domingo, 9 de septiembre de 2012

El tiempo entre costuras


Nuestra evaluación de la inteligencia de los demás se basa casi enteramente en cuán cercano es nuestro pensamiento al de ellos. Estoy seguro de que hay gente por ahí que está en violento desacuerdo conmigo en la mayoría de las cosas, y soy lo suficientemente amplio de mente como para conceder que tal vez podrían no ser completamente idiotas, pero prefiero sin duda la compañía de gente que está de acuerdo conmigo”.

Este fragmento es un extracto de la novela Belgarath el Hechicero, escrita por David Eddings (fantasía épica, para quien le interese), no sé de quién es la traducción pero por lo que pude comprobar era muy fiel al texto original (pues la acompañaba). Yo no la encontré en la novela original si no en el prólogo que el origamista Joseph Wu escribió para la obra “Origami Essence” de Román Díaz. Pocas cosas me gustarían más que compartir con quien lea esto mi casi recién descubierto gusto por el origami, las largas horas que puedo pasar sentado plegando y lo mucho que le debo a Román Díaz por ello pero prefiero dejarlo  para otro día en que disponga del tiempo (y el valor) necesario para hacerlo con el detalle necesario para mostrar mi agradecimiento más sincero.

Siguiendo los principios expuestos arriba la única concluisión a la que puedo llegar es que María Dueñas, la creadora de “El tiempo entre costuras”, aunque sólo fuese por la forma en que escribe, sería una persona enormemente inteligente pues, como dice David Eddings en su novela, su forma de entender la narración se asemeja mucho a la mía. Al menos a la que intento poner en práctica cada vez que me siento delante del teclado a escribir, unas veces con más acierto y otras con menos (que se le va a hacer). Su estilo directo es fluido, casi limpio (si se me permite usar aquí semejante adjetivo). Utiliza un volumen importante de palabras para definir ciertas situaciones y  momentos pero nunca llega a ser farragosa, cargante o recalcitrante. No sólo se lee muy bien sino que, encima, se hace con ganas, con cierta ilusión y mucho interés. Quizás los interludios en que la escritora se va obligada a explicar cómo/dónde se encuentra la situación en un momento dado sean un poco tediosos (aunque habrá quien los considere exiguos) pero son muy pocos y muy breves, así que quedan simplemente como un pequeño momento para respirar y coger fuerzas para seguir adelante.

No sé si “ayuda a” o “es ayudada por” la narración, pero lo cierto es que fondo y forma se unen para crear un conjunto armónico, bien estructurado y muy entretenido, con un ritmo in crescendo que consigue llegar al climax justo al final (o casi, pues las últimas 10 páginas tienen más de epílogo final que de parte integrante de la novela).

No son muchas las novelas que llegan a mis manos tal y como las publicó su autor. A ojo cerca del 75% de las que leo han pasado antes por un traductor que las “ha adaptado”, por lo que no suelo tener el valor o las ganas de entrar a comentar aspectos eminentemente formales. En este caso he hecho una excepción porque me ha agradado y me ha sorprendido mucho lo que he leído y me parece justo devolver el favor.

Sobre el fondo… es muy difícil hablar de una novela que a estas alturas está en boca de todo el mundo, incluso quien no la ha leído cree saber de qué va. Creo que lo peor que puede pasar a quien vaya a comenzar esta novela es ir con una idea preconcebida, del estilo de "me han dicho que la protagonista deEl tiempo entre costuras”  es una espía". Pues sí, nominalmente sí lo es, pues cumple la definición casi al pie de la letra (unas veces a posta y otras sin querer, todo sea dicho) pero quien espere encontrarse aquí con la versión femenina de alguna de las adaptaciones cinematográficas (o sólo de algunas) de James Bond se pueden llevar una honda decepción. Acción, lo que se dice acción hay poca y, si no recuerdo mal tan sólo hay dos “escenas” en las que aparezcan armas (y en una de ellas nadie las está sujetando). Tampoco es un relato “con tiros” por mucho que al menos un arma es disparada durante la lectura y cuando otros elementos que se suelen asociar con "tramas de espionaje" como son traición o engaño hacen acto de presencia tiene más que ver con cuestiones amorosas que con  temas relacionados con la política o el interés nacional.

A mí es que las novelas de guerras es que no me van…ni a mí, afortunadamente paraambos esta no es “una de esas novelas”. La guerra (la de España de principios de siglo XX) es el telón de fondo en el que suceden los acontecimientos y sí, la sociedad de aquél momento estaba dividida entre unos y otros y luego, además, entre anglófilos y germánófilos pero, y aquí pido perdón por lo que sirve, ahora mismo la sociedad se divide entre “madridistas” y “barcelonistas” y no por eso estamos en un “Estado futbolero” (por mucho que el fútbol rija las conversaciones, tertulias y muchos de los debates a pie de calle).

Quien quiera podrá hablar de rojos y azules, de republicanos y de monárquicos, de falangistas, nacional-socialistas y comunistas o de vencedores y vencidos, pero quien así lo haga seguramente no  necesita de un libro para tener justificación, simplemente es que es así. Para mí la novela es la historia de una mujer (con todos los problemas, limitaciones y condicionantes que suponía serlo en aquella época) que hace “lo que tiene que hacer” (o al menos lo que ella cree que debe hacer) para intentar ayudar a prevenir que en España se produzca una nueva guerra que el pueblo posiblemente no pueda aguantar. Para mí su decisión no se rige por condicionamientos políticos alguno simplemente es el resultado de una serie de circunstancias y un conjunto de afinidades con (o hacia) una serie de personas concretas. Algo tan real como la vida misma.

Si tuviese que intentar resumir toda la novela con una sola palabra esa sería  superación, pues, para mí, la novela habla de cómo a veces la vida te golpea (unas veces de forma inesperada, otras previsible y otras por culpa de acciones que no has sido capaz de calcular debidamente) y de cómo hay que procurar seguir adelante, sobrevivir. Pero que uno no se debe quedar simplemente reducido a ser un mero superviviente, y , conforme pase el tiempo, debe tratar de hacer cuanto esté en nuestras manos para retomar el control sobre nuestro destino. Creo que eso es lo que cuenta María Dueñas, al menos es lo que yo saco de las peripecias de Sira Quiroga, madrileña de nacimiento y modista por gusto/obligación/necesidad, según el momento y la mirada de quien esté leyendo la nvoela. 

“El tiempo entre costuras” llegó a mí de forma totalmente accidental cuando ya había descartado su lectura en distintos momentos de los últimos meses. No era mi estilo, no tenía tiempo y no estaba dispuesto a “sacar” las ganas necesarias para leerla en estos momentos. Al menos hasta que alguien “que me importa mucho” me dijo que lo estaba leyendo. Entonces se me hizo el “culo gaseosa” e hice cuanto estuvo en mi mano para hacerme con él (lo que por fortuna no fue difícil). Al poco de comenzar su lectura ya sabía que le debía una a esa personajilla (espero ser capaz de “devolverle el favor” en una ocasión próxima). El resto de su lectura fue todo un placer y uno de los ratos más entretenidos que he podido disfrutar en los últimos tiempos.

Me despido dando las gracias a a quien me ha mostrado una parte de la historia reciente de España, llenando un hueco que estaba ahí desde mis tiempos estudiantiles (si llego a decir "mozos" me muero del susto), fruto de mi dejadez y los problemas de una "Transición" aún muy reicente y con el presencia de Sira Quiroga y el encanto de Marcus Logan aún en el recuerdo.

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