domingo, 4 de noviembre de 2012

El lejano país de los estanques - Serie de Bevilacqua y Chamorro, vol. 1

Hablar de Lorenzo Silva ahora, que no hace ni dos semanas que se llevó el Premio Planeta por la séptima entrega de esta serie, puede parecer algo oportunista. Poco puedo decir en mi descargo salvo, quizá,  que sigo a este autor desde hace bastante tiempo y que, aunque hasta la fecha por el blog no habían aparecido ni Ruben Bevilacqua ni Virginia Chamorro, he leído las seis novelas que han protagonizado (y se han publicado) hasta ahora. Alguna, como esta que aquí me ocupa, en más de una (y de dos) ocasiones.
El otro día un compañero que se enganchó aprovechando la publicación de "La estrategia del agua" me dijo con tono socarrón: "Qué, poniéndote al día para leer la séptima, ¿no?. Y sonreí. No, no he releído esta novela con esa intención, aunque puede que, ya puestos, lo acabe haciendo. Lo hice porque unos días antes se la recomendé a mi tía, que había terminado con la cuarta entrega de Guido Guerrieri hacía poco y no sabía qué leer. 

En mi cabeza Guerrieri y Bevilacqua siempre se identifican, se entrecruzan en un proceso sin fin. Si alguien que ha disfrutado con los libros de Carofilgio me pide una recomendación le mando a comprar esta novela. Si es al reves, le mando a por "Testigo involuntario". No es la primera vez que lo hago y seguramente no sea la última.
Los dos (Bevilacqua y Guerrieri) son personajes cotidianos, próximos, de estar por casa, (aunque para nada mundanos). Personajes (o personas) "normales", como pueda serlo quien lee esto o quien lo escribe (o eso espera al menos). Gente que tiene problemas, que forma parte de una sociedad que cambia a un  ritmo tan vertiginoso que acaba por hacernos perder pie a cuantos por ella transitamos.  
Ambos son divorciados (Bevilacqua además tiene un hijo), ligeramente existencialistas, tremendamente inconformistas con su situación, poco dados a la autocompasión y mucho a la autocrítica y, sobre todo, solventes. Personajes sin fisuras, completos aún en su falta de entereza.

Interesantes por su cercanía, por su capacidad para acercarnos a una realidad que experimentamos (sea en nuestras propias carnes o en la de nuestros seres queridos) todos los días, por reflejar muchas de nuestras dudas e inseguridades, de nuestra preocupaciones (laborales, morales o personales), esas que siempre parecen aflorar cuando menos lo esperamos. En resumidas cuentas, humanos.
Transitan por sus respectivos universos llenos de dudas e inquietudes, son enormemente reflexivos, aunque no por eso se convierten en "esclavos de la lógica",  lo que demuestran cada vez que se dejen llevar,  aún sabiendo que lo que hacen les puede acarrear más de un problema (al menos con ellos mismos). 

Siempre parecen estar en medio de una lucha encarnizada por hacerse con el control de su vida, aunque ambos saben que es algo que no está (ni estará) en sus manos y, como buena prueba de ello, han sufrido unos cuantos  desengaños que les han llevado a desarrollar un marcado cinismo hacia los finales felices y los "comieron perdices"... aunque siempre parecen guardan una reserva de esperanza (por pequeña que sea) que les lleva a levantarse todos los días para ver qué les aguarda.

En ninguna de sus obras (y creo que hasta la fecha suman 10 entre los dos) el protagonismo lo tiene  "la acción", mas bien al contrario, en ninguna de las dos series se ven armas, aunque Bevilacqua sea guardia civil. Lo que importa son las personas, sus vidas, sus miserias y la forma en que interactúan unas con otros, retratos costumbristas de su sociedad y su tiempo, reflejo de  la auténtica realidad del ser humano, con realismo pero con ese atisbo de esperanza al que se aferran sus dos protagonistas para seguir adelante.
Pero no todo son semejanzas, Lorenzo Silva es más ampuloso en su escritura, lo que le aleja/impide alcanzar la fluidez que atesora Carofiglio (o su traducción), pero cuenta con una irónia (y un finísimo toque de humor) del que, por lo general, carecen las obras del italiano.  

Guerrieri es más introspectivo, más íntimista... mas personal, porque protagoniza sus libros en exclusiva, sin compartir con nadie. Retrata la sociedad italiana narrando situaciones que muestran a las claras qué, cómo y porqué sucede en Italia, pero desde un lado mucho más humano que Andrea Camilleri y posiblemente con un toque más realista que el de Donna Leon.

Bevilacqua es un personaje mucho más social. Crece cuando se rodea de otros y es capaz de poner en palabras lo que piensa en esos momentos. La reflexión personal suele ser más autocrítica, siempre después de momentos en los que sabe que ha hecho algo que no debería. Habla de España, pues es español a pesar de su apellido uruguayo, pero la retrata de un modo distinto. Su mundo es el de las personas, que reflejan las distintas tipologías y modos de proceder del "español de pro". Desgaja la sociedad poco a poco, pues cada novela le lleva a un ambiente y una mentalidad distinta, parecida pero con matices. 

Conforme su compañera va cogiendo protagonismo Bevilacqua es menos Bevilacqua y más Ruben. Y Ruben da mucho juego. Casi tanto como Virginia (Chamorro), la novata con quien comienza sus andanzas en "El lejano país de los estanques" y que no le ha abandonado hasta la fecha, aunque ahora ya no es "la novata" y si su compañera y amiga. 

Chamorro da a la serie otra dimensión, más humana, convertida en un ancla que fija a Ruben en el presente. Le lleva a no mirarse tanto el ombligo y a abrirse más. Con ella él vuelve un poco al mundo, pierde parte de su cinismo y gana en muchas otras cosas. Ella es, sobre todo al principio,  la juventud inocente e inmaculada, la pieza de fruta un poco verde mientras que él representa la madurez resabiada, siempre amagando con pasarse del todo y alcanzar ese punto donde ya no hay quién se la coma. 

Intentar elegir entre Carofiglio y Lorenzo Silva sería algo así como elegir entre "papá y mamá". Creo que juntos conforman un todo mucho más interesante que individualmente, que a pesar de sus similitudes son muy diferentes y que por eso son lecturas complementarias. A Carofiglio le debo haber irrumpido en mi vida en momentos difíciles y haberme ayudado a suavizarlos. A Lorenzo Silva el acompañarme desde hace mucho más tiempo y haber conseguido que me tomase la novela negra española en serio.

"El lejano país de los estanques" es la mejor forma de conocer su mundo y a sus dos protagonsitas. Con esta novela comienza todo y si gusta el resto de la serie va a encantar, porque cada novela se apuntala en la anterior y avanza un poco más. No sólo porque su lenguaje se va "purificando" y aparta cada vez un poco más esa sensación de "recargamiento" que al principio era tan patente (a lo mejor, simplemente, te acostumbras y dejas de prestarle atención, todo es posible), también porque sus personajes siguen creciendo y, por lo que parece, todavía no han alcanzado su punto álgido.

En esta novela apenas hay sangre (salvo la de alguna nariz partida), pero es una novela dura, una crudeza que se deriva de contemplar las cosas sin miramientos, reflejando "lo que de verdad ocurre" (aunque eso implique ver a unos guardia civiles alabar las curvas de un cadáver o explicar lo difícil que es resistirse a la carne), con víctimas que eran cualquier cosa menos inocentes y personas llevadas hasta el límite, tanto que llegan a matar.

Si la lees y te gusta ten en cuenta que no es la mejor de la serie, para mí esa es "La niebla y la doncella" (aunque "la estrategia el agua" no le va muy a la zaga), y sonríe porque aún te quedan otras 5 (a partir del 6 de noviembre, 6) novelas más por delante para disfrutar de su pareja protagonista.

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