Tras una temporada sin postear
por motivos que no viene al caso me he encontrado con ganas, tiempo e interés suficientes para buscar un hueco y volver a
hacerlo.
Por tiempos le tocaría el turno a
“Taltos” de Steven Brust, que finalicé hace un par de semanas pero tendrá que
esperar su turno pues he decido saltarme el orden habitual (Primero leído
primero comentado) y quedarme con “la estrella del diablo”, la quinta entrega
de la serie protagonizada por Harry Hole, escrita por Jo Nesbo.
Hago la diferenciación entre los
dos, personaje y autor, porque es la simbiosis entre los dos la que convierte
estas novelas en algo maravilloso. Como lo son las obras de Lehane con Patrick
Kenzi y Angie Gennaro, las de Deon Meyer
con Mpayipheli o las de Franck Thilliez con Sharko, para mí los cuatro mejores
exponentes de la novela negra actual.
Harry Hole es un personaje que no
lo ha tenido fácil en España. Las dos primeras novelas de su serie no se han
publicado traducidas todavía y el lector se ve obligado a montarse sobre la
marcha en “Petirrojo”, quizás por eso la novela más “floja” de las tres (lo que
no quita para que sea una buena novela).
En las dos siguientes, con el
poso previo de la tercera, el acercamiento a Hole es más sencillo, sus aristas
se van limando y el personaje cobra una entidad y un empaque que en un primer
momento no parecían posibles.
Humano, íntegro, solitario y creíble,
las cuatro grandes características de un hombre atormentado por distintas pérdidas
personales que le han marcado y le han condenado, lanzándole, al comienzo de
esta quinta entrega, a los brazos del alcohol.
Hole, como Sharko, Mpayipheli o
Kenzi, es un personaje tridimensional, alejado del hieratismo de los
protagonistas de los años 60-70 e incluso 80 o de otros personajes contemporáneos
como Harry Bosch o Myron Bolitar.
Un personaje estoico y sufrido,
pero también cambiante, en constante evolución. Obligado a enfrentarse a sus
miedos y a situaciones que le llevan al límite. Incapaz de superar el trauma de
la lesión de su hermana y el asesinato de su compañera, Hole es un hombre en plena
espiral autodestructiva hasta que un productor de musicales le pide que
encuentre a quien ha secuestrado (¿y matado?) a su mujer.
Pero “La estrella del diablo”,
como pasó con “Némesis”, es mucho más que Hole. Es un conjunto de tramas e
historias que se entrecruzan para mostrar al lector una imagen amplia de los
sucesos que, durante un periodo limitado de tiempo, acontecen a una serie de personajes.
Una novela donde todos tienen su
momento y donde el lector se ve atrapado por el enorme atractivo de la narración.
No es cuestión de descubrir quién y por qué está llevando a cabo el asesinato
sistemático de varias mujeres en Oslo sino de ver/sufrir a Harry cuando es obligado
a trabajar, codo con codo, con Tom Waaler, el hombre que bajo el apodo de “El Príncipe”,
es el cabecilla de una red de tráfico de armas, responsable, entre otros, del
asesinato de Ellen.
Es esa confrontación/relación
entre los dos la que marca una novela entretenidísima que es preferible leer
del tirón para no perder la referencia de los distintos personajes. Con una
trama muy difícil de predecir, el peso de la obra recae en Hole pero no obvia
el importante papel que los personajes están llamados a tener en la historia.
Tan absorto en el tete de force entre los dos antagonistas
el lector no se fija en pequeños detalles que Hole recupera al final para
explicar el proceso deductivo que le lleva a dar con el asesino. Pero, incluso
en ese momento, la atención y la tensión de la novela se sitúan en otro punto,
en esa confrontación anunciada durante varias novelas y que en el final de ésta
se produce.
“La estrella del diablo” es un 9
en la escala “hoguerística”. Y no es un 10 porque esa es una nota que creo que
voy a reservar para novelas autoconclusivas, que ponga con su final a la historia. Afortunadamente el final
de esta serie todavía está lejos.
Esta quinta entrega lo tiene todo
para gustar: es una obra redonda, intensa, bien llevada, que va in crescendo
durante todo su “metraje” hasta alcanzar el clímax en su momento final. Tiene
amor, dudas, intriga, tensión e incluso (o inevitablemente) amargura. Cuenta
con un personaje con el magnetismo que despide Waaler y con la inquietud y la
incertidumbre de las sombras que se vierten sobre la institución policial y
cuantos los componen. ¿Quién forma parte de la red?¿hasta qué estamentos llega
la corrupción policial? ¿Quién está enterado del asunto?¿es Waaler la punta del
iceberg?¿si hay un “Príncipe” es que hay un “Rey”?
Jo Nesbo es un autor capaz de
construir un gran thriller sin persecuciones
ni juego de luces, sin argucias argumentales ni giros efectistas, sólo necesita
su pluma (o su máquina de escribir o su ordenador), un gran personaje, buenos y
entrañables secundarios (como Beate) y ese poso de bilis que rezuma la realidad
y que sólo unos pocos saben utilizar para construir sus novelas.
Pero:…para mí ninguno. Ni larga, ni corta ni fría ni pasada. Una
obra redonda y muy bien llevada.
Lo mejor: Que Harry siempre crece, que cambia, que evoluciona y
sorprende pero nunca pierde la coherencia. Y, por supuesto, que la serie continúa.
Premio del Mes de Junio: con bastante retraso pero el premio a la novela que más me gustó el mes pasado es para "Un soplo de aire fresco" de Don Winslow.
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