lunes, 26 de diciembre de 2016

Extranjero en Amsterdam - Amsterdam cops misteries, vol. 1


El universo literario es vastísimo, lleno de opciones.

En el post de ayer hablaba de un libro vertiginoso, ágil, dinámico, duro y construido a partir del diálogo y la interacción de personajes. 

Hoy toca hablar de una novela más sobria, pausada en el desarrollo y en la forma , con el tiempo como uno de los factores determinantes.

"Extranjero en Amsterdam" no es fácil de leer. El comienzo es lento y hasta casi la mitad de la novela apenas hay algo que llevarse a la boca y la lectura es áspera. A partir de ese momento, sobre todo en las últimas 100 páginas, cobra otro cariz, es más distendida, tiene algún detalle que te hace sonreir y, al menos, ya sabes qué es lo que está pasando y de qué va la cosa.

En conjunto adolece de protagonistas carismáticos que gusten y te permitan identificarte con ellos. Grijpstra y de Gier son asperos para el lector, herméticos, estoicos y algo indolentes, con escasos retazos de sí o de sus vidas que nos permitan construirlos con detalle, a penas como hombres de los años 70, parcos, lacónicos y ligeramente machistas.

Uno de los grandes problemas de la novela es que tiene unos cuantos años y no ha terminado de envejecer bien. 

Siempre es curioso conocer Amsterdam, un sistema policial construido con voluntarios, cuestiones raciales que en cierto momento afloran, pero no es una novela de corte social, nada detallista y son apenas pinceladas de la realidad las que nos muestran.

Los personajes están algo desactualizados en general en cuanto a forma de pensar y actuar, demasiado clásicos para mi gusto, lejos incluso del Martin Beck de Wahlöö y Sjöwall (contemporáneos, con quienes comparte la idea de mostrar el desgaste que el paso del tiempo ocasiona en las investigaciones y la manera en que narra el discurrir de la investigación) que, con alguna salvedad, tiene un carácter y una construcción más moderna.

Salva la novela el tramo final, donde el protagonismo recae en Van Meteren, un papúa instalado en la ciudad holandesa a través de cuya mirada podemos conocer la sociedad de entonces y los problemas de un extranjero en una ciudad, a priori, amigable.

Los cruces entre Van Meteren y de Gier no están mal, mustran un perfil del brigada algo más humano y contribuyen a dirigir la novela hacia un final, ligeramente gracioso que nos deja con un buen sabor de boca que acompaña los últimos compases de la novela y nos lleva a dejar en la recámara la opción de dar una segunda oportunidad a la serie.

Supongo que una de mis tías diría que es una lectura para desengrasar, una medianía no tan mala como para relegarla al olvido pero nada potente, como para tenerla como algo más que eso, una mera distracción, lo suficientemente breve como para no molestar.

Valoración: está bien. (Sin más).

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