sábado, 28 de julio de 2012

Muerte en la universidad

"Muerte en la universidad" es una novela de consumo rápido, de las que coges cuando buscas distraerte un rato sin exigir mucho al cerebro. No tiene recovecos ni giros inesperados y, además, no te obliga a leer grandes cantidades de páginas del tirón porque si no pierdes el hilo. Es el típico libro para playa o piscina, ese que lees aprovechando los ratos libres de los que vas pudiendo disponer, aunque sean 5 minutos sueltos. Despierta el suficiente interés para querer saber como acaba pero no te cautiva lo suficiente como para abstraerte del resto de posibles estímulos externos. No creo que ningún sibarita se vaya a volver loco con ella pero a mí me ha servido para estar distraído unos días (no de vacaciones) y aprovechar para cargar pilas para cosas "de mayor enjundia".


Quizás el problema más grave de la serie sea que cuando se busca por internet se la asocia con nombres como  "El nombre de la rosa" (que son palabras mayores) y  de Peter Ellis y su Cadfael. Aunque no he leído nada de él, en mi familia (que si ha seguido su obra), siempre lo han relacionado con Peter Tremaine y, como durante la lectura de esta novela ha habido bastantes ocasiones en que el recuerdo de  "Sor Fidelma" ha acudido a mi mente, es posible que éste segundo paralelismo sea  mucho más acertado que el anterior. 

Las dos series (la de Fidelma y la de Bartholomew), por lo que he leído hasta la fecha (más de la primera, evidentemente) me parecen similares. Ambas procuran entretenimiento y cierta emoción pero sin llegar a estimular al lector todo lo que sería deseable. Sin embargo la serie protagonizada por la dalaigh irlandesa cuenta con dos puntos muy claros a su favor: la presencia del hermado Eadulf, con quien tiene una química que le da un toque distinto a toda la novela y su ambientación histórica (más concretamente, el momento elegido para situarla).


El primer elemento elevado a su máximo exponente, el amor, hace acto de presencia en esta novela pero aquí sin a carga o el significado que podría haber llegado a tener. Entre Phillipa Abigny y Matthew Bartholomew hay algo pero, aún siendo más posible que se consume, no mueve al lector de la misma manera que lo hace la relación entre los dos religiosos de Tremaine. Por otro lado, a pesar de estar las dos obras ambientadas en la Edad Media, la época por la que transita Fidelma me llama más la atención, quizá por su "cercanía" temporal (por relativa que pueda ser)  al "imperio romano" o quizá porque la sociedad que describe Gregory la siento más próxima y, por tanto, más real (lo que en este caso y para mi sorpresa parece haber contado en negativo).


Si las comparaciones normalmente son odiosas aquí son mortales. Aislada, sin confrontaciones literarias con personajes tan simbólicos (y carismáticos) como Guillermo de Baskervill o con otras medianías populares, la novela de Susanna Gregory no saldría tan mal parada, aunque quizás más considerada como novela histórica o de época que como novela negra. Al situar las muertes (posibles asesinatos) de diversos miembros del profesorado del college universitario de Michaelhouse casi en la mitad del siglo XIV, se nos ofrece la posibilidad de asistir a las luchas intestinas de las dos grandes universidades británicas (Oxford y Cambridge) en su afán por conseguir la hegemonía académica, mientras, en la misma sociedad, se producen los primeros levantamientos del pueblo "llano" contra esos "intelectuales" universitarios, representantes de las clases más ricas y poderosas. Mientras llega la peste negra a tierras británicas, lo que da a la novela una nueva dimensión,  al alterar por completo el panorama social. Ante esta nueva amenaza la gente cambia, de un día para otro ya no hay médicos, sacerdotes, mercaderes o mendigos, todos quedan reducidos a meras personas, obligadas  a enfrentarse a su propia (y probable) mortalidad, a sus miedos, inquietudes y limitaciones.

Para ser una buena novela negra le falte algo de tensión y como novela histórica quizá algo más de detalle pero el conjunto es aceptable y se revaloriza conforme va avanzando. Cierto que a Bartholomew le falta un hervor, a su romance algo de pasión y a sus intrigas algo de misterio, pero sí posee un número reducido pero interesante de pequeños personajes secundarios (como Cynric) que le dan, sin gran ostentación, un pequeño plus, mientras comenzamos a entender los orígenes, complejidad y antigüedad de la enquistada rivalidad entre Oxford y Cambridge

Sinceramente no voy a cambiarme de ropa ahora mismo para ir corriendo a la librería más próxima a buscar la siguiente novela, pero tampoco descarto que si un día la veo ante mis ojos la compre (dado su , razonable precio) o la saque de la biblioteca. De momento dejaré que corra entre mis familiares y amigos, que seguro que encuentran un ratito que matar y, para eso, esta es una buena novela.

Y, por si hay dudas, sí a mi también me gustan los grandes novelones, esos hitos históricos que sabes que están ahí y a los que quieres hincar el diente pero esas mismas, las que te encandilan y te vuelven loco, también plantean problemas, al menos a mí que en más de una ocasión me he descubierto incapaz de meterlas en una maleta para evitar que se deteriorasen o que he postergado su lectura a la espera de "el" momento oportuno (que nunca llega) para poder leerlas. Es ahí donde estás otras pobres parías, las de la serie B, les ganan la partida. Es ahí donde "Muerte en la universidad" puede tener su oportunidad.

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