miércoles, 23 de noviembre de 2016

Crimenes exquisitos - Negro y Sanjuán, vol. 1


"Crímenes exquisitos" es una de esas novelas que cuando la lees dudas de entrada que sea española. 

Suena muy mal pero es lo que pensé al leerla, no tanto por el hecho de que haya asesino en serie en la trama (a pesar de Pérez Gellida, es una temática que no se da mucho por estos lares) como por la forma y la seriedad con la que está narrada.

Es una novela que engancha (he leído en algún blog que es adictiva, para mí no es para tanto, partiendo de que me ha gustado, la he leído bien y de un tirón pero le falta un punto extra para llegar a considerarla una lectura cautivadora), está bien escrita, pausada (en algún momento demasiado) aunque puede que algo monótona, con algún giro/sorpresa que rompe el ritmo pero que no termina de sorprender como pretende. Para mi gusto demasiado "de manual", algo más rígida del tipo de lectura que me gusta pero con bastante cuerpo.

La trama/investigación de la muerte de Lidia Naveira con asesino en serie incluido es bastante ágil. Ofrece la oportunidad de vivir la narración en dos ubicaciones distintas (la Coruña y Londres), con formas de entender y obrar distintas, planteamientos vitales opuestos y paisajes a destacar (los urbanos y campestres británicos y la costa gallega).

Como empieza a ser habitual en los últimos tiempos la investigación y los crímenes se interrelacionan con el mundo del sadomasoquismo, los juegos sexuales extremos y el fetichismo, jugando con un mundo cautivador por su carácter reservado y hasta cierto punto tabú que lo convierte en ese gran desconocido que la curiosidad más morbosa quiere explorar.

En esa vertiente y siguiendo con un comentario que sé que ya he hecho en alguna otra ocasión, me falta algo de ambientación, ese halo pesaroso y lúgubre que sólo unos pocos privilegiados consiguen crear en sus narraciones y que consigue situarme, a pesar de ser un mero espectador, en un umbral mezcla de incertidumbre, desasosiego y respulsión que convierte la lectura en algo único. 

Ese algo que englobo en ese término tan manido de "thriller", capaz de combinar la tensión de lo qué vendrá con la espectación del curioso que roza la morbidez y los nervios a flor de piel de quien sabe que algo va a suceder y  no va a ser bueno o, (¿)simplemente(?), el del dilema moral del investigador que se ve obligado a enfrentarse con la autentica realidad del ser humano en su máxima (y peor) expresión. 

Ese es el mayor pero que le pongo a la novela, por encima de cuestiones más o menos subjetivas que tienen un peso relativo y que, aunque reseño, no me impiden apreciar el libro. 

A "Crímenes exquisitos" le falta ese algo que convierte una trama en memorable, que te hace sentir y estremecer, recordar la novela con sensaciones físicas y no sólo con un mínimo resumen mental elaborado como recordatorio.

Ese algo ese algo más es el que en este tipo de construcciones dan autores  como los franceses Thilliez y Lemaitre o los americanos Connelly (sin elemento sobrenatural) o Lehane, capaces de mostrar la naturaleza humana (y sus miserias) en todo su esplendor.

A su favor la obra de Vicente Garrido y Nieves Abarca cuanta con una segunda trama interesante y distinta que muestra una parte del mundo criminal español que estos días está muy de moda entre los seguidores de la televisión nacional, como es la trata de personas (vease "Mar de plástico", por ejemplo), aquí en íntima relación con el tema de la corrupción, el tráfico de favores, los chantajes y las tramas económicas y políticas que se dan dentro de las instituciones de todo tipo de Administraciones.

Dentro del esquema general es una novela curiosa, hasta cierto punto destacable, que muestra mucho de lo que se ve en las noticias y lo envuelve en un formato lo suficientemente llamativo como para que te sumerjas sin problemas en la trama sin sentir la repulsa, el rechazo o la culpa del mirón que otras obras similares son capaces de generarnos, con la pena, eso sí,  de que esa misma asepsia, que en según que puntos nos envuelve, acaba por tocar a los personajes protagonistas (Valentina Negro y Javier Sanjúan), desposeyéndolos de cierto encanto y privándoles de ese magnetismo que habría convertido la novela en su conjunto en un obra más redonda.

Pecaditos perdonables porque la novela gusta.
 
La falta de cercanía/identificación con los protagonistas. Ni Negro ni Sanjuán dejan huella y eso da que pensar si se tiene en cuenta que acompañan durante muuuuchas páginas.

La desaceleración de la novela en la zona intermedia, que se convierte en un momento malo para un lector que tiene demasiado margen para pensar en lo que aún queda por delante. Previsible y esperable en una obra tan larga pero aquí demasiado acusado.

Los cambios de puntos de vista/protagonista que se van sucediendo a lo largo de la novela. Hay momentos (coinciden con el gran bajón de la novela) en donde consiguen el efecto contrario al que pretenden, mostrando más de lo que deberían, ralentizando la lectura y desincentivando a un lector que se enfrenta a 800 páginas con lapsos y personajes que ocupan mucho para aportar mas bien poco.

Cierta predictibilidad y falta de originalidad en la trama principal con pocos o ningún elemento especialmente novedoso y escasas sorpresas que mantengan la tensión y el interés. Problema solucionado con una trama paralela, mucho más interesante/sorprendente/curiosa que aporta ese plus que si no le habría faltado a la novela.

Y un queja personal que no tiene por qué ser compartida... esa mala costumbre que están cogiendo todos los escritores y guionistas de acabar entrelazando historias distintas que se desarrollan en paralelo y que por algún extraño motivo siempre acaban por tener un nexo común que las une, aún a costa de exigir auténticos actos de fe por parte de los lectores. 

Valoración: Me ha gustado (casi) mucho.

Y es que, por encima de todo, está bastante, bastante bien, notable dentro del género. Recomendable su lectura y muy de agradecer la posibilidad de incorporar una serie de novela negra española con carácter de thiller serio  en la biblioteca.

Y en otros órdenes...

"Mar de plástico", que se menciona en párrafos anteriores se alarga demasiado. Le pasó en la primera temporada y repite error en la segunda, con tramas secundarias que ocupan más de lo que parece adecuado y enrevesando las historias hasta límites insospechados/poco creíbles. Y, al final, el asesino será el mayordomo.

Bruno Mars y su "24k Magic", o cómo unas entradas pueden volar en menos de dos horas. Una pena, no me dio tiempo ni a pensar si a pesar del precio me lo planteaba. Tal vez la próxima.




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