domingo, 21 de octubre de 2012

Salvajes


Hace algo más de dos años tuve la fortuna de dar con "El poder del perro", una lectura que me gusto mucho. Sobria, bien escrita, tremendamente bien documentada y muy formativa (algo que no siempre se puede decir de una novela), aunque quizá un poco larga y con un final demasiado dulce (y por dulce no quiero decir "pastelón" sino edulcorado, demasiado favorable a los intereses de quienes, en principio, son los protagonistas. 

Después llegó “El invierno de Frankie Machine”, una novela menor comparada con la anterior, menos pretenciosa, pero también más  amena, más entretenida, más dinámica... Esto no quiere decir que esa vertiente didáctica/ilustrativa que existía en "El poder..." desapareciese, simplemente cambiaba el objetivo. Si en esta última se hablaba de la lucha contra la droga en Estados Unidos durante las últimas décadas y la forma en que el entramado político dentro de sudamérica influía en la mayor o menor permisividad desu cultivo, "El invierno de..." se centraba en la relación amor/odio entre la mafia y el gobierno americano durante el mismo periodo de tiempo. Curiosamente, a pesar de que durante la mayor parte de la novela se producen continuos flashbacks en los que el protagonista busca indicios de quién puede estar intentando acabar con él, "el invierno de..." es una novela mas ágil, llena de ritmo, algo más "de mi gusto".

De no haber leído "El invierno de Frankie Machine" antes de leer "Salvajes" creo que me habría planteado seriamente si "El poder del perro" y "Salvajes" las había escrito realmente el mismo autor. Si las otras novelas apuestan por el detalle, la descripción y la narración pausada, “Salvajes” lo hace por un estilo directo, con frases inusitadamente cortas, mensajes breves pero directos y una ausencia sorprendente de descripción.

Su brevedad, su parquedad y su reducido tamaño pueden llevar a quien siga este blog a pensar, por ejemplo, en “Por la boca muere el pez” de Camilleri... Creo que no es una comparación aceptable. Las tramas de Camilleri son dinámicas y ágiles pero también relativamente sencillas, es el estilo narrativo la que le da un toque peculiar a toda su obra, mientras que en “Salvajes” la historia es bastante más larga, algo más compleja de lo que uno piensa cuando la está leyendo.

Suceden muchísimas cosas, todas ellas interrelacionadas, formando una imagen global mucho más intrincada, pero con un estilo tan ligero, con una apocopabilidad (palabra inventada que derivaría de "apocopar"), una capacidad para comprimir y reducir cuando sucede a su esencia más pura, asombrosa.  Nada que ver con lo visto hasta la fecha en Don Winslow.

Personas y lugares se resumen en apenas una línea, las descripciones son exiguas y la narración tiene más de noticia de la Agencia Efe que de publireportaje periodistico. Donde las anteriores hablan de "lo global" (los avances en la lucha contra la droga, los entramados políticos, la corrupción y las organizaciones mafiosas en general) ésta última habla de "lo particular", de algunos individuos que están en medio de toda esa vorágine. De conquistas y luchas intestinas por hacerse por el mercado, de miedo y de presión, de acción y reacción, de amor y odio... habla de personas y sus miserias.

Y eso que aquí no se habla de la vida de los yonquis, ni de las penurias de sus familiares, todos los que aparecen son personas "acomodadas" dentro de los vaivenes que sus puestos (en organigramas criminales) llevan intrínsecos. Aquí, como en las otras dos novelas de Don Winslow, no hay buenos, sólo malos a los que conocemos en un momento tan complicado que resulta difícil no sentir un mínimo aprecio por ellos.

Ni Ben, ni Chon ni Ophelia (u O) son hermanitas de la caridad, pero como no les hemos visto llegar a donde están, no tenemos nada que los coloque en la columna de "malos". El gran mérito de Don Winslow es ese, conseguir que esa extraña pareja (formada por el idealista Ben y el pragmático Chon), que se ha hecho con la producción de marihuana en el sur de California, resulten casi  entrañables, como si estuviésemos siguiendo las desventuras de un par de joven empresarios emprendedores que luchan por seguir en el mercado ante una OPA algo más hostil de lo habitual.

Dejando a un lado la sorpresa por encontrarme con algo tan distinto a lo que es habitual en él, ésta es, sin dudarlo, la novela de Don Winslow que mas me ha gustado hasta la fecha, aunque hace falta tener estómago pues hay violencia y sexo para aburrir y siempre en su versión mas pura, sin tapujos ni miramientos, algo que no siempre es agradable de ver/leer. 

 “Salvajes” es un drama muy muy crudo, que se desencadena cuando un par de traficantes de marihuana (de una variedad que ellos mismos han creado) se sitúan en el punto de mira de un cartel mexicano que intenta expandir su negocio en territorio norteamericano. Desde ese preciso momento Ben y Chon se verán atrapados en una espiral de violencia de la que no podrán escapar, y el espectador leerá el resto de la novela con espectación intentando descubrir si conseguirán descubrir (o no) una forma de salir de esa situación.

Tiene muchas de las cosas que me gustan pero, por encima de todo, esa sensación de "velocidad" que tienes cuando estás leyéndola. Rapidez que no brevedad, lo que también es de agradecer. Personajes creíbles y creo que "normales" (que quiere decir, que lo son dentro de sus respectivos roles sociales). Te pueden gustar más o menos, puedes entenderles, quererles u odiarles pero Ben, Chon y O dejan huella. De "Lado" casi prefiero no opinar, ya lo haré salvo giro inesperado, en la entrega de premios literarios de este año.

Hay publicada una precuela y Oliver Stone ha estrenado la version en pantalla grande de ésta ...¿qué más se puede pedir?? imagino que un buen chubasquero para todos los fluidos que van a salpicar las salas de cine y que, de vez en cuando, los escritores se permitan el lujo de ser realistas en sus finales, Winslow lo hace en esta novela y es de agradecer.

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