jueves, 8 de septiembre de 2011

Yendi - The Vlad Taltos series (vol. 2)

Steven Brust es un autor sorprendente que con la serie protagonizada por Vlad Taltos ha logrado romper con prácticamente todos los tópicos que han rodeado a la fantasía épica en las últimas dos décadas.

Nada de novelas con 400 o 500 páginas como poco. Fuera quedan las luchas del bien contra el mal, los príncipes azules o las princesas guerreras. En sus páginas no se encuentran grandes cruzadas ni gestas heróicas, los grandes bardos que canten brillan por su ausencia y el único ruído que se oye es el de la risa de Loiosh cada vez que Vlad mete la pata. Imagino que para muchos todo eso será el motivo que estaban buscando para ni siquiera dar una oportunidad a la serie. ¡Allá ellos!

No voy a mentir, ni "Jhereg" ni "Yendi" pueden ser consideradas novelas sobresalientes, no van a marcar una época y puede que para muchos no sean más que una tontería. Su narrativa y sus historias no tienen el peso de la obra de otros autores mucho más afamados como Brandon Sanderson, Margaret Weis o Tadd Williams, y, sin embargo, ofrece algo que ninguno de los autores anteriores da consus novelas, un libro ligero, entretenido, ameno y dinámico que tan sólo utiliza 147 páginas (en inglés, aunque en español no se irá mucho más allá) para contar una historia muy poco convencional.

¿Quién es capaz de narrar la lucha entre dos líderes de pequeños corpúsculos mafiosos por hacerse con el control de los prostíbulos y salones de juego clandestinos de una ciudad?¿Quién es capaz de hacerlo sin convertirlo en un baño sangriento en el que el ruido del entrechocar de las armas no deja lugar para nada más?¿quién es capaz de demostrar que las muertes pueden sucederse sin necesidad de que los cadáveres pueblen las hojas de la novela?

Como hiciera en "Jhereg", Steven Brust consigue aproximar la novela fantástica a la mejor de las representaciones dramatúrgicas. La "Presentación", "nudo" y "desenlace" del teatro clásico encuentran su sitio en una novela que transcurre en apenas 3 escenarios, los que permiten los distintos cruces de camino entre  Vlad Taltos, Aliera, Morrolan, Loiosh y Kragar. 

Con la excepción del desenlace final, cuanto acontece en la historia se da a conocer por medio de los disitintos diálogos, herramienta narrativa fundamental que nos acerca a una historia  n la que los paisajes y los entornos aparecen desenfocados, apenas esbozados, relegados a un segundo (o tercer) plano, en pos de un mayor dinamismo.
Vlad Taltos, el "oriental" ("humano") que vive entre los dragaeranos, miembro del clan Jhereg (el clan de los ladrones, delincuentes y gente sin clan), lider de una pequeña banda que se ve obligado a defender su territorio de los intentos de conquista de otro pequeño lider mafioso, es un personaje entrañable, divertido y  no-tan-pardillo, que permite al lector ir adentrándose en todo el entramado político y social del mundo de Dragaera. Un submundo lleno de intrigas, misterios y dobleces que difícilmente dejarán al lector indiferente.

Esta segunda novela sitúa su trama en mitad de la primera, antes de que Vlad haya consolidado su posición como uno de los mejores asesinos y más "renombrados" Jheregs de la ciudad. Justo en el momento en que conoce al amor de su vida, establece y consolida su estatus social y descubre que está arropado por un grupo de "amigos" que siempre le prestan ayuda dentro de los "límites" que sus respectivos clanes y estatus le permiten.

La obra de Brust es innovadora, sencilla, divertida e intrigante. Uno de los mejores ejemplos de cómo a veces no es necesario mostrar 300.000 distintos tipos de razas, viajar 20.000 leguas o cabalgar a lomos de un unicornio, para constuir una buena obra. Lo suficientemente buena para resultar interesante y lo suficientemente corta, quizás la mejor prueba para demostrar que su autor conoce las limitaciones de su producto, que no intenta alargar de forma innecesaria.

Creo que lo más justo es comparar la serie de Vlad Taltos con la copa de cava con sorbete de limón que se sirve en muchas fiestas. Para algunos sólo será una buena forma de "limpiar el paladar" en esos momentos en esté empachado de novela negra pero no esté preparado para afrontar otras obras, ¿mayores? del género fantástico. Para mí, además, es  refrescante, ligéramente ácida y, si te pasas con ella, se te sube a la cabeza.

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