sábado, 23 de enero de 2016

Pista Negra - Rocco Schiavone, vol. 1


Lo primero que tengo que decir, para salvaguardar al que tenga algún proceso mental similar al mío, es que la imagen de la portada puede dar lugar a equívocos. "Pista Negra" no es un thriller, no tiene nada que ver con la novela negra nórdica, ni, por descarte, con la americana. Es novela negra social, muy buena, pero novela negra social.

Es el primer libro de la serie protagonizada por el Subjefe Rocco Schiavone, personaje singular, que ha supuesto toda una sorpresa. La novela nos da la posibilidad de que nos formemos nuestra propia opinión sobre él. A diferencia de lo que sucede actualmente con la gran mayoría de las novelas, no son cuatro adjetivos (insertados en el momento en el que lo conocemos) los que definen al personaje y nos den todo el trabajo hecho. Es el discurrir de la historia el que va perfilando a un personaje mucho más complejo de lo que inicialmente cabría esperar. Le conocemos en el trabajo, en su casa, en su relación con su mujer, su amante, sus subalternos y sus superiores. Vemos sus frustraciones y sus ilusiones y conforme avanza la novela el porqué de muchas de sus decisiones y de su carácter.

Un tratamiento que me recordaba a dos personajes muy mediterráneos: Kostas Jaritos y Guido Guerrieri. Dos personajes que, además, me gustan mucho.

Del personaje de Petros Markaris (Enlace a post de Petros Markaris) tiene algo del carácter pero sobre todo la sensación de que es un personaje al que vas a ir conociendo poco a poco. Recuerdo que cuando leí "Noticias en la noche" me quedé con la sensación de que Jaritos era un impresentable, un déspota y un mal marido. Una sensación que perduró bastante y que hizo que no me acercase a la segunda durante algún tiempo. Entonces llegó "Defensa cerrada" y la necesidad de reformular esa primera impresión y adaptarla a lo que iba conociendo del personaje.  Cada nueva historia aporta distintas facetas y perspectivas (padre, marido, jefe, etc...) que explican en muchos casos su forma de proceder, de donde viene y a donde va.

Algo similar sucede con Schiavone. La primera impresión es mala. Muy chunga. Policía recolocado por motivos que no se han aireado (todo apunta a asuntos turbios), jefe canalla con ciertos aires despóticos y tendencia a faltar al respecto a sus subalternos. Mujeriego empedernido y romano acérrimo y capitalino recalcitrante, incapaz de adaptarse a la nueva situación. El desarrollo de la novela amplifica o minimiza esas primeras impresiones, confirma o desmiente las hipótesis que puedes realizar sobre el personaje y altera tu percepción sobre él mostrando a un hombre vulnerable y humano sin beatificarle. Un personaje capaz de llevarte de la mano a la zona gris, entre el bien y el mal, sin que salgas corriendo

Manzini permite un acercamiento muy humano a su protagonista. Nos permite empatizar con él, nos hace entender su forma de ser con un tratamiento que me recuerda mucho al que suele poner Gianrico Carofiglio en sus novelas. Hay algo de su lenguaje, de su concepción de los personajes, de la forma en que se desarrollan los diálogos y los procesos internos de su personaje, aunque no aparece, por ejemplo, el núcleo duro que define a su Guido (Post sobre una novela de Guido Guerrieri, la instrospección.  Ni ese "cambio personal", quizás porque el Guerrieri de "Testigo involuntario" es un hombre en plena crisis personal al que conocemos cuando aún no ha tocado fondo y que anda buscándose a sí mismo mientras que Schiavone es un hombre que sí que se conoce, que vive bastante a gusto consigo mismo y que es muy consciente del porqué de sus actuaciones. Lo que marca las diferencias en el fondo, por mucho que en la forma sean parecidos.

El estilo narrativo no se asemeja del todo al de ninguno de los dos. Ni el ritmo más pausado de Markaris ni el paso más íntimo aunque ágil de Carofiglio. Lo lógico sería mencionar aquí a Camilleri, más en su vertiente Montalbano que en las novelas sueltas. Con su prosa ágil, el ritmo rápido y los diálogos como factor clave, pero lo cierto es que no termina de ser eso. Quizás si se cruza un poco con Jean Claude-Izzo, y el humor del primero lo diluímos con el pesimismo del segundo, quizás encontremos un poco ese punto intermedio que tiene Manzini en su narración.

Hay humor (la relación del protagonista con varios de sus subalternos da mucho juego), hay pesar, hay nostalgia, hay espectativas y sueños por cumplir y objetivos que nunca se conseguirán, hay diálogos inteligentes, personajes curiosos, buena comida y contrastes de paisajes.

Está la Italia sobre la que queremos leer. La que nos narra una nación en descomposición, donde sus habitantes se mueven siempre en tonos grises, con la picaresca al orden del día, con gente que asume que se necesita mucha sangre nueva para cambiar las cosas pero que la realidad es que casi nadie quiere que ese cambio se produzca.

Una Italia que recuerda a la que narran Camilleri o Carofiglio, de andar por casa. Quizás aún más definida que la de los dos anteriores porque lo narra a pie de calle. Mucho más próxima en eso a las narraciones de Markaris (Grecia) o Lorenzo Silva (España a través de Bevilacqua y Chamorro- El lejano país de los estanques y El alquimista impaciente). Una Italia que huele (o apesta, dependiendo de los temas) a casa, a una España que no está tan lejos de ellos y que en algún caso puede que vaya hasta por delante.

Antonio Manzini se ha ganado algo más que el beneficio de la duda. Tras mucho tiempo buscando un buen narrador de novela social mediterránea que no fuese alguno de los autores citados anteriormente. Alguien que ofrezca alternativas y un acercamiento honesto a la situacíon real de sus países, contada desde un punto de vista humano y práctico. Alguien con quien uno se puede identificar y que te hace pensar en cosas, a parte de entretenerte con una buena historia.

"Pista Negra" me duró un par de días. Lo cogí y no lo pude soltar, no por la tensión argumental sino por el disfrute que me produjo su lectura. No es que no pares de reírte (no es el caso) es que te sientes a gusto en compañía de Rocco Schiavone y cuanto más avanzas más.

No es una novela corta aunque tampoco es especialmente larga. Si lo piensas una vez terminada realmente tiene de todo, lo tiene en su justa medida y encima da la sensación de que no le sobra de nada. Una novela de personajes y entre estos se encuentra la propia Italia, un retrato con el que cualquier mediterráneo se puede identificar y un protagonista que si uno salva el resquemos inicial que puede producir llega a meterse muy dentro.

Ha sido una de esas lecturas que según he terminado he recomendado a varias personas (muchos de ellos gente que ha disfrutado estos años con Camilleri, Carofiglio, Lorenzo Silva, etc...) y cuya continuación "La costilla de Adán", no creo que pase mucho sin estar en mi estantería. Sólo espero que, a diferencia de Rosa Ribas, Manzini si cumpla con las espectativas que ha despertado.

Valoración: me ha gustado mucho

P.D: y si no hubiese leído antes de este post "El alma del emperador", tal vez hasta el 9, pero la sombra de Brandon Sánderson es muy alargada. Aún y con eso me extrañaría (y sería muy buena noticia por lo que representaría) que no llegase a estar en el top 10 de aquí a final de año y con opciones claras a alguna nominación si finalmente hay entrega de premios.

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