miércoles, 13 de diciembre de 2017

La venganza de Tiburón - Las aventuras de Tiburón, vol. 1


Lo más difícil que hay en este mundo es arriesgar porque por instinto, cuando llega el momento, todos los mecanismos internos de nuestro organismo pisan el freno y nos detienen.

Si quieres ir al gimnasio y obligarte a "hacer algo", el cuerpo se hace el remolón y genera un ansia increíble por postrarse en un sofá hasta el día siguiente. Si piensas en comida lo haces en lo que más te gusta "de lo que conoces". Paseas por las mismas zonas y como norma establecemos rutinas en las que nos sentimos cómodos y a las que nos acabamos amoldando.

Al menos eso es lo que me pasa a mí. Y con los años más.

Con los libros pasa un poco lo mismo. 

Si el tiempo para leer es limitado y el número final de libros que van a pasar por tus manos también, al final, mientras no sea algo irremediable (como que estés al corriente de las series que sigues) te ciñes a tu hábitat natural y te mueves lo justo y, cuando lo haces, al final buscas algo similar aprovechando referencias o valoraciones de gente que tienes comprobado que coincide un poco con tus gustos y apetencias.

Afortunadamente a veces la que manda es esa voz interior que te dice que arriesgues y des un saltito hacia otro sitio. Lo fácil.... que sea algo nuevo pero bien referenciado. Asi llegas a novelas como "Efecto dominó" y, con suerte, amplias un poco más tu repertorio. Otras veces, como le pasó a mi madre hace un par de años con "El caso Harry Quebert", la novela del momento no te llega o no es lo que buscas y fracasas estrepitosamente.

Este año me puse un número de libros elevado como meta y he tenido la suerte de poder cumplirlo con margen. He disfrutado y he cubierto, en general, con mis habituales (aunque soy consciente de que alguno se ha quedado pendiente) y he procurado innovar un poco e intentar ampliar mi campo de lecturas o al menos he procurado que dentro de "mis géneros", la variedad de la propuesta fuese mucho mayor.

Como suele pasar, siempre hay un margen de fallo y por aquí han pasado algunas novelas que apenas han dejado poso y el que ha quedado no ha sido especialmente bueno, afortunadamente esas acaban enterradas bajo los restos de otras que sí han dejado buen sabor de boca y que por número han superado con creces mis expectativas.

"La venganza de tiburón" está dentro de ese bloque nuevo de novelas (o series) interesantes que espero poder visitar en 2018 aunque no sé si dispondré de la misma energía, tiempo y ganas como para poder cumplir con todas las pendientes.

Lo que más me ha gustado es que no es (ni intenta ser) el novelón del siglo sino dar, dentro de lo que está en su alcance, algo lo suficientemente bueno y marcadamente distinto como para agradar a quién lo lee.

Dentro de lo que es la novela negra y su cada vez más dispersa variedad de temáticas, lo situaría en una revisión de la novela clásica habitual. 

Con ritmo pausado, trama más o menos lineal pero sin poder terminar de anticipar lo que va a pasar porque no conoces la totalidad de la historia hasta el último cuarto de la trama, que es cuando los flashbacks que nos llevan hasta el momento en el que comienza la novela (la salida de Tiburón de prisión) terminan.

Para variar empiezo con los peros, que no son muchos pero están o, al menos, se nota lo que falta. Falta "seso" con "ese". En ese sentido no es una novela que te aporta algo nuevo que llevarte a la boca.... corrijo, no te aporta un conocimento adicional innovador y apasionante que te permita demostrar lo mucho que has aprendido leyendo cuando quedas con tus amigos a tomar algo.

Habla de la vida, de la gente de barrio que ve como ésta les golpea una y otra vez sin terminar de encontrar el momento de calma que les permita sacar un poco la cabeza del hoyo y que, al final, opta por tomar una medida drástica (apriori fácil) para salir adelante y, una vez llevada a cabo, decide que la posibilidad de vivir bien aunque sea de forma ilegal es más sugerente que la de esperar a ver cuál es el siguiente vaivén que les hace zozobrar.

En eso recuerda a Alexis Ravelo y su grupo de perdedores protagonistas, pero, en el caso de la novela de Dani el Rojo, con mucho menos introspección y un conjunto de personajes que parten de un origen más marginalidad. Si Ravelo habla de un colectivo situado en la zona media o media baja, venidos a menos en un momento dado, los protagonistas de esta entrega rozan el lumpen, ese estrato social casi inferior al del proletariado propiamente dicho.

Aquí no hablamos de gente de clase media a la que un golpe del destino o una desgracia sitúa por debajo de su estatus sino de gente que de por sí iba al límite y que en un momento dado se ven directamente con el agua al cuello y al borde del desahucio.

Con ese ambiente la atmósfera de la historia es la de una Barcelona que no luce sino que se muestra apagada. Un ambiente algo opresivo y gris, que no necesita entrar en detalle para mostrar una ciudad distinta a la que el turista conoce en sus visitas, sin grandes referencias arquitectónicas y con una fauna que asustaría hasta el más pintado. La misma a la que, con suerte, no se ve durante unas vacaciones.

Lo bueno... de eso hay bastante.

Lo más importante, es dura sin ser cruda. Es más el ambiente y los personajes que muestra que el que sea explícita en lo que narra. Así, aunque la violencia aparece en varios momentos, es bastante concreta y no se recrea en el morbo insano.

El protagonista está bien. Cuenta a favor con que el ritmo es elevado y entre los flashbacks y un presente algo acelerado no queda mucho margen para la introspección.

La gente del barrio aporta algún elemento colorista a la trama y un par de momentos graciosos (como el atraco al banco con los jubilados en sillas de rueda) y la historia consigue hablar de las miserias del día a día con un tono, en general, amable.

La prosa de Dani el Rojo y la propuesta conjunta con Foix me han gustado especialmente. Creo que no es fácil convertir algo dinámico en un conjunto consentido y no en un correcalles. Durante la lectura (y lo que es más importante, tras la misma) no te quedas con la sensación de haber estado en un coche de choques de 200 páginas donde todo es una sucesión vertiginosa de imágenes y emociones sino una historia contada con ritmo y sentido.

Creo que "La venganza de Tiburón", como pasa con las novelas de Julio Muñoz Gijón, tiene un punto canalla que consigue compatibilizar con la capacidad para por medio de la palabra escrita conseguir rozar la comisura de los labios del lector hasta el punto de "casi" (aunque no siempre) hacerle sonreír y permitirle afrontar su trama con cierto aire fresco.

Tiburón y su panda de inadaptados se incorpora a mi lista de libros a seguir con la ventaja de que deja un buen poso y la sensación de que es una de esas creaciones que, hasta en un mal día, eres capaz de leerla con interés sin necesidad de estar al 100% de tu condición y eso tiene mucho mérito.

Valoración: me ha gustado. 

P.D: No me gustaría despedirme sin hacer dos apreciaciones: 

La primera es la fácil, no juzguéis el libro por la portada. A mí me ha gustado con esa estetica canalla y comiquera pero asumo que a mucha gente le puede espantar. No os dejéis llevar por la primera impresión (aunque en parte marque lo que está por venir).

La segunda, me gustaría destacar que lo que más me ha gustado de la novela ha sido la dedicatoria de Yolanda Foix a Dani el Rojo. La forma en que habla de él y la energía que transmite al hacerlo son algo difícil de encontrar al tiempo que ofrece uno de los mejores cierres y cartas de presentación de una persona que haya podido ver, leer o conocer.

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