domingo, 1 de mayo de 2011

Segunda oportunidad

Para hablar de la solvencia y capacidad como escritor de James Patterson basta con remitirse a los datos estadísticos. No sólo es uno de los autores más prolíficos de las últimas décadas sino uno de los más vendidos, hasta el punto de que en su país figura en las listas de ventas antes de autores como Stephen King o John Grisham. 

Intentar valorar la totalidad de su obra sería un ejercicio quijotesco que no estoy dispuesto a afrontar, más que nada porque de su ingente cantidad de novelas tan sólo he leído cuatro: "La hora de la araña", "El coleccionista de amantes", "Primero en morir" y "Segunda oportunidad". 

Di  con las dos primeras gracias al cine, sobre todo a "El coleccionista de amantes" una buena película que retomé años más tarde cuando viendo "La hora de la araña", descubrí que el personaje protagonista, Alex Cross, era el mismo  y que ambas estaban basadas en la obra de Patterson.  

A diferencia de lo que pasó con las películas, entre las que, para mí gusto, existe una diferencia abismal, las dos primeras novelas de la serie son muy homogéneas, si la primera cuenta con la aparición de Gary Soneji en escena, la segunda tiene en Kate McTiernan, una de las mejores "víctimas" de la literatura negra actual.

Dada mi incapacidad para conseguir dar con un ejemplar de "Jack y Jill", la tercera novela de la serie, opté por comenzar con la lectura de la primera novela de "Women's murder club", aunque, por aquel entonces, ya había visto la serie que llevó a televisión sus personajes.

Cualquier valoración que hiciese sobre "Primero en morir" acabaría irrevocablemente girando sobre  las últimas cuatro o cinco páginas,  que dan al traste con lo que, hasta entonces, era una novela notable. 

Mentiría si dijese que las dos novelas de la serie no son entretenidas. Eso, por lo que he podido apreciar hasta ahora, es una de las características principales de la obra de Patterson, que posee un estilo narrativo de lectura fácil y coherente, aunque, también es cierto, que sin grandes alardes y con cierta tendencia a repetir las fórmulas utilizadas en libros anteriores.

Como su nombre indica, la serie "Women's murder club" gira entorno a un grupo de amigas, que ponen  en común sus conocimientos para resolver distintos casos criminales.  Lejos de ser la obra coral que se intenta vender, el peso de la trama recae en la figura de Lindsay Boxer, detective del departamento de policía de San Francisco, quedando la intervención de los demás personajes Cindy (periodista), Claire (forense) y Jill (fiscal) en algo prácticamente  testimonial. Una lástima si tenemos en cuenta la posibilidad que ofrecía de crear un producto distinto a lo que estamos acostumbrados.

Hace unos años se emitió en televisión "Metropolis" una serie coral, que partía cada episodio  en bloques de cuatro o cinco minutos para contar una parte de la historia a través de las vivencias de cada personaje, mostrando las distintas perspectivas que podían surgir a la hora de evaluar una situación y los problemas a los que tenía que hacer frente en su profesión. El telespectador podía ver la distinta interpretación que podían hacer de un mismo suceso  dos compañeros de patrulla o los distintos elementos a los que cada una de las profesiones prestaba atención. 

Esa es la clase de ejercicio creador que esperaba cuando comencé con la serie,  la posibilidad de analizar los casos desde prismas distintos. Como alternativa, que cada una de las novelas fuese protagonizada por un personaje distinto,  permitiendo cambiar la temática de los libros, ya que, a fin de cuentas, la problemática que presenta un caso para un forense no es la misma que para un periodista, pues su labor es diametralmente opuestas. Eso, que en "Primero en morir" sí se da, al menos con  Lindsay y Cindy, en esta segunda novela, ha caído en el olvido, quedando los escasos capítulos que se les dedica a las demás integrantes del club, como un mero testimonio de lo que acontece en su vida privada.

Mientras imagino a James Patterson buscando, cual "Capitan Garfio", de donde viene el continuo "tic-tac" que oye cada vez que deja de presionar las teclas de su máquina de escribir, asumo que mis esperanzas se verán truncadas por la realidad del mundo editorial y sus plazos de entrega.

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