domingo, 24 de diciembre de 2017

La diosa ciega - Hanne Wilhelmsen, vol. 1



Hace apenas unos  años no me habría gustado encontrarme en la tesitura de valorar una novela nórdica. 

La locura colectiva surgida tras una increíble campaña de marketing  y mucho apoyo de los medios de comunicación vino a arrasar con cualquiera que discrepase en su parecer sobre la genialidad de los escritores suecos, fineses o noruegos.

Como se suele decir coloquialmente "cagaban oro" y daba igual lo que se pudiese pensar y opinar, cualquier novela que viniese de ese triángulo mágico era poco más o menos que una obra maestra.

No soy quién para opinar pues leo por diversión y muchas veces no estoy en las mejores condiciones para criticar nada pero creo que se vendió mucho humo y que se aprovechó ese punto canalla y fisgón que tenemos dentro, pues la gente quería descubrir que "los vecinos del norte" también tenían mierdas y miserias sociales, en un momento en que la Unión Europea, con Alemania al frente, apretaban las tuercas a los pecaminosos países mediterráneos.

De la mano de Stieg Larsson se puso en tela de juicio la Suecia utópica que era el paradigma del Estado de Bienestar, en el caso del finado autor sueco, con una buena dosis de adrenalina y violencia. 

Sin el maquillaje que hacía aparecer el norte como conjunto hermoso y funcional mientras tapaba las carencias personales y familiares de una sociedad aislada y con problemas en ocasiones de relación que sufre una problemática totalmente distinta a la nuestra, permitiéndonos sacar un poco de pecho en un momento de bajón moral y social ante las incesantes portadas de los medios de comunicación.

Hoy el boom ha frenado, se siguen vendiendo muchos libros y se publican muchísimas de sus novelas, pero la moda ha cambiado y es posible leer sin presión y opinar sin ser vilipendiado por ello.

Para mí los grandes nórdicos (salvo a Arnaldur Indridason que sigue pendiente de lectura) son Mankell (en su caso, tristemente, en pasado), Jo Nesbo y Karin Fossum, lo he dicho muchas veces. Y creo que los mediterráneos o al menos los italianos, franceses y españoles, en el mismo volumen o inclusosuperior, ofrecen un tipo de novela con un corte más "social" y una individualidad más marcada, que se aproximan más a mis gusto y que no sólo me resulta más sencilla de comprender, también de empatizar, menos fría.

Lo que no quita para que gente como Camilla Lackberg o Anne Holt sean un recurso más en la lista de lecturas cuando busco un poco de cambio. De las dos, me quedo con Anne Holt antes que con la supuesta reína de la novela nórdica por muy superventas que sea.

Esta serie que comienza con "La diosa ciega" es una obra relativamente coral que permite un acercamiento bastante global a un problema interno, lo que la convierte en una lectura curiosa y entretenida, no tanto por la forma como por el fondo.

Para mi gusto le falta un poco de chicha y no es capaz de generar tensión en varios momentos de la historia pero sí que presenta una trama bien hilada, con muchos frentes abiertos y personajes distintos a los habituales que, aunque son algo fríos en su lectura, son coherentes y honestos con lo que uno espera en un momento dado y eso se agradece.

Me gusta el tandem que forman Wilhemsen y Sand y me parece interesante que por una vez la opción de tensión amorosa no sea una alternativa y se descarte desde el principio. 

También que no se trate de una situación de pupilaje que menoscaba a uno y eleva al otro. Se trata de mero compañerismo, del comienzo de una colaboración, que se extiende en varias entregas más mostrando a dos personas algo aisladas por su trabajo que encuentran en el otro un pequeño apoyo que sirva de asidero en momentos de zozobra personal y laboral.

Holt, en la estela de Per Wahlöö y Maj Sjöwall (pioneros en ese tipo de construcción), hace del paso del tiempo durante la investigación uno de los elementos principales de la narración y cómo el lento avance de la investigación y la imposibilidad de conseguir resultados va haciendo merma en los protagonistas (y en el lector).

Lejos de carreras y persecuciones veloces por calles medio desiertas, aquí es el vacío existencial de los protagonistas lo que se aborda y cómo el trabajo y la frustración acumulada, que en ocasiones acaba por generar obsesión y fijación, acaba por pasar factura también en los hogares.

A diferencia del dúo de los años 70 donde el peso fundamental recaía tan sólo en Martin Beck, Holt construye la novela con un aire más coral y, en ese sentido, actualiza la trama y el desarrollo ofreciendo algo de solaz al lector con personajes como Billy T.

El resto de la obra es un poco más de lo mismo, aderezado con algún episodio esporádico de amor y un toque de corrupción y teoría conspiratoria que amenizan algo el desarrollo de la trama sin darle mayor empaque a la historia.

No es brillante y en algún momento es algo lenta, juega ligeramente con el lector para llevarle al equívoco pero consigue dar sentido a la narración justo al final sin dejar sensación de engaño y eso se agradece. Hasta consigue arrancar una sonrisa al incauto (al que escribe esto al menos) que pensaba que lo había previsto todo.

Para mí le falta denuncia social "real" (para ser como Mankell), interiorizar en los personajes y mostrar una oscuridad más real y efectiva (para recordar a Nesbo) o ese toque especial que Fossum consigue imprimir en cada una de sus narraciones, pero sí es un buen libro de sobremesa con el que pasar un rato sin sentirse engañado.

Valoración: me ha gustado, pero llega a eso justito, justito.

En una previsión de lecturas superior a 50 novelas al año y si eres como yo, que procura no repetir mucho autor a lo largo del año, Anne Holt puede tener su pequeño espacio, si no tampoco pasa nada, no es una de esas lecturas que te impacten y sus protagonistas no generan la necesidad de saber más sobre ellos, al menos no en esta primera entrega.

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