domingo, 24 de marzo de 2013

Las espadas del cardenal

Amena, poco exigente y muy bien llevada, "Las espadas del cardenal" es una novela dinámica que nos traslada a las calles del París de Richelieu y los mosqueteros pero en una variante distinta a la que escribió Alejandro Dumas.

Aquí Richelieu no es el malo, o al menos es el menos malo de todos (visto desde el lado francés, por supuesto) y los mosqueteros no se levantan en armas contra él. Enemigos hay muchos, desde naciones enemigas (como España) a territorios levantiscos (como La Rochelle o Lorena), pero lo que más preocupa al cardenal es la presencia de "la Garra Negra", una sociedad clandestina gobernada por dragones  que intenta hacerse con el poder en Europa.

Habrá quien al leer la palabra dragón (vease, por ejemplo, mi madre) pensará ¡¡ah, noooo, eso sí que nooo!!. Todo el mundo tranquilo, dragones y magia ancestral apenas hacen aparición a lo largo de la novela, sólo en momentos puntuales y como figuras en la sombra. Es cierto que la sociedad parisiense está algo modificada pues hay carruajes tirados por dragones alados y versiones minúsculas de los mismos son usados como espías y "palomas" mensajeras (en uno de las innovaciones mas curiosas de la novela) pero su incidencia es mínima, casi anecdótica y no resta ni un ápice de su valor a una novela de capa y espada en toda regla que ha sido escrita para entretener y ser disfrutada.

Tampoco es esta una novela "steampunk", aquí no hay maquinaria futurista donde quiera que mires ni ingenios mecánicos que marquen el devenir de la historia, sólo un grupo de espadachines que florete en mano intentan llevar a cabo la misión que les ha encargado el cardenal.

"Las espadas del cardenal" retrae nuestra memoria a D'artagnan, Athos (que aparece en dos líneas de la novela) y un París de aventuras, de duelos a primera sangre, encuentros clandestinos en tabernas de mala muerte, agentes dobles (y hasta triples), cortesanas, mazmorras y calabozos (aunque no sale la Bastilla),  alianzas por interés, lealtades encontradas y amores fatales.

Se lee del tirón y no supone ningún esfuerzo para el lector, que puede sentarse y ver como se recrea el París del SXVII (sí, con algunas modificaciones, pero el París del XVII a fin de cuentas) ante su atenta mirada y como las correrías de un grupo de espías/espadachines/asesinos resultan determinantes para el futuro de Francia (y quién sabe si de Europa).

Es una historia de camaradería, lealtad, respeto y traiciones que se narra desde distintas perspectivas hasta que las distintas piezas del puzzle se van uniendo de una forma o de otra para configurar los distintos bandos. Es la historia del reencuentro de un grupo secreto de espadachines encargados de llevar a cabo las misiones encomendadas por el cardenal, "sus espadas", a quienes dejó abandonados en el pasado y a los que recurre ahora porque no le queda más remedio.

Me ha gustado porque durante unos días (y esta vez he leído hasta durante el fin de semana) me he podido olvidar un poco de mis problemas, mis quehaceres cotidianos y cualquier otro pensamiento que no consistiese en seguir la novela. Aquí no hay referencias a formas de entender la vida o a problemas de la sociedad actual (ver/leer "Warm bodies") o hechos que nos lleven a recordar hechos pasados de nuestra vida o reflexionar sobre las decisiones que hemos tomado y los caminos que hemos seguido(ver/leer "El silencio de la ola"). 

Su trama es lo suficiente compleja como para cautivar pero no lo suficientemente retorcida como para que resulte poco creíble. En su sencillez (que no simplicidad) reside posiblemente la clave de su éxito. En eso y en que las peleas y confrontaciones no se convierten en una clase técnica de vocabulario impronunciable y posturas difícilmente imaginables para quien que no sea ducho en la materia. Los cruces de espada son breves (como posiblemente eran en la realidad) y entretenidos, las persecuciones creíbles (a veces uno necesita ver que no es el único que al saltar al suelo desde tres metros se le dobla el tobillo) y los personajes entrañables.

Estos son mucho, tantos que enunciarlos todos supondría ocupar varias líneas sólo citándolos, pero no convierten la novela en algo confuso sino en una colección de "amigos" de las que luego cuesta despedirse. Cierto que acostumbrado a los nombres en inglés (Paul, Mark, etc...) y a los nórdicos, ver de repente nombres en francés cuesta un poco pero Agnes, Marciac, Leprat, Almadés (¡¡eh, un español!!), Lancourt, Saint-Lucq y el entrañable (y no sé por qué con el aspecto de Gerard Depardieau en mi cabeza) Ballardieu acaban por calar hondo sin ningún esfuerzo.

Lo malo...

... Por mucho que la novela deja cerrada la mayor parte de la trama deja un hilo pendiente que habrá que seguir. Esta es una novela de serie y no un conjunto de novelas independientes que se agrupan bajo un mismo título.

...Que desde que se publicó en España este primer volumen no ha aparecido el resto y eso que su autor cerró la serie hace bastante. ¿va a ser esta una de esas ocasiones donde las editoriales dejan tirados a los lectores porque no consideran que el producto sea lo suficientemente rentable?

P.D: Aprovecho el cierre para reivindicar el papel del lector dentro de la sociedad. Veo al Gobierno (me da igual el partido que esté en el poder porque es una tónica general) preocupado por los beneficios y el comercio de las editoriales pero ¿quién vela por el lector? ¿por qué todo el mundo se olvida de que las editoriales (como los bancos, aunque los que están en el poder lo nieguen) subsisten gracias a que hay particulares que invierten su dinero en ellos? ¿Cómo se casa la ley de la oferta-demanda con  el Precio de Venta al Público Obligatorio? ¿por qué se levanta tanto la voz porque se compren novelas fuera y no se denuncia un sistema que permite que una novela que cuesta fuera 6 euros te la traigan aquí por 15-20 cuando sólo tendrían que sumar el transporte? ¿Para cuando una asociación de consumidores que proteja a los lectores? ¿y cuándo verá la luz un estudio sobre el coste "real" de editar un libro, y no me vale el del "primero" (donde cargarán los gastos de traducción, preparación de las planchas, etc...) sino el de una tirada total de 1.000 o 10.000 (donde los gastos mas elevados irían prorrateados)? ¿nadie se cuestiona que los libros en el extranjero se publican de salida por un precio medio de alrededor de 14 euros (teniendo mayor poder adquisitivo que aquí en España) y que la norma en nuestro país es de 18-20 si quién publica es un nacional? ¿por qué los ebooks de editoriales españolas salen tan sólo un par de euros más baratos que la versión en papel (eso con suerte) si el ahorro material es sustancioso o es que, acaso, esos 2 euros (que ya es mucho) es el coste real de producción y el resto es en su mayor parte el  beneficio de la editorial ? ¿Cuándo nos dirán cuál es el beneficio real que se lleva una editorial por libro publicado y qué porcentaje se lleva de eso el autor, que es quién realmente realiza el trabajo? ¿Cómo es posible que nadie denuncie públicamente que hace 5 o 6 años la primera novela de "Juego de Tronos" se podía comprar  por 17 euros y que ahora cueste más de 30?¿qué justifica ese incremento si no es la codicia e incluso la usura? ¿tanto poder tienen las editoriales que incluso las grandes superficies, que buscan nuevas fórmulas para los DVD's, Blue ray's, Cd's, etc... , dejan el sector literario sin tocar?

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