jueves, 7 de abril de 2011

Ángeles en la nieve

Con la intención de aprovechar el fenómeno mediático de la Serie Millenium, se ha empezado a hablar de “novela negra nórdica” como una denominacion propia.

Los medios de comunicación no desaprovechan la oportunidad y con cada nueva novela corren ríos de tinta sobre este fenómeno emergente. Un “movimiento” en el que se incluyen autores tan dispares como Stieg Larsson, Henning Mankell, Karin Fossum, Jo Nesbo, Camilla Lackberg, Liza Marklund o Arnaldur Indridason.

La clasificación tiene una motivación más comercial que literaria. Lo cierto es que el utilizar el término “nórdico”, lleva a los lectores a creer que se van a acercar más a conocer la cultura y sociedad de ls regiones del norte de Europa, pero ¿realmente son un reflejo de la sociedad en la que centran sus tramas?

Stiegg Larsson, el autor que ha propiciado el “boom” de este tipo de novela, es considerado uno de sus máximos exponentes y sin embargo, con el paso del tiempo tengo la sensación de que su trilogía podría haber estado ambientada en prácticamente cualquier país del “Primer mundo”, donde el abuso de poder, el condicionamiento de los medios de comunicación, el poder de dinero y las corruptelas políticas son una práctica generalizada.

Creo que la sensación que causó "Los hombres que no amaban a las mujeres" se debe más a la contundencia de los datos estadísticos con que se acompañaba la trama y a la imagen idealizada que se ha vendido de las sociedades del “Estado de Bienestar”, que por el contenido de su novela. Sin la novedad inicial, las dos novelas restantes habrían quedado relegadas a un segundo plano de no haber sido por el personaje de Lisbeth Salander, posiblemente uno de los personajes más transgresores de los últimos tiempos.

Henning Mankell, para mí el mejor exponente de toda esta pléyade de escritores, no ha sido capaz de mostrar Suecia con el detalle y minuciosidad con que lo ha hecho con Sudáfrica en particular y el continente africano en general, en obras como “La leona blanca”, “El chino” y “El cerebro de Kennedy”, todas ellas con África como elemento central de las tramas.

Con estos ejemplos no pretendo criticar a ninguno de los dos autores, sino señalar la dificultad de ver reflejada la sociedad de estos países incluso entre los más destacados de sus escritores. Posiblemente ese sea el mayor mérito de James Thompson, que en “Ángeles en la nieve”, construye una novela que no sólo situa en Finlandia sino que cobra significado en ese entorno.

Narrada en primera persona, la investigación del asesinato de una joven actriz de origen somalí sirve de hilo conductor para conocer de primera mano la forma en que los fineses hacen frente a las difíciles condiciones extremas a las que se enfrentan en el día a día.

El aislamiento, el amor por la naturaleza, el alto porcentaje de alcohólicos, el refugio en la iglesia laestadinista, la violencia doméstica... no son más que la punta del iceberg. Más allá de dar meros datos estadísticos, este autor americano, finlandés de adopción, muestra a través de las conversaciones entre Kari Vaara y Kate, su esposa americana, lo distinta que puede llegar a ser la cultura del norte de Europa, con una concepción de las relaciones humanas y de la “intimidad” tan opuesta a la mediterranea, que altera por completo el significado de términos como “dignidad”, “orgullo” y “vergüenza”.

Un acercamiento sin tapujos a la realidad social de Finlandia que, sin omitir la crítica a las instituciones y a los medios de comunicación, muestra una sociedad clasista y fragmentada con la misma sobriedad, crudeza y formalismo que caracteriza a los autores nórdicos, aunque quizás con el estilo más directo de la novela negra americana.