viernes, 15 de abril de 2011

La Agencia: una espia en la casa

¿Son "La historia interminable", "Momo" o "El principito" novelas sólo para niños? ¿En qué momento la serie de Harry Potter o la saga de Crepúsculo pasan de ser libros para "jovenes" a ser novelas para "adultos"? ¿Es lo mismo "Los juegos del hambre" que "Nick y Norah"?

Entiendo que no se pueden crear tantas categorías como pudiera ser recomendable, pero no es justo que porque una novela esté protagonizada por alguien menor de 18 años y, sobre todo, si la temática es fantástica o la prosa ligera, directamente se clasifique la novela como "juvenil".

En primer lugar porque la etiqueta en sí no dice nada sobre la temática de la novela; en segundo lugar, porque incluirla en esa categoría o en la más socorrida "Mayores de 12 años", en el fondo es una condena al ostracismo que la aparta por completo del mundo adulto.

¿Alguien sabría decirme cuanta gente conoce que, sin tener hijos de esa edad, suela frecuentar esa sección en las librerías? Si el libro de turno no se convierte en un fenómeno mediático (el caso de Crepúsculo o de Harry Potter), las posibilidades de difusión de la novela fuera de los integrantes del A.M.P.A, se reduce ostensiblemente.

Con suerte, Hollywood lleva una adaptación a las pantallas, los libros empiezan a aparecer en la lista de "más vendidos" y, entonces sí, pasa a ser lícito que te vean leyéndolo en el Metro. Lo cierto es que ni las librerías ni los medios de comunicación dan difusión a muchas de estas novelas, por lo que acaban fuera de “nuestro radar”.

Un buen ejemplo de la suerte dispar de las novelas en función de la clasificación que se les da, se ve en el escaso éxito que ha tenido “ La Agencia : una espía en la casa”, casi desapercibida en las librerías españolas... y no porque la novela carezca de atractivos.

De lectura sencilla, su mayor virtud es la capacidad para recrear la topografía y la sociedad del Londres victoriano. Siguiendo las pesquisas de Mary Quinn recorremos sus vías principales, sufrimos la miasma que emana del Támesis, montamos en carruajes tirados por caballos y podemos ver el clasismo que configura la sociedad.

Quien espere tiros, emoción a raudales o “gadgets” ingeniosos se equivoca de novela. No estamos ante uno de los misterios de Nancy Drew ni mucho menos ante una aventura llena de adrenalina protagonizada por Alex Ryder.

Lo relevante en la novela de Y. S. Lee es la denuncia de los prejuicios sociales, el racismo, el papel secundario de la mujer en al sociedad y la doble moral imperante en la época. Es en ese contexto en el que “La Agencia” cobra un papel relevante, ya que sus integrantes, todas mujeres, no sólo tienen acceso a roles variados que les permiten mezclarse en los distintos estratos sociales sino que lo hacen desde la “invisibilidad” de la que les dota su sexo.

El problema de esta primera novela es que su público no está claramente delimitado. En principio, a temática centrada en el fraude a las aseguradoras y en la explotación  racial dentro del transporte marítimo, aleja la obra del universo “puber”, por mucho que les pueda agradar el flirteo entre James Easton y Mary Quinn. Por otro lado la inocencia de la propuesta y el precio del libro no ayudan a que se asiente entre el público adulto, sobre todo si tenemos en cuenta que muchas de las novelas de Anne Perry, la mayoría de investigación ambientadas en la misma época (tanto las del detective Pitt como las protagonizadas por Monk), se pueden adquirir fácilmente a un coste menor.