En el mes de marzo, al dejar el
mundo de las oposiciones de lado, me encontré con mucho tiempo libre, muy
poquitas ganas de pensar y, sobre todo, ninguna gana de quedarme parado.
Fue entonces cuando el origami entró
en mi vida. Fue algo accidental, se juntaron mi curiosidad por la papiroflexia
(que siempre había estado ahí pero que nunca había ido a más, porque ¡¡total,
para hacer dos pajaritas y tres ranitas que saltan!!) y un accidente, una búsqueda
de búhos por Internet que me llevó a ver uno de papel, precisamente de Román Díaz, que se convirtió en un punto
de inflexión.
Con el convencimiento de que quería
añadir ese búho a mi colección y la temeridad que da el desconocimiento, decidí
que si ahí afuera había gente que podía hacer “eso”, yo también debería poder,
que simplemente iba a ser una cuestión de tiempo y paciencia.
Han pasado nueve meses y… y aún
sigo aquí, dándole al papel en mis ratos libres, ojeando y cotilleando
diagramas de unos y otros, mientras intento aprender sobre los distintos tipos de
papel que existen para poder decidir cual debo usar y en qué momento. En este
tiempo el origami se ha convertido en mi compañero de entretenimiento, en la
forma en que mato un número importante de horas, perdido entre hojas y colores,
intentando progresar.
Si en un principio sólo estaba Román
Díaz, ahora cotilleo a Robert Lang, Gachepapier, Joseph Wu, Andrei Ermakov,
Eric Madrigal, Richard Galindo o Tom Defoirdt, entre otros y raro es el día en
que no paso algún rato mirando galerías de flickr, por diversión y motivación.
El objetivo de poder hacer el búho
de Roman Díaz sigue ahí, pero ya no es el único. De distintos autores han ido
surgiendo nuevos proyectos y nuevas metas. Un día quiero conseguir hacer el
Toro de Stephan Weber o el murciélago de Tom Defoirdt, me gustaría llegar a
saber como consigue Gachepapier dar tanto carácter a sus figuras o como
consigue Obelisk crear figuras tan realistas, quizás por eso siga intentándolo
día tras día, siempre con la idea de un día poder llevar a cabo mi propia
creación.
Por mucho que el número de
diseñadores y plegadores que conozco va en aumento y los modelos que quiero
conseguir llevar a cabo no parecen tener fin siempre encuentro el momento para
volver a Roman Díaz y su “Origami Essence”, una obra ingeniosa y curiosa que
disfruto ojeando y cotilleando y también plegando. Y es que si algo diferencia a Roman Díaz de
otros autores es que consigue que el proceso de llevar a cabo sus figuras (al
menos aquellas que ahora mismo estoy capacitado para plegar) sea algo divertido.
Utilizar “divertido” en algo
relacionado con un mero doblar el
papel parece algo absurdo pero creo que es la palabra que mejor define lo que
se siente cuando uno pliega las obras
de este original creador. Su gran mérito es convertir el proceso de plegado en
un fin en si mismo, el resultado final relegado a un segundo plano,
subyugado por el placer de ver como este
autor es capaz de convertir los pasos intermedios en algo único.
Cuando empecé a plegar lo hice de
la mano de Román Díaz , primero con su pequeño panda, luego con sus peces
inflables y finalmente (y de momento) con su jabalí y su pingüino. Durante
bastante tiempo “Origami essence” fue mi libro de referencia y el único
documento que usaba para plegar. Es un libro didáctico y bien diagramado que
permite una introducción paulatina y gracias al blog que su creador publicó
hasta 2011 (dosisdiaria.blogspot.com) uno puede adentrarse en el mundo del
origami y empezar a entender cuál es realmente ese misterioso atractivo que
tanto cautiva a quienes lo prueban.
Diaz es didáctico e informativo,
pero además es tremendamente entretenido y acercarse a su obra es como intentar
hacer un puzzle mientras alguien te explica el por qué se han cortado las
piezas de una forma u otra. Siguiendo sus pasos uno tiene la sensación de que
el papel se va colocando donde debe, en su posición natural, como si sólo te
estuvieses limitando a darle su forma original y eso es algo que no todos los
diseñadores consiguen y lo sé porque una de las cosas que más me sorprendió
cuando empecé a realizar figuras de otros autores es que el proceso de plegado
se convertía en algo “forzado”, en algo muchísimo menos entretenido, más un
trabajo que una diversión.
Hoy, tras todo el tiempo pasado, sigo
prefiriendo a Román Díaz a muchos otros autores precisamente por eso, por ese “algo”
intangible que acompaña a sus creaciones, desde las más complejas a las más
sencillas.
Y sí, posiblemente hablar de
origami y de la obra de Roman Diaz no sea lo más lógico en este blog, a fin de
cuentas no es una novela, ni un tratado, sino más bien una colección de imágenes
y de pautas que uno debe seguir para alcanzar un objetivo pero sí es la obra
que más he mirado y remirado a lo largo de todo este año, lo he hecho en infinidad
de ocasiones y estoy convencido de que de ahora en adelante lo haré muchísimas
otras más porque aún me queda mucho por hacer y por aprender.
Y para los que nada más empezar
han pensado ¿¿origami, y para qué sirve eso? Sólo puedo decir:
- Pocas cosas me han dado tanta
tranquilidad como el origami. No creo que sea la solución a todos los problemas
del mundo pero sí una forma de desconectar de la realidad y de disfrutar
haciendo algo con las manos a un precio muy razonable.
- La variedad de posibilidades y
variantes que ofrece el mundo del papel parece casi ilimitada: pop-ups (esas
tarjetas recortadas que hacen las delicias de los niños), kirigami (que son
construcciones de papel donde se puede recortar y pegar) o el propio origami,
donde se utiliza papel (normalmente cuadrado) para construir figuras por medio
de pliegues, sin recortar, pegar o realizar aditamento alguno.
Para quienes estén interesados en
cotillear y descubrir algo más tan sólo puedo recomendar algunos creadores que
conozco con algunas de las figuras que más me gustan. Normalmente basta con poner el nombre del
autor y el de la creación para poder ver en “Imágenes” de google un repertorio
de esa figura plegada por distinta gente aunque hay autores que disponen, además,
de páginas en flickr para mostrar sus fotos y creaciones. El listado que sigue
no es exhaustivo y sólo intenta mostrar alguna de las posibilidades que ofrece
este amplio mundo pero hay muchísimo más y es difícil que no haya algún
diseñador que no se ajuste a los gustos de quien busca.
Román Díaz: y su máscara de
león, su “Roc”, evidentemente su “Buho para Nicolás”, su hipocampo o su garza.
Robert Lang: y toda su
colección de insectos de papel, con especial atención a sus mantis y, fuera de
eso, el colibrí (hummingbird) que expuso
en el museo de Minnesotta.
Eric Joisel: que ha dejado una colección de músicos inimitable,
junto a un pangolín sobresaliente y a tres figuras del Señor de los anillos
para el recuerdo.
Obelisk: o como se diga en su idioma natal, pues es asiático. A mí,
por ejemplo, me gusta mucho su “Housemaid”
Satoshi Kamita: y cualquiera de sus dragones.
Joseph Wu: Y su Gorgona.
Stephen Weber y Tom Defoirdt: del primero su toro, del segundo su
murciélago y su gato.
Gachepapier y su “Red baron”, a medio camino entre Snoopy y “Patán”
de los autoslocos.
Beth Johnson: con sus máscaras,
sus osos, sus búhos y su tortuga
Eric Gjerde: con cualquiera
de sus teselas.
- El origami me ha permitido
crear figuras de papel y alegrar el día a gente que me importa regalándoselas
posteriormente. Creo que hay pocas cosas mejores que esa, por mucho que requiera
muchísimo tiempo y esfuerzo aprender a hacerlas realmente bien y creo que es
una actividad que cualquier padre/madre debería intentar compartir con sus
hijos. No sólo le va a ayudar a tener una estupenda percepción espacial y a
mejorar la coordinación mano-ojo, sino también a ser paciente mientras se
divierte en el proceso. Hay muchos libros de animales y figuras para niños y
muchos de ellos son sencillos y muy
entretenidos. En una época en la que la televisión, los móviles, Internet y las
consolas parecen absorber todo nuestro tiempo, tal vez sea un buen momento para
retomar las manualidades junto a las personas a las que queremos y así poder
pasar un rato en compañía de los más pequeños disfrutando con las cosas más
simples. Quienes puedan deberían intentar aprovecharlo al máximo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario