domingo, 23 de septiembre de 2012

Flashman y la montaña de la luz

Antes de comenzar con "Flashman y la montaña de la luz" me gustaría dejar claro que cualquier desvarió, alucine o desfase que pueda cometer a lo largo de la redacción de este post será culpa única y exclusivamente del trailer de la película "Tai Chi Zero" del que aún me estoy recuperando (y eso que lo vi anoche).

Una vez depuradas las pertinentes responsabilidades  por lo que pueda suceder he aquí una especie de decálogo de lo que debería tener en cuenta cualquiera que decida sumergirse en el universo literario creado por George MacDonald Fraser:

Primero: Es necesario que quien comience su lectura conozca el significado de la palabra crápula,  una de las dos palabras que mejor definen a Harry Flashman, el protagonista de esta serie.

Como no tengo interés en que nadie habra una ventana en paralelo o una nueva pestaña mientras lee esto, así que me he tomado la molestia de reproducir aquí la descripción que da la Real Academia de la Lengua Española:
"1. Embriaguez o borrachera
2. Disipación, libertinaje.
3. Hombre de vida licenciosa"

Ésta no es una de esas ocasiones en las que hay que pararse a pensar cuál es la definición que mejor se adapta a la situación, es el Sr. Flashman quien se ajusta perfectamente a todas ellas.

Segundo: He dicho arriba que dos simples palabras sirven para definirle. La que falta es cobarde, cualidad de la que se siente orgulloso y que no teme mostrar en cuanto se presenta la mas mínima oportunidad.

Tercero: A fin de evitar equívocos con el punto segundo me gustaría realizar una aclaración. Si bien ha quedado claro que este singular personaje no es ningún héroe (al menos en esa versión idealista de ellos que se tiene a día de hoy, es decir, tipo intrépido, valiente y capaz que hace frente a cualquier situación peligrosa sin dudar lo más mínimo), pero tampoco es ese antihéroe que está tan de moda, esa persona que por las circunstancias se ve obligado a llevar a cabo una tarea para la que, en principio, no está en absoluto preparado. Flashman es un cobarde, sin más. El primero en salir corriendo cuando la cosa se pone fea; el que siempre deja que sea otro quien salve la situación; esa "joya" que atesora como mayor valor un exacerbado instinto de supervivencia.

Cuarto: No sólo es un mujeriego empedernido (y adúltero confeso), también es un bebedor insaciable y un jugador compulsivo. Por desgracia la cosa no queda ahí, también está pagado de si mismo, carece del más mínimo atisbo de modestia y de cualquier escrúpulo.

Quinto: A pesar de todo lo dicho arriba no estamos ante una sátira o un personaje paródico. En el fondo Flashman refleja algo de todos esos "otros personajes" que campan por nuestras vidas y que siempre las hacen un poco más...¿miserables?: ese jefe (que todos tenemos/hemos tenido/tendremos) que se atribuye como mérito propio nuestro trabajo; ese compañero trepa que espera la más mínima oportunidad para colgarse una medalla a nuestra costa o que aspira a dejarnos con el culo al aire con tal de medrar dentro del ecosistema laboral o, por qué no, ese "algo especial" que distingue a esos familiares y "amigos" que sólo recuerdan que lo son cuando su situación personal/particular requiere de nuestros servicios, dinero o trabajo.

Sexto: es un "espía" con ese matiz tan del siglo XIX que los viste de emisarios o embajadores cuando en el fondo no son más que una "radio macuto" humana colocada en sitios estratégicos para poder conocer las intenciones políticas que pueden estar produciéndose en un momento dado o,  en casos extremos, una herramienta para intentar inducir un cambio en las ideas de un determinado gobernante. 

Así que, que quede calro, Harry Flashman no es James Bond, aunque ambos sean británicos. No tiene licencia para matar (aunque realmente eso nunca está claro porque para llegar a ese punto debería quedarse a luchar en lugar de salir corriendo), bebe whisky en lugar de martinis, no es ningún caballero (aunque su éxito con las mujeres pueda dar a entender lo contrario) y no posee ninguno de esos gadgets molones que hizo famosos la versión cinematográfica de 007.

Séptimo: Aún hoy, varios años después de mi primer encuentro con "el bueno" de Harry, sigo sin tener claro cuál es su público. Estoy convencido de que el público adolescente sería, sin lugar a dudas, el más agradecido de todos, pero ciertos comportamientos (sobre todo con el género femenino) y ciertas actuaciones (también con las mujeres) me hacen tener serias dudas al respecto. Para un público más adulto su lectura puede llegar a ser "un poco demasiado". Es muy fácil acabar un tanto saturado ante tal muestra de virtudes aunque, siendo justos, conforme va avanzando la serie la situación va cambiando. 

MacDonald Fraser le va castigando poco a poco y le da a probar un poco de su propia medicina: su mujer también se toma unas cuantas "libertades" con otros hombres, su (inmerecida e injusta) fama y reputación como hombre valeroso y de acción le condena a estar en primera línea de batalla y a jugar un papel cada vez más importante en los acontecimientos. Conforme esta especie de "justicia poética" va introduciéndose en las historias éstas van ganan en interés y la pregunta que aflora deja de ser ¿cómo se va a salvar esta vez? y empieza a ser si va a conseguir librarse en esta ocasión.

Octavo: Para un personaje como Flashman (siento no poner mucho Harry, pero ya hay tantos a los que presto atención en mi biblioteca (Dresden, Bosch, Hole), que llega un momento en que hasta yo me lío) tan importante como conseguir sobrevivir es la recompensa final, sea  un reconocimiento público, una recompensa dineraria o la concesión de un título nobiliario. Si algo ha caracterizado la serie hasta la fecha es que no siempre la recompensa guarda relación con los meritos particulares, las actuaciones de un individuo o la justicia, muchas veces es una cuestión de imagen o amiguismo y, a veces, hasta el propio Harry topa con la horma de su zapato y se ve obligado a aceptar esta cruda realidad.

Noveno: El sexo es un elemento muy presente a lo largo de todas las novelas. Eso sí sin acercarse lo más mínimo a la novela erótico-festiva que se está poniendo de moda estos días. Sin detalles sabrosos, excesos descriptivos y siempre evitando caer en lo soez. Aquí es una "herramienta" más de trabajo de la que hacen uso tanto Flashman como quienes se "enfrentan" a él.

Décimo: Hay dos formas de acercarse a estas novelas: una es buscar entretenerte y pasar un rato entretenido disfrutando de una buena aventura, sin más complicaciones. La otra es intentar aprovechar  y sacar partido a la historia para intentar acercarse a momentos históricos (no siempre conocidos). La edición que yo he leído, en versión de bolsillo, tiene una serie de acotaciones a lo largo del texto que remiten a un apéndice final en el que se van explicando cosas relacionadas con un suceso o personaje puntual. .

La última decisión que tiene que tomar quien decida acercarse a esta serie es si va a seguir el orden en que las escribió su autor o hacerlo siguiendo el orden cronológico de los acontecimientos. Edhasa, la editorial que ha publidado esta serie en España, ha optado por esta segunda opción, a priori la más coherente si uno intenta evitar que le revienten cosas de la vida personal del protagonista, pero ahora mismo ya son bastantes las novelas publicadas y es posible seguir el ritmo marcado por su creador. Así que queda a gusto del consumidor.


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Terminado ese decálogo que ha pretendido sentar un poco las bases para que quien sienta la más mínimas ganas de leer la novela sepa donde se mete, voy a mi valoración particular:

Las novelas se leen bien (al menos las cuatro que yo he leído hasta la fecha) se leen bien, son sencillas, no tienen mucha complejidad y entretienen. Para mi gusto les falta un poco más de acción/tensión, algo que, por ejemplo, si tienen las que de Clive Cussler, pero en general el nivel es aceptable. Esta última, para mí, es la mejor si excluimos el "efecto novedad" de la primera y, quizás lo más importante, es la primera que he terminado con sensación de hartazgo.

El personaje de Harry Flashman siempre me ha parecido un poco infumable. Demasiado... demasiado. Quizá porque representa muchas de las cosas que odio, quizá porque me recuerda a alguna de las personas que han pasado por mi vida o quizá, simplemente, porque yo esperaba en un primer momento a un nuevo James Bond y me encontré con algo totalmente distinto. Aunque debo reconocer que en esta última novela (sobre todo en la segunda mitad) me ha parecido más "digerible" y hasta he llegado a sentir cierta simpatía hacia él, lo que es un buen comienzo.

Recurro estaaesta serie en un intento por ir adquiriendo algo de cultura general en una materia (la historia mundial más o menos contemporánea) que desconozco casi por completo y que siempre he querido poder rellenar. Estoy cansado de oir hablar de las Maldivas, las Malvinas, Hong Kong o la Guerra de Secesión Americana y no tener ni idea de lo que me están hablando. En ese sentido Fraser siempre ha cubierto todas mis espectativas ayudándome a recrear momentos puntuales de la historia y dotando a sus relatos de dinamismo y aventura, quizá no toda la que me gustaría pero sí más que suficiente para mantenerme pendiente de la lectura y así poder ir aprendido cosas. 

Con esta novela he empezado a entender algo más del colonialismo británico y de su política expansionista pero también algo sobre el pueblo hindú, sobre los sij y el resto de nativos de una región hasta ahora bastante desconocida para mí. Antes de empezar su lectura no sabía que era el Koh-i-noor, asociaba la estatua enfrente de Buckingham Palace a la diosa Victoria y no a la reina que llevó ese mismo nombre y desconocía, no sólo que había habído dos guerras anglo-sij, sino que había habido una primera. Por todo eso, por captar mi atención y por hacerme conocedor de todos estos hechos es por lo que leo esta serie. 

Estoy cansado de que la historia se limite a una serie de citas inconexas, una acumulación de fechas difícilmente memorizables y una sucesión deshilachada de sucesos que, aparentemente, no guardan relación entre sí. ¿de qué me sirve saber que el discurso de Martin Luther King comenzó con un "Esta noche he tenido un sueño..." si no soy capaz de entender el mensaje que había de fondo ni la importancia que tuvo en un momento próximo en el tiempo pero muy lejano en cuando a pensamiento?

Fraser no cita literalmente, no aturulla con fechas ni dota a sus novelas de un realismo abrumador y detallista pero transmite la esencia de los personajes y los acontecimientos que narra. Tal vez mañana o pasado mañana no recuerde quién fue Lawrence pero sabré que hubo una unidad de inteligencia durante la guerra anglo-sij que se dedicó a intentar evitar el mayor desastre hasta la fecha del imperialismo británico y que como parte del tratado y del pago de Cachemira se entregó uno de los rubís más grandes de la historia. 

No sé si pido mucho o poco sé que si pido es porque tengo la certeza de que que ya hay alguien que me lo dará y ese, ahora mismo, es MacDonald Fraser. Tal vez el día que lea algo de Richard Sharpe, el personaje creado por Bernard Cornwell, cambie de opinión y abandone a Fraser pero esa posibilidad, de momento, parece remota. 

De momento lo único seguro es que mi próximo viaje por la historia del mundo no será de la mano de ninguno de estos dos autores  pues mis miras parecen puestas (hasta nueva orden) en "Sangre joven" de Simon Scarrow (con Napoleon y Wellington a la gresca) y "La hija del Nilo " de Javier Negrete (que ya con "Salamina" me enamoró).

¿Qué cuál de los dos será? quédate por aquí cerca y lo descubrirás. Es probable que mi próximo post sea sobre "novela negra" en concreto "El filo azul de la medianoche" de Jonathon King y que, si todo es normal, la siguiente sea una "urban fantasy" de calidad como "Magic Bites" de Ilona Andrews, a partir de ahí...

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