resulta muy díficil olvidar una vez los has leído.

Y es que "Love, Rosie" tiene algo de "cotilleo de diario", de intromisión en sentimientos ajenos y quizás por eso gusta tanto. No vives las cosas directamente sino contadas a posteriori por alguno de quienes lo han vivido y se entremezclan las opiniones.

El amor aparece de mil formas y muestra todas y cada una de sus caras, lejos de los relatos idílicos de otras obras, mostrando algo mucho más terreno, tanto que en ocasiones olvidamos lo que realmente es (o debería ser) y asumimos que es un estado mucho más próximo a un entendimiento bien llevado que a algo más visceral e íntimo.

Todo esto aparece relatado en la obra, de por sí extensa, amena aunque con algún tramo que se hace algo duro de seguir, en el que quien no haya visto la película tendrá la suerte de no poder ponerle cara a los protagonistas y vivir el relato en su plenitud desde un punto de vista subjetivo.

Yo no he conseguido quitarme a Sam Cafflin y Lilly Collins de la cabeza en toda la narración, en distintas versiones y edades, quizás porque estuvieron bien elegidos desde el principio (quién sabe), pero reconozco que a muchos otros personajes he ido poniéndoles cuerpos y caras muy british, con recuerdos de películas como "Notting Hill" o "Cuatro bodas y un funeral".

He buscado imágenes de las distintas zonas de Irlanda que aparecen mencionadas, he seguido sus andanzas y he querido a sus personajes. Y, aunque sólo fuese por eso, ha merecido la pena.

Como digo, quizás por mi situación personal (o sea mérito intrínseco de la novela), he acabado interiorizando alguna de las charlas, recordando momentos de mi vida, situaciones pasadas y presentes, experimentando un montón de emociones encontradas y analicé distintos momentos y decisiones.

Dentro de eso que llamo "Novela contemporánea", "Love, Rosie" tiene un punto intimista del que muchas otras carecen. Muestra personas en entornos reales, con emociones y sentimientos creíbles, que te hace viajar por lo que los anglosajones llaman "Memory lane" y Carina, el baúl de los recuerdos y eso, dependiendo el momento en el que estés es bueno o no tan deseable.

Para mí el conjunto sitúa esta novela a la altura de novelas que me han impactado mucho como "La mujer del viajero en el tiempo" o "Juntos, nada más" pero incorporando una mayor carga emocional por el viaje interior que te puede llevar a hacer. Con esta novela no he sentido la necesidad imperiosa de llorar que hace años me generó "The notebook" de Nicholas Sparks (o "Mensaje en una botella") pero me ha generado un mayor nivel de agitación emocional, por mucho que durante su lectura la sonrisa y algún amago de carcajada a aflorado por si sóla.

Valoración: me ha gustado mucho.

P.D: No he revisado el post. No lo he releído. Quizás mañana. Si hay algún contrasentido, alguna inconsistencia, algún error ortográfico, mañana será otro día, hoy se trataba de escribir lo que me ha movido la lectura antes de que mi cerebro empiece a limitar (adulterar) su recuerdo.

En otro orden de cosas...

Esta noche volveré a ver la película dos años más tarde. Aún no estoy preparado para despedirme de Alex y de Rosie.

Repaso mucha peli antigua con recuerdos en las últimas semanas, quizás por eso menciono poco cine por aquí últimamente, pero sí quiero mencionar a una artista, Vanesa Martín, que descubrí tras mucho tiempo buscando una canción que oía pero no era capaz de situar y que a día de hoy, con "Munay", se ha convertido en una de las voces que más me evoca en el día a día y que escucho con más asiduidad junto a un Manuel Carrasco que con canciones como "Ya no" o "Uno x uno" me ha sorprendido enormemente.

Cualquier día de estos me atrevo con "Me before you" de Jojo Moyes o "One day" de David Nicholls.



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