miércoles, 15 de junio de 2011

Lo que es sagrado

Durante 3 días soy Patrick Kenzie, podría ser Angie pero Dennis Lehane no ha querido que sea así. Respiro, me enamoro, lloro, como y duermo cuando él lo hace. Da igual donde esté mi cuerpo,  puede estar sentado  en el autobus o andar por las calles de Madrid con un libro en la mano,  yo realmente estoy en Boston...o en Florida, pues en esta ocasión salgo de la ciudad. Atrás quedan Guido Brunnetti, Harry Dresden, Ruben Bevilacqua...ellos son personajes, Patrick Kenzie.. Patrick Kenzie soy yo.

Mi ética y mi moral se han ido al garete. La legalidad... creo que fue lo primero que dejé atrás. Años de estudio, de formación y de discursiones sobre si el fin justifica los medios, para acabar así. 

Todo por (culpa de/gracias a) un libro, ni siquiera de los más largos. 361 páginas bastan para poner en entredicho parte de lo que creía que era como persona... apenas había comenzado la historia y ya estaba dando ánimos a un psicópata que amenazaba con un soplete a dos tipos (¡¡unos bichejos!! diría en mi descargo, pero eso no lo justifica). Si en las primeras 80 páginas ya he dejado muy lejos la línea de la legalidad y de lo que está bien... ¿qué no queda por llegar cuando aún tengo por delante casi tres cuartas partes de libro?

Y encima creyéndome duro. ¿Cínico? Eso lo serás tú, yo.. realista, eso es.. realista, te lo puede decir cualquiera. Claro, hasta que llega Lehane y me pone patas arriba con su novela. Me muestra un mundo de grises en donde prácticamente en todos predomina el negro.. ¿realmente hay lugar para el blanco en este mundo? ¿eso no son los corderitos a los que los lobos se comen de aperitivo? 

Menos de 400 páginas para demostrar como todos tenemos un punto débil, algo que nos guía y en lo que depositamos nuestras esperanzas para el futuro, el paraguas bajo el que nos cobijamos cuando las cosas vienen mal dadas, lo que es  "sagrado" para nosotros, lo que nos determina como personas. Puede ser la religión, el honor, la familia, el amor o el dinero... todos necesitamos esperanza y ahí fuera hay alguien dispuesto a utilizarlo para  obtener de nosotros lo que buscan, para convertirnos en sus marionetas.

¡¡Jo´er, qué mierda!! pensarán algunos, con lo agusto que vivía yo con mi mundo bajo control. ¡Eh, bienvenido al club! La culpa la tiene el Señor (título bien ganado) Dennis Lehane, quien, aparte de traer una buena novela bajo el brazo, termina su obra con uno de los discursos más lapidarios que haya leído en mucho tiempo, para más inri, en boca de uno de los personajes más detestables que me haya topado.

Y encima con un final que ya habría querido Descartes para ejemplificar su "Homo homine lupus est". Yo, de momento, voy a decidir si me deshago de "El Príncipe" de Maquiavelo y pongo "Lo que es sagrado" en su lugar... De alguna forma tengo que hacer hueco para cuando vaya mañana a la librería a por el siguiente volumen de la serie.....¿Masoquista?¡Si, y a mucha honra!

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