“Taltos” es una novela
prescindible, al menos esa es mi valoración dos semanas después de haberla
terminado.
Tenía intención de venderla como
un buen “entremés”, un aperitivillo veraniego previo a algún festín posterior más
sabroso (como “la estrella del Diablo” de Jo Nesbo) pero la realidad es que se
queda muy corta y aporta muy poco a los seguidores de la serie.
Quien haya seguido el blog sabrá
que Steven Brust tiene una serie con un humano como protagonista, Vlad Taltos,
un Jhereg y jefe de una banda criminal, especializado en asesinatos y que sus novelas
son ligeras, fáciles de leer y entretenidas pero sin que se pueda decir que son
“para tirar cohetes”. Su gran baza es el precio si lo encuentras en bolsillo o
si das con una oferta en la que agrupen varias, su hándicap su brevedad y su
levedad.
Las tres primeras novelas: “Jhereg”,
“Yendi” y “Teckla” me gustaron. No es que me volvieran loco pero eran un
entretenimiento poco exigente e incluso novedoso. Su construcción casi teatral,
con poco desplazamiento físico y mucho diálogo las hace una lectura amena.
Si “Jhereg” contó con el efecto
sorpresa, con el reclamo de ser la primera novela, “Yendi” se aprovechó de una
trama muy entretenida, llena de apuñalamientos, incidentes y piques en una
lucha encarnizada por aumentar el poder. “Teckla”, la mas madura de las tres, tocaba
temas interesantes como la segregación y los cambios dentro de la pareja. En general libros
normalillos que, en función del momento en que se fuesen leyendo y del precio
de compra, podían llegar a resultar interesantes.
Con “Taltos” la situación es
distinta. Está mejor escrita que las dos primeras pero es una especie de “Flashback”,
quizás sea más correcto decir que es una “precuela”, que explican la situación en
que se encuentra Vlad cuando comienza “Jhereg”.
Esto no tiene que ser malo pero
sí debería determinar el modo de proceder del lector. Cunado uno mira en la
wikipedia descubre que hay dos listados para esta serie, el que aparece
determinado por el orden en que se escribieron las novelas y, por otro lado, el
del orden recomendado de lectura. Yo, que soy muy terco (y a veces un poco
zoquete) , hace un par de años opté por seguir el orden de publicación haciendo
oídos sordos a cualquier otro posible criterio.
Posiblemente fue un error y sea
un elemento determinante en mi valoración de esta obra. Tras haber leído las
otras tres novelas, “Taltos” pierde parte de su gracia porque ya se sabe como
van a acabar las dos historias. El lector ya no es parte de la trama porque
sabe cómo va a acabar la historia y queda reducido a ser un mero mirón que
asiste, sin tensión alguna, a una serie de sucesos desprovistos de interés.
En la narración fragmentada de la
que se compone “Taltos” el lector asiste al proceso de transformación de Vlad,
al que vemos pasar de la infancia a la madurez a través de una serie de
momentos puntuales que determinan su destino pero también presenciamos el
momento en que conoce a Morrolan y Sethra Lavode así como su relevante papel en
el renacimiento de Aliera (todos hechos ya apuntados en novelas anteriores).
La única novedad (y no justifica
la lectura del libro) es una tercera narración que, se alterna con la otras dos
salpicando la trama con cánticos y rituales mágicos que sólo son explicados al
final de la obra.
Si soy sincero ésta me parece una
novela prescindible a la que le falta tensión para enganchar al lector pero, como
he dicho antes, estoy condicionado por la elección en el orden de lectura.
La historia de la resurrección de Aliera me
parece totalmente prescindible y aporta muy poco (por no decir nada) a la
serie.
La adquisición del título Jhereg y
el nombramiento como cabeza de la banda de Vlad es algo más interesante pero no justifica en modo alguno la
compra de la novela.
“Taltos” es material de
biblioteca, de librería de segunda mano o, forzando un poco, de pack con otras
novelas de la serie, salvo, quizás, que quien la tenga no haya leído las
novelas anteriores. En ese caso puede que la cosa cambie pero esa es una
situación que yo ya no voy a poder experimentar haga lo que haga así que…
Para mí es un 5.
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