domingo, 8 de julio de 2012

La mujer que arañaba las paredes

De entrada una sentida disculpa para todo aquel que se haya conectado esperando encontrar un  comentario sobre "El noveno círculo de hielo" y se haya encontrado con esto. Sólo puedo decir que realmente tenía la intención de ponerme con ella pero la de Adler-Olsen se cruzó inesperadamente en mi camino y trastocó mis planes.

Aunque posiblemente haya sido para bien. Esta novela puede abrir un nuevo frente y aumentar las posibilidades de elección de cualquier lector, dada mi experiencia reciente (que bien podría calificarse como catastrófica) con la segunda entrega de la Comisaria Weber-Tejedor (de Rosa Ribas), creo que me limitaré a decir que "La mujer que arañaba las paredes" permite mantener la ilusión de haber dado con una nueva veta, una serie con potencial, un híbrido "negro" curioso.

Hacía ya algún tiempo que esta novela había entrado en mi punto de mira, pero lo que me llevó aleerla fueron un par de comentarios leídos en distintos sitios web en los que se reseñaba que "no era la típica novela nórdica". Un comentario posiblemente nímio que, sin embargo, hizo que no demorase más su lectura buscando un cambio de aires y dejar de lado tanto cliché.

Salvo por la presencia de esa dureza (que en ocasiones se convierte en crudeza) que deriva del realismo que es parte intrínseca de las novelas (al menos de este género) facturadas en el  norte de Europa, el resto de la obra es una amalgama homogénea y coherente de la novela negra y las buddy movies (esas películas donde dos tipos un tanto antagónicos forman una singular pareja de detectives) americanas o el tandem detectivesco con la (típica) relación mentor-alumno que tan de moda se pusieron de moda tras la aparición del Holmes de Conan Doyle; todo ello sin dejar de lado cierta sensación de deja vú con la televisiva "Caso abierto" (Cold case), salpicado, eso sí,  con algún retazo de la sociedad danesa aunque lejos, eso sí,  de convertir la novela en una obra de corte social. 

La climatología y las demás condiciones extremas que se han podido ver en las novelas de  James Thompson y Camilla Lackberg aquí no hacen aparición y lo único que marca el curso de la investigación son las propias limitaciones de nuestro protagonista, reincorporado al cuerpo tras un incidente que le costó la vida a uno de sus colaboradores y la capacidad de moverse a otro. Carl Morck, que así es como se llama el personaje (en todo amplio espectro de la palabra) tiene poco que ver con otros duros literarios como Harry Bosch o Harry Hole. Mientras éstos, como el 99,9% de los protagonistas del género parecen moverse por venganza,la  búsqueda de la verdad, afán de superación, redención o justicia,  Morck, la verdad sea dicha, no se mueve. Punto.

Hastiado, apático, abúlico y revenido. Da igual que palabra se ponga, está cansado y desmotivado, siendo su única aspiración que los días vayan transcurriendo sin paz ni gloria. Se sienta y o bien echa una cabezada o se dedica a jugar solitarios en el ordenador. No tiene ningún interés por (ni intención de) cambiar su situación y sólo se plantea ir a una psicóloga porque intenta acostarse con ella. 

Es un cara, excéptico y peleón, que sólo busca incordiar y polemizar. Dentro del cuerpo es alguien marginal, un tipo raro y muy mal visto que allí por donde pasa va haciendo amigos, aunque, eso sí,  cuenta con un guna extraordinaria capacidad para interpretar los distintos cambios que se van produciendo dentro de una investigación. Que no tenga el más mínimo interés en utilizar esa capacidad y que las contadas ocasiones en que se implica tampoco sirva para que la gente quiera trabajar con él es harina de otro costal.

Ante este panorama al Jefe de Homicidios, Marcus Jacobsen, sólo se le ocurre una solución, ponerle al frente del Departamento Q, un grupo de reciente creación que se dedicará a la investigación de casos "sin resolver". Una alternativa práctica con la que intenta matar tres pájaros de un tiro: quitarse de en medio el problema que supone Morck dentro de la oficina; acabar con la presión política buscando un golpe de efecto popular y efectista y aprovechar la dotación presupuestaria del nuevo departamento para dotar mejor al resto de unidades. Algo que parece cuadrar más con la picaresca (y estoy siendo muy blandito) mediterránea que con la frialdad, honradez y sentido práctico que siempre se atribuye a las sociedades nórdicas. Aunque claro, si esta fuese una novela mediterránea el dinero "salvado" acabaría siendo utilizado para mejorar las condiciones económicas de algún jefe interpuesto (y sin funciones), mientras que aquí se utiliza para mejorar el conjunto del servicio.

Como no podía ser menos, Morck descubrirá el ardiz e intentará sacar algún provecho propio, cuando menos, lograr un coche propio y un ayudante. Los tiras y aflojas entre Jacobsen y el protagonista en sus  intentos por llevarse el gato al agua acaban por convertirse en una constante negociación en el que nunca está claro quien se lleva realmente el gato al agua. Es en estos pulsos donde reside parte del humor (y del encanto) de una novela que, sin embargo, tiene su punto fuerte en la singular relación que se va forjando entre nuestro Carl y el particular ayudante que le asignan, un asilado de origen sirio y misterioso pasado, mas interesado en las labores policiales que en la limpieza y que rápidamente pasa de ser un mero hombre de la limpieza y chofer (kamikaze) ocasional a chico-para-todo.

La novela en sí es más que aceptable, bastante dinámica y al alternar la narracion presente (la investigación en curso) y los hechos (ya pasados) del caso en cuestión consigue aligerar gran parte de la obra,  evitando además un (más que probable) saciamiento de Morck y permitiendo conocer algo más de la desaparecida (y posiblemente difunta) diputada Merete Lynggaard (si he repetido o falta alguna letra, mil disculpas). Como casi siempre hay un pequeño precio a pagar, en este caso el lector, al disponer de más información, ata los cabos bastante rápido y siempre va por delante .

De amenizar el conjunto se encargan dos investigaciones paralelas (la del tiroteo que poco tiempo antes marcó la vida del protagonista y un caso de asesinato de un camello en un parque) y un reducido (pero singular) elenco de secundarios (la atractiva psicóloga, una exmujer que es toda una cruz, dos "inquilinos" (el hijo de la exmujer y un amante de los playmobil) y el excompañero tetrapléjico.

En resumen, un comienzo de serie muy legíble que, si hay suerte y cumple con lo que promete, permitirá disfrutar de algún que otro rato distinto cuando se esté cansado de obras "de mayor calado". 

Con esto me despido pero antes un aviso porque no me gustaría que nadie se llevase a andanas...¡¡no, a día de hoy "El noveno círculo de hielo" no será mi próximo post tampoco!!. No tengo nada contra la novela en cuestión es que en estos momentos ya estoy enfrascado con otra y aspiro a terminarla a lo largo de la semana. Y no, tampoco pienso poner el título de "esta otra", no vaya a ser que sobre la marcha cambie algo y me toque volver a disculparme. Sólo puedo dejar dos pistas: es novela negra en español y no es Lorenzo Silva.

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