domingo, 14 de octubre de 2012

Calor desnudo - Nikky Heat vol. 2

Richard Castle es un reconocido y afamado escritor de novelas de misterio. Cuarentón, ha estado casado en tres ocasiones, aunque otros tantos divorcios le permiten seguir siendo uno de los 10 solteros de oro de norteamérica. 

Tiene una hija camino de la universidad (Alexis) y deja que su madre siga viviendo con él en un apartamento espectacular donde, de vez en cuando, organiza partidas de poker con otros escritores famosos, entre los que se encuentra, por ejemplo, Michael Connelly.
Saltó a la fama con la serie que protagonizó Derek Storm y que un buen día, cansado del personaje, dio por finalizada con una última y megavendida entrega de la serie. La sociedad se llevó las manos a la cabeza escandalizada ante tanta osadía, ¿quién mata a la gallina de los huevos de oro? 
La suerte, si es que se puede llamar así a lo que sucedió, le llegó cuando en plena promoción de la novela-despedida de Derek Storm apareció un cadáver emulando una de las muertes que había escrito. En uno de esos extraños giros con que la vida nos sorprende, Castle consiguió dar la vuelta a una situación bastante peliaguda y pasó de sospechoso a colaborador del Departamento de Policía de Nueva York donde, por si con esto no fuese suficiente, tuvo la fortuna de encontrar  la inspiración para una nueva serie de novelas policiales. La detective Kate Beckett,  con quien colabora en las investigaciones de homicios que se le asignan, aportando  su particular visión de las cosas, se convirtió así en su musa y compañera de correrías.

Hasta aquí todo normal, o al menos todo lo normal que se puede esperar cuando  uno se encuentra ante un personaje de ficción. Y por personaje de ficción no me refiero a un mero pseudónimo tras el que se oculta un escritor de carne y hueso (evidentemente alguien tiene que haber), como fue el caso de Fernan Caballero o (más recientemente) Pittacus Lore, sino a un personaje de ficción televisiva. Castle (que le da nombre ) y Beckett son los dos grandes protagonistas de una de las series de moda norteamericanas que, en estos momentos, se encuentra comenzando su quinta temporada.

Ahora, en uno de esos "más difícil todavía", las mismas novelas que el personaje ha ido desarrollando a lo largo de cada una de las temporadas ("Heat wave", "Naked heat", etc...) han ido viendo la luz en el universo literario "real". Pero, ¿qué se puede esperar de las novelas? ¿son acaso la plasmación literaria de alguno de los episodios de la serie? ¿o son, por contra, los guiones publicados de episodios inéditos? Pues, para mi sorpresa (y diría que agrado), ni lo uno ni lo otro. La serie de novelas protagonizadas por Nikki Heat es, ni más ni menos, que una serie policiaca que parte de las vivencias experimentadas por su creador (en su propia  ficción televisiva) para desarrollar tramas de investigación policial.

Sus personajes y sus tramas reflejan parte de lo que ha ido ocurriendo a lo largo de la temporada  pero no se limitan a ser un mero calco sino una readaptación personal de las experiencias. Como habría sucedido si su creador fuese una persona de carne y hueso, Richard Castle auna su experiencia y sus vivencias y las convierte en parte del núcleo de su ficción literaria. Lo que genera, eso sí, dos lecturas distintas en función de si quien lo lee es seguidor de la serie o no.

Quien no sea seguidor de la serie, y por “no ser seguidor” entiendo tanto al que no sabe que existe como al que se ha limitado a ver algún episodio de forma esporádica o a engancharse a los mismos de continuo pero siempre de forma inconexa, se encontrará con una especie de “buddy movie”, con esa variante (cada vez más frecuente) en que se cambia a un segundo detective por un asesor externo a un grupo de investigación criminal.
En este caso el colaborador es Jonathan Rook, afamado periodista de investigación, que en esta entrega  colabora con la detective de homicios Nikki Heat en la resolución del asesinato de Cassidy Towne, compañera de profesión y una de las figuras más detestadas por la farándula nacional pues ha hecho de airear sus secretos y mentiras su particular misión en la vida.
Rook, que estaba realizando un reportaje sobre la difunta, es quien la encuentra muerta, lo que se convierte en su oportunidad para volver a formar parte del grupo de investigación encabezado por Heat y completar así el cuarteto formado por ésta y el duo  formado por Raley y Ochoa.
Si no se ha seguido la serie “Calor desnudo” resultará una lectura ligera, sencilla y entretenida que ofrece  una (mas que) incipiente relación entre los protagonistas, construída a través de intercambios dialécticos ingeniosos (que deparan algún momento gracioso) y una narración donde la acción también tiene su pequeño lugar. Aunque, procurando ser sincero, no deja de ser una de tantas otras novelas que se pueden encontrar hoy en las librerías.

Si eres seguidor de la serie... entonces la lectura cobra una dimensión distinta y también un tanto extraña.

"Calor desnudo" se convierte para nosotros (me incluyo porque sigo la serie desde el principio y ocupa su particular lugar en mi colección) en una lectura singular. No es frecuente (de hecho creo que es la primera ocasión en que a mí me sucede) conocer al escritor y sus vivencias antes de leer la novela. Mas que conocer, las hemos vivido "de primera mano" a través del televisor por lo que, hasta cierto punto, somos capaces de seguir parte del proceso mental que sigue su creador a la hora de escribir.

No es sólo que conozcas una parte importante de su forma de pensar, también es que has "sufrido" las mismas experiencias que él por lo que relacionas bastantes de los acontecimientos sobre los que escribe y "solapas" lo visto y lo leído para formar una tercera imagen. Que el resultado de esta peculiar operación sea un acercamiento un poco mayor a la psique de un personaje de ficción es, sin lugar a dudas, una de las experiencias más surrealistas que he vivido, pero también una experiencia difícil de igualar.

Otro fenómeno curioso es el de los personajes. Resulta muy complicado dejar de atribuirles las características físicas de los actores que dan "cuerpo" a los personajes televisivos que sirven de inspiración a su creador. Así que mentalmente tienes, por ejemplo, a Nikki Heat, a quien atribuyes el cuerpo y las maneras de la detective Kate Beckett pero siempre sabiendo que ésta no es más que la plasmación de un personaje realizada por la actriz Stana Katic.

Así que la novela tiene un toque "alucinógeno" que no deriva tanto de lo que cuenta como de lo que trae al recuerdo, afortunadamente conforme va avanzando la novela los efectos se van disipando y uno deja de ser tan consciente de todo esto y esa realidad a tres capas va perdiendo la parte más terrenal (el de los actores y la serie de televisión) y se reduce al binomino realidad televisiva- ficcion literaria, ¡¡que ya es!!

Así que el seguidor de la serie, a la hora de sopesar si le compensa o no, tiene un aliciente más que el resto de los lectores si quiere darle una oportunidad, valga como referencia común que la trama es del estilo de las que se pueden ver todas las semanas en la televisión, con sospechosos múltiples, interrogatorios, múltiples vías de investigación, la interacción entre los protagonistas (y aquí incluyo al dúo dinámico policial formado por Raley y Ochoa) y acción.

Por lo demás "Calor desnudo" no es un novelón, tampoco creo que lo pretenda. Ni aporta gran cosa en cuanto a la trama, de hecho puede resultar un poco "light" para el seguidor más... más de novela negra pero en la época de las experiencias multimedia, con creadores que incluyen referencias en sus libros a vídeos colgados en internet, etc... ésta es posiblemente la obra que mejor ha sabido utilizar "todo lo ajeno" al mundo literario para crear algo totalmente distinto. Hasta las dedicatorias tienen su encanto.

Sólo una cosa más, que a nadie le pase como a mí por ir de listo y no informarme antes (ni mirar la sinopsis de la novela): "Calor desnudo" no es la primera entrega de la serie, es "Ola de calor", a la que espero dedicarle un pequeño rato en los meses venideros.

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