domingo, 30 de septiembre de 2012

El filo azul de la medianoche

Llevo una vida bastante sedentaria y muy rutinaria, llena de hábitos que no consigo quitar, tics incontrolados y caminos trillados. El trabajo no ayuda, marcado (imagino que como muchos otros) por la ausencia de dinero y una completa subordinación a distintos mecanismos de control interno que dificultan (o imposibilitan) cualquier actuación distinta a la más básicas desarrolladas hasta la fecha. Si un informe ha conseguido el visto bueno se guarda y se convierte en la base de todos los que están por venir, mientras la jefa (en este caso la mía) eleva su característico "coge el del otro día y lo fusilas" a la categoría de mantra departamental.

En esa tesitura lo único que busco es una vía de escape, durante el día en los libros y por la noche en las series de televisión. En mi vida hay más, por supuesto, y tal vez un día aparezca por aquí pero lo que es la base de mi característico día a día es, en principio, esa.

Quizás por eso exijo tanto a lo que leo o veo, depositando en esos elementos fuera de mi control tanto peso y esperanzas. Quiero algo distinto aunque sé que es muy complicado, pero es que para fusilero mayor del reino me basto y me sobro yo, así que si adquiero algo (un libro, una temporada de alguna serie televisiva o un cd) lo hago buscando encontrar esa "paz interior" que me da el aprendizaje, el entretenimiento y el reto que la monotonía cotidiana no me permite.

Por eso no me valen las novelas "prefabricadas", las burdas imitaciones que se aprovechan del éxito creado por la "novela del año" (esa que siempre ha escrito otro) y se limitan, no a seguir su estela, sino a fusilar su argumento, realizando los cambios justos para poder calificar como "suyo" el resultado final pero evitando a toda costa cambiar algo más, no vaya a ser que en el camino se pierda la esencia que dio la fama "al otro".

No es algo nuevo. Hace unos cuandos años (¿más o menos una década?) se puso de moda que en el primer episodio de cada serie policial de televisión muriese uno de los protagonistas. Al final esos pilotos se vieron relegados a meros entretenimientos familiares pues, al menos en mi casa, sólo servían para apostar durante el primer intermedio (sin prisa, que para eso duran lo que duran) por quién iba a ser la posible víctima y cuál la causa de su muerte. Si querías saber si le ibas a dar una oportunidad a la serie tenías que esperar al segundo episodio para formarte una opinión un poco más clara (y justificada).

Algo parecido pasa con la novela negra de corte más clásico, que da la sensación de que no puede ver nacer una nueva versión si no sigue un patrón muy definido, al menos en esa primera novela: policía, casi siempre varón, mediana edad (entre 30 y 50), con problemas (familiares, mentales o de adicción, entre otros. Si se juntan varios puntua doble), relegado/recluído/autoexiliado a puestos menores y obligado a formar parte de una nueva investigación en contra de su voluntad (y buen juicio). Si aparece un personaje femenino hay un 40% de posibilidades de que se convierta en su próxima relación sentimental (normalmente hacia el final de la novela), otro 40% de que guarde algún tipo de relación con lo que esté pasando (y últimamente hasta que sea "la" mala, directamente) y el 20% restante que cumpla las dos condiciones a la vez. Y todo termina siempre con una confrontación cara a cara entre cazador y presa, sin tener muy claro quién es quién en ese juego, entre un psicópata (que pasaba por la vecindad en esa época) y el protagonista (que quería estar en cualquier otro lugar). Confrontación de final predecible y que, además, siempre encuentra la resolución en el último momento, cuando nuestro adalid consigue salvar el pellejo in extremis casi, casi con su último estertor.

No sé quién hace las reglas, tal vez es el profesor que imparte "Novela negra 101" en alguna universidad americana o el editor que da el visto bueno a lo que presenta el escritor novel pero antes de publicar "esa" primera novela exige/pide que escriba "la primera de verdad". Sea como sea parece que es lo que el público demanda, al menos es lo que se refleja tanto en las ventas de esas novelas como en las listas de novelas favoritas que de vez en cuando se publican en internet. 

Sobre esas listas lo más sencillo sería decir algo como "lo que me llama la atención es"... y quedarme tan pancho. Particularmente son muchas las cosas que me llaman la atención: por ejemplo, listados con 50 novelas negras favoritas. Si yo pienso en 50 novelas negras (sin necesidad de que sean mis favoritas), tendría que estar leyendo sólo novela negra durante un año y pico y luego ser capaz de acordarme de todas ellas. Casi todas son de los mismos autores (al final es casi la bibliografía entera de cada uno de ellos), lo que a mí no me va, más propenso a un poco de variedad en mis lecturas pero.. y por último, y directamente relacionado con este post, si ves los argumentos hay muchas con psicópata/asesino en serie de por medio. Debe ser que las muertes solitarias no se estilan...ni los robos a bancos... ni las estafas...ni....

Lo cierto es que los psicópatas y los asesinos en serie (que suelen ser figuras coincidentes, la verdad) gustan y mucho. A mí no me desagradan pero sí que me cansan, sobre todo cuando es el comienzo de una serie, porque casi siempre es ese argumento manido, repetido hasta la saciedad, que has leído una y mil veces en distintas versiones que, al final, siempre resultan la misma, sin importar los cambios "significativos" que hayan hecho. Si es que "aunque la mona se vista de seda..."

Son pocos, muy pocos, los autores que escribiendo estas novelas presentación hacen ostentación de todo su repertorio y dejan entrever el juego que pueden llegar a dar. El nombre que me viene a la cabeza para ejemplificar esto es el de John Connolly, que recurrió a un psicópata (si se le podía llamas así, pues para mí era un asesino en serie y aquí no era lo mismo) para presentar a Charlie Parker pero fue capaz de salirse de lo ordinario y, además, sentar las bases sobre las que tenía previsto erigir el resto de la serie. Si le excluyo a él no se me ocurren muchos autores que me hayan llamado la atención con una primera novela de ese estilo. Siendo justos quizá Patricia Cornwell con "Post mortem", pero reconozco que acabé tan empachado con la séptima u octava entrega de Scarpetta que procuro no pensar mucho en ella, la verdad.

... "El filo azul de la medianoche", a pesar de contar con todos los elementos previsibles y carecer de "efectos sorpresas", curiosamente,  me ha gustado bastante. Vamos a ver, no la incluiría dentro de ninguno de mis reducidos "Top top" pero creo que estaría en esa franja de "buenas para distraerme un rato sin complicaciones", por debajo de otras mas notables pero por encima de muchísimas mas.

Johanthon King me parece un buen narrador, capaz de aunar el detalle y la agilidad en la narración, quizás no uno soberbio de los que te atrapan con sus primeras líneas y no te sueltan hasta que el libro está bien colocado en la balda, pero sí uno que no te importa dejar a otros por miedo al qué dirán. Creo que cumple y creo que, además, ha elegido muy bien sus personajes secundarios: Bill Manchester y los Everglades.

Bill Manchester es un abogado negro que ayuda a Max Freeman (el protagonista de la  novela) en cuanto está en su mano, fundamentalmente garantizar sus derechos ante la policía y conseguir información que pueda ayudar durante la investigación. No llega a tener el papel activo de otros secundarios como Bubba, Ángel y Louis (todos ellos citados en este blog en incontables ocasiones, lo sé) en sus respectivas series pero es un personaje muy interesante, llamativo y, sobre todo, trementamente agradecido para el lector (al menos para éste) que ve en él alguien con quién empatizar. Su tartamudeo, su carácter sereno y su paciencia (que cuando uno debe tratar con Freeman se convierte en un requisito imprescindible) hacen de él un personaje con seña de identidad propia, y eso, para mí, visto lo visto,  es muy importante.

Los everglades es el lugar donde sucede toda la historia. Es donde Freeman se retiró cuando... se retiró (jeje) y es donde vive y trabaja. Es un elemento más de la novela, no sólo como escenario de cuanto acontece, también porque puede guardar una estrecha relación con la motivación del asesino y ser la  posible causa por la que pase... lo que pasa.

No es que esté como loco de contento porque por fin un autor me haya sacado de paseo fuera de los ambientes urbanos clásicos americanos. Es algo más que una mera cuestión estética, no un mero cambio de las luces de neón por las corrientes de un río, sino la posibilidad de conocer otra forma de entender la vida, otra forma de pensar y una sociedad (o parte de ella) que todavía se opone a la urbanidad y cuanto ésta representa (para bien y, sobre todo, para mal). 

Sí "Mas oscuro que la noche" centró mi mirada en el Bosco y su obra al convertirla en parte de su trama y  "El camino blanco" me acercó un poco más a la realidad de Carolina del Sur y a los problemas de discriminación que hubo (y sigue habiendo) en la región, "El filo azul de la medianoche" me ha permitido conocer a "los everglades" mas allá de las imágenes que uno ve, de vez en cuando, en alguna serie o película de televisión. No sólo ha servido para descubrir que no es lo mismo "los Glades" que "los Everglades" sino que me ha mostrado la problemática social y cultural que existe por la existencia de los primeros y su continuo afán de expansión. 

Gracias a esta novela he podido recordar que Estados Unidos no es sólo un conjunto de grandes ciudades donde los individuos van con prisas a todos los lados sino un conjunto vastísimo de personas, culturas y opiniones en constante conflicto y que no todos aquellos "incidentes" que aparecen en nuestros televisores tienen su origen en que una persona está mal de la chaveta, que diría mi abuela.  Para muchos no será gran cosa pero para mí es un premio a mi persistencia y uno de los  motivos que sitúan esta novela un poquito más arriba en mi escalafón particular. Si tengo que pasar por este particular calvario cada vez que comienzo una serie negra qué menos que poder llevarme algo como recompensa, ¿no?

Y sí, no he comentado nada de Max Freeman, el protagonista, pero es que, la verdad, no hay mucho que comentar, pues hasta la fecha no es más que un cliché, un estereotipo con patas, ese personaje que mientras lees te recuerda a muchos otros que has "conocido" antes y que cuando terminas eres incapaz de individualizar. De momento el entorno y un secundario que se lo come por completo (y tiene una vida amorosa mucho más interesante) sirven para salvar el primer match ball en contra y que le de una oportunidad a "Las viudas negras" (la segunda novela ) pero entonces hará falta algo más que tire del carro.

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