jueves, 25 de octubre de 2018

De Detroit a Triana


Creo que "De Detroit a Triana" está lejos de las novelas tipo que suelen llamar mi  atención y, por ende, será difícil encontrar alguna similar en este blog.

Es un estilo tan ajeno a mí que desde que finalicé su lectura he postergado el momento de publicar este post en una búsqueda de justificación del por qué de su elección, apenas dedicando un segundo pensamiento a lo que me gustaría comentar sobre la misma.

Lo cierto es que, por superficial que pueda sonar, elegí la novela por el título. Nada más verlo me chocó mucho el contraste entre una ciudad americana y un barrio sevillano.

Lo fácil sería quedarme ahí, pero sería mentir. Gracias a (o por culpa de) Julio Muñoz Gijón, "El Rancio", autor que disfruto como lector (y cuya obra de teatro, vaya por delante,  me encantaría ver), se despertó, hace un par de años,  mi curiosidad por la ciudad a orillas del Guadalquivir s, gracias en gran parte a su capacidad literaria. Desde entonces, "El Cachorro"  y Triana, han pasado a formar parte de mi acervo cultural y mantienen un extraño influjo sobre mi persona.

Por eso, ante un título tan sugerente o al menos que a mí me llamó la atención, no pude más que leer la sinopsis de donde deduje (en un acto, sin lugar a dudas,  propio de un vidente realmente talentoso)  que su lectura me sumergiría en una historia con algo de humor, que me iba a descubrir el embrujo que la ciudad andaluza ejerció sobre el escritor quién, la visitó en un intercambio universitario y acabó cautivado por su idiosincracia particular.

No fue hasta la adquisición de la novela cuando descubrí quién era Ken Appledorn e, infantilmente, empezaron mis prejuicios hacia la lectura de la novela. No soy (o no me tengo) por una persona mitómana, y aunque "los Morancos" son uno de los escasos grupos humorísticos a los que dedico un mínimo de tiempo cuando se ponen delante, reconozco que el descubrir que el escritor era el marido de Jorge Cadaval, más que sumar, restó.

En ese momento inicial postdescubrimiento, me arrepentí un poco de mi elección, hasta me avergoncé de mi escaso gusto, sintiendo que no iba a encontrar forma de justificar su lectura y que iba a acabar con mi "supuesto" glamour literario.

Hoy, una vez terminada su lectura, lo único que lamento es haber podido vivir en el desconocimiento un poco más, lo justo para disfrutar de la lectura en toda su plenitud sin tener elementos externos para saber cómo iba a acabar la narración.

La novela, no es una obra que transmita sensación de buscar alcanzar grandes hitos literarios pero se muestra (al menos así se ha revelado ante mis ojos) como un relato agradable y cuenta con algunos momentos graciosos que sirven para aderezar la historia y romper la monotonía, convirtiendo su lectura en una opción agradable para amenizar un par de tardes (su longitud no da para mas).

El relato tiene entre sus grandes valores contar con un narrador ameno, una historia honesta, humana y sincera (o al menos eso parece) que evita por todos los medios caer en la parodia o en el humor fácil que podría haber resultado de contrastar la cultura americana y la sevillanda.

Los amantes de "8 apellidos vascos", su secuela o, por ejemplo, "Bienvenidos al Norte", no encontrarán en este libro el exprimido juego de contrastes, pues el relato evita en todo momento caer en la sucesión de desencuentros que muestren dos pueblos antagónicos y no busca en ningún momento provocar la risa con las situaciones cómicas que genera el choque cultural.

Tampoco es una sucesión de gags de los Morancos o una loa a los mismos, es más, quien busque eso encontrará más referencias (y muchas más excusas para soltar un par de carcajadas) en la primera entrega de la novela de Muñoz Gijón que en esta obra. Así que si alguien se plantea comprar el libro para ver si disfrutas de uno de sus espectáculo por una cuarta parte de su valor, se va llevar un chasco.

A nivel particular la lectura, para mí, ha supuesto la oportunidad de conocer a alguien con una vida singular y un proceso vital enriquecedor que en su caso le llevó a dejar su hogar para intentar ser feliz en otro lugar. 

El camino, o lo que comparte con nosotros, se demuestra difícil, más aún para una persona que salió de un entorno sobreprotegido (y sin querer, represivo) para encontrarse, siguiendo una corazonada y un consejo, al otro lado del océano, en un ambiente distinto, más abierto, desinhibido y quizás demasiado "floclórico", en donde descubrió, no sólo lo que era el amor (que también) sino  cómo para algunas personas la felicidad no reside en el éxito profesional y económico sino en ese intangible difícil de definir que tratamos de abarcar con "sentirse agusto con uno mismo y lo que hacemos"

Ligera, agradable, llevadera, cómoda y asequible, su lectura ha supuesto una pausa muy liberadora tras una sucesión de obras más pesadas y exigentes. Además, me ha dado la oportunidad de pensar y dar vueltas a distintas facetas de mi vida (y la de otros) y tratar de valorar las situaciones desde otro prisma, en un momento (si es que sólo hay uno de vez en cuando y no es un estado permanente) en el que uno reanaliza sus prioridades y objetivos.

Valoración: A mí, me ha gustado. Entiendo que a lo mejor a muchos otros no, pero para mí ha sido lo suficientemente agradable, reflexiva (sin ser pedante), humana y, además, me hizo reír bien agusto con un par de anécdotas (o situaciones variopintas) para enmarcar, con especial mención a l que le sucedió en su primera Semana Santa.

En otras cosas....

En cine sigo insatisfecho. 

"Black Panther" me ha dejado bastante frío.

"Antman and the Wasp" es más dinámica pero no ha llegado a generarme emoción alguna, con Michael Douglas insulso y un actor, Paul Rudd, que nunca termina de llegarme/llenarme.

En música esta semana no me ha dado margen a casi nada pero me quedo con la sorprendente y extraordinaria voz de Bradley Cooper en "Shallow", una canción que llega y crece conforme se viene arriba el personaje de Lady Gaga.



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