domingo, 18 de mayo de 2014

Tras el espejo de Buda, Neal Carey (vol. II)

Para mí existen tres Don Winslows, el de "El poder del perro" (detallista, capaz de captar la atención del lector mientras explica situaciones políticas y momentos históricos distintos), el de novelas como "Un soplo de aire fresco" o "Salvajes" (ligero, ameno, entretenido, sin grandes complicaciones, con historias concretas que hablan de personajes y vidas personales sin cargar mucho las tintas) y el de "Frankie Machine", una obra que debería estar incluidas en la segunda categoría pero en la que el autor intenta mostrar entornos y situaciones políticas y sociales con tal profundidad que te saca un poco de la trama y acaban por convertir el relato en algo un tanto tedioso.

Para mí "Tras el espejo de Buda" se queda en ese limbo que es la tercera categoría, con una obra llamada para entretener, con un personaje dinámico, sencillo, al que coges cariño y que se ve inmerso en situaciones complicadas (conflictivas) donde lealtad, moralidad y amor tiran de él en situaciones distintas que acaba por convertirse por una ardua descripción sobre la situación de China en los setenta y toda la evolución politico-social que la llevó a esa situación. Una descripción con tal despliegue literario que acaba por comerse a la narración principal, dejándola totalmente desprovista de interés.

Hacía mucho tiempo que no sufría una desconexión tan clara durante una narración. Ha habido en los últimos años novelas que no me han enganchado desde el principio (por muy diversos motivos) y cuya lectura se ha convertido en algo azaroso a lo que hacer frente hasta finalizarlas. Pero en todo ese tiempo ninguna novela que hubiese captado mi atención se me había atascado tantísimo de golpe y con esta me pasó.

Un frenazo de 100 a 0 en tres, cuatro páginas. Una novela que iba viento en popa, con mi ritmo de lectura habitual que acabó por convertirse en esa pesadilla que sabía que tenía ahí para terminar pero con la que no quería perder el tiempo. Ni evasión, ni desconexión, ni divertimento... así noooooooo Don, así no.

Y eso que la cogí con ganas porque "Un soplo de aire fresco" me pareció novedosa y "fresca". Entretenida, ligera y cautivadora. Una novela que recomiendas a cualquier lector, aunque no sea amante de novela negra (sobre todo si no es amante de novela negra) porque aspiras a que le sorprenda y le divierta, sin ser capaz de sacarle grandes peros porque no va a etiquetarla bajo el título "novela negra" general y se va a limitar a disfrutarla.

Neal Carey es un personaje abierto, inteligente, asequible... que quizás en esta segunda historia se queda un tanto atascado, en parte porque su autor lo relega a un segundo plano y en parte, por qué no reconocerlo, porque él mismo se queda atascado en sus constantes indecisiones. A estas alturas de la historia uno esperaría que con cierta edad y ciertas vivencias las dudas que tenía en la primera novela se hubiesen disipado o, al menos, hubiese aceptado su existencia como parte de su forma de ser.

Sin la necesaria "evolución" del protagonista, con una trama ligeramente engañosa con un giro final que no se podía preveer del todo pero que, al menos a mí, tampoco te deja satisfecho del todo y una zona alrededor de las tres quintas partes de la historia donde todo se para a la espera de que se aclare la situación real de China, la novela me parece algo fallido. Quizás porque su creador intenta dotar de una profundidad  a su historia que no necesita. "tras el espejo de Buda" no era "El poder del perro" y la disgresión temporal, mucho más localizada en este libro, no venía tanto a cuento. O al menos no venía a tal una disgresión en dos tiempos que no hace más que repetir una explicación.

En la primera novela de la serie una parte importante del peso de la obra cae en Joe Graham y en Alice, diversificando la atención y atenuando un poco el "efecto Carey". La química con los dos, el divertido y curioso entrenamiento de Neal y la increible atracción por Alice hacían de la novela uno de esos pequeños placeres culpables, que disfrutas mientras lees sintiendo algo de vergüenza por disfrutar con algo tan... poco pretencioso.

Esta segunda historia es más bien al contrario. Aspira a demasiado, muy por encima de las propias espectativas generadas por el lector tras su antecesora, coje un tono demasiado serio (quizás es que se toma demasiado en serio también a sí misma) y pierde parte de su gracia y de su encanto.

Tan sólo cuando se acerca el final, durante una dura ascensión de montaña, un excarceo entre Neal y unos monos asaltadores de caminos recupera un poco el pulso pero es demasiado tarde y demasiado poco. Y, a diferencia de lo que sucedió al final de la primera, las primeras páginas de la siguiente novela ni siquiera han terminado de llamarme la atención (suenan demasiado al comienzo de esta trama).

Mis dudas sobre si esta sería una de esas series para almacenar y releer en momentos posteriores se empiezan a resolver, por desgracia. Aunque imagino que a la tercera le daré una oportunidad en algún momento.

Mientras tanto veré si me distraigo con la lectura de "Palmeras en la nieve" y "El caso Collini" que ahora mismo me llaman bastante la atención por distintos motivos. Ya veremos...

De momento dejo a Don Winslow con un aprobado raspadito, raspadito...

P.D: muchísimas gracias a Raquel, que ha querido comentar eneste blog en "psicólogos, psiquiatras y...". Ha sido todo un detalle. Espero que sigas por aquí mucho tiempo.

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