miércoles, 26 de agosto de 2015

La otra piel (Serie McAvoy, vol. 2)

Empecé a leer "El veredicto" de Michael Connelly pero apenas llegué a la página 40 decidí que debía esperar a otro momento. No terminaba de arrancar tras varios días intentando encontrar el momento para leer y al final decidí cambiar de libro para ver si había más suerte.

Normalmente habría buscado un cambio de género para ver si el probelma era ese, ya que al leer a Connelly tuve cierta sensación de saturación. Sin embargo opté por esta segunda entrega de la serie de Aector McAvoy y me enganchó rápido, leí con fluidez y apenas en tres días estaba finiquitada.

Sería muy sencillo decir que al desarrollarse en Hull me sentí  más agusto. Que el Reino Unido me gusta más que los Estados Unidos y que... pero no tiene nada que ver. Es una cuestión de estilo y de planteamiento del libro.

Connelly es un  autor increible que disecciona la sociedad en la que ambienta su novela. Habla de casos que han alterado la percepción de la gente sobre ciertos temas y del clima social en que se desarrolla su obra en ese momento. Está muy bien porque a lo largo de la serie de Harry Bosch uno va dándose cuenta de la evolución que está teniendo lugar dentro de la sociedad, los problemas de racismo, la desconfianza hacia la policía, las revueltas y las situaciones a las que el sistema judicial americano da cabida. Al final se trata de seguir a los personajes dentro de un gran cuadro general donde se mueven y relacionan, conformando un todo bastante grande. 

Por contra David Mark crea un microcosmos. Su obra describe y muestra a distintos personajes (bastantes) y sus distintos procederes pero no lo hace para ejemplificar un proceder dentro de la sociedad en general. De esa forma el lector se puede aislar de las generalidades y leer sobre personas y no tanto sobre sociedades en global.

Así es más fácil identificarse pero, sobre todo, es más sencillo poder olvidarse de las cosas que se ven cada día en la prensa y en la televisión. De dejar a un lado los generalismos y la sensación de que todos los que se encuentran en un estrato determinado (por ejemplo, políticos) son todos iguales.

Si se me permite la licencia de hacer una comparación que puede parecer tan exagerada como una reducción al absurdo, Connelly sería a la Macroeconomía lo que David Mark a la micro.

Por otro lado el autor americano es más lóbrego. Tanto sobre los personajes como sobre las tramas siempre hay una nube negra, una capa de pesadumbre y lobreguez (reflejo de la sociedad que describe y del cuidado con que se tiene que proceder en cada ámbito) que no existe en el autor británico, más liviano, más colorido.

Quizás por eso pude leerlo del tirón y sin problemas. Demasiada realidad en vísperas de vacaciones estivales no podía ser bueno y paré.

Sobre la novela en concreto poco puedo decir sin revelar la trama. Hay tres realmente, que como ya pasaba en la novela anterior se van entremezclando (con coincidencia en algunos casos de lugares y personas implicadas de una forma u otra) aunque son claramente distintas y su desarrollo corre por separado.

Una de las tramas habla de los sitios de citas... más bien de los sitios para encuentros sexuales, de lo que allí sucede y de lo que de alguna forma buscan quienes recurren a ellos y los motivos que en algún caso les han llevado allí. Lo hace desde el punto de vista de uno de esas usuarios y lo hace con tacto, sin entrar a describir con detalle, esbozando sin terminar de mostrar lo que es el encuentro en sí sino los prolegómenos. 

Ahí no pude dejar de pensar en "Acosada", la tercera entrega de la serie Jonathan Stride, escrita por Brian Freeman. Esta quizás algo más cruda cuando trata los temas de vouyerismo y los encuentros sexuales, a pesar de que lo hace en un contesto mucho más reducido por tratarse sólo de uno de los hilos de su trama, una parte pequeña. Influye además que a ciertos niveles no dejo de identificar a Stride con Mcavoy y que la química del primero con Serena Dial tiene algo, aunque sea de forma tangencial, con la que tiene el segundo con la Teniente Pharaoh... con una extraña relación  profesional y personal donde siempre hay una chispa de tensión no resuelta. Además Freeman es un autor de la zona "microeconómica", capaz de mostrar lo mejor o peor de distintos microcosmos sin llegar a enmarcar todo dentro de una sociedad concreta.

El segundo hilo conductor tiene que ver con la lucha por hacerse con el mercado de la marihuana en la ciudad, tras la irrupción de un nuevo grupo dispuesto a todo para eliminar la competencia vietnamita de la zona. 

Aquí imposible no pensar en "Muerte en Hamburgo" donde el Hauptkommissar Jan Fabel debía resolver una serie de crímenes violentos donde una banda extranjera intenta instalarse en Hamburgo, para lo que utiliza métodos especialmente cruentos. Algo similar a lo que sucede en este caso.

Aunque, a diferencia de lo que sucedía en la novela de Russell, aquí de nuevo las torturas y castigos se esbozan, sin recrearse lo más mínimo en los detalles (apenas esbozados) de las torturas y sí en el efecto que los mismos consiguen en quienes los presencian.

El último hilo tiene que ver con la presencia de un nuevo grupo de gitanos en la ciudad y las costumbres que rigen su sociedad. Algo que atañe mucho a McAvoy dado los orígenes de su mujer.

En general la novela me ha gustado bastante. Rápida, intensa, bien llevada y con personajes creíbles y realistas (hasta el punto de que unos pueden gustar y otros (los más) provocar un enorme rechazo en quien lee). Pero siempre con un estilo directo pero cálido y cuidado, que es de agradecer.

Nota: 7.

P.D: creo que a finales de mes sale la tercera entrega de la serie y, según la sinopsis, la cosa no pinta nada bien para el bueno de Aector. Habrá que leerla. 

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