martes, 8 de marzo de 2011

La suerte de los ladrones

Cualquiera que lea el blog se preguntará si lo único que leo es novela negra. Es lo que más leo, aunque no lo que más me gusta. Hay varios motivos para que el número de libros del género negro que hay en mi biblioteca sea tan elevado y el número del resto de géneros sea tan reducido.
En primer lugar, es una cuestión de volumen: el número de novelas negras publicada es mucho más elevado que el de "Espada y brujería", "Fantasía" y "ciencia-ficción" juntas. Un mayor volumen aumenta las posibilidades de lograr dar con una premisa original. Ya lo dice el dicho, "en la variedad está el gusto..."
  
En segundo lugar, dificultad para innovar. La ciencia-ficción supone un nivel de exigencia mayor a la hora de crear entornos y variantes nuevas y creíbles. El “género negro” desde hace algún tiempo se nutre de la diversidad cultural, social, tecnológica y política de las distintas naciones, convirtiendo sus narraciones en un reflejo de la sociedad en que encuentran cabida. Si bien la inclusión de estos elementos  hace que las novelas no envejezcan bien, también lo es que el constante cambio de las circunstancias crea escenarios nuevos en los que ambientar las novelas.
Tercero, el coste y la edición. El menor volumen de libros implica que el mercado está menos surtido. La falta de competencia permite a las empresas fijar precios elevados y no presentar alternativas mas económicas. Hace unos años, editoriales como “ la Factoría de Ideas” y “Puzzle” publicaban muchas de sus novelas de ficción en formato bolsillo, como las del “Mundo de Tinieblas” o “la saga del Vatídico”. Hoy los nuevos títulos de sagas como la de Harry Dresden o la de Anita Blake se lanzan a precios que rondan los 20 euros y no sufren posteriores reediciones en formatos más económicos. Por el contrario, en el genero negro, seríes exitosas como la de Kurt Wallander (Henning Mankell), la de Charlie Parker (John Connolly) o la de Kensy y Gennaro (Dennis Lehane) si han visto segundas ediciones en formato de bolsilllo con una bajada de precio del 50%, lo que las hace mucho  más asequibles.
 
Cuarto, el maltrato al que se somete a las sagas de fantasía y ciencia-ficción. Muchas se quedan por el camino, como la serie “Tierra de vampiros” de E. E. Knight, que dejó de traducirse tras la segunda novela, aunque se acaba de publicar la novena novela en Estados Unidos. Otras se publican cuando no está completa la serie, como “La rueda del tiempo” de Robert Jordan o “La canción de fuego y hielo” de George R. R. Martin, teniendo que esperar años hasta que se publican en su integridad.
Es cierto que son muchos los autores de novela negra cuyas series están en constante crecimiento, por ejemplo, la serie de Brunnetti, escrita por Donna Leon, pero todas son “autoconclusivas”, por mucho que se centren en la vida personal de su personaje protagonista. Mientras que quien sigue “La canción de fuego y hielo” tiene que esperar casi 3 años para poder leer la 5ª novela...¡¡¡¡y aún quedan 2 más para terminar la serie!!. Eso, si no pasa como con "La Rueda del tiempo" de Robert Jordan, cuya decimoctava novela ha tenido que ser escrita por Brandon Sanderson, al haber fallecido su autor.
 
Y todas estas quejas, ¿por que?...pues porque quería comentar la primera novela de una serie que no se ha publicado íntegramente en castellano. De las hasta ahora cinco novelas de la serie, tan sólo tres se han publicado traducidas y ni siquiera éstas resultan fáciles de conseguir, ni siquiera en tiendas de segunda mano.  Es una pena, porque la novela de Lynn Flewelling, es entretenida, ágil y por momentos divertida. 

La novela narra las aventuras de Seregil de Rhiminee, un "espía-ladrón" del reíno de Escania y Alec de Kerry, un joven huérfano al que rescató de una prisión. Centrada en la relación de tutela, amistad y amor entre los dos proganistas, nos lleva desde el momento en que se conocen hasta su primera misión como "centinela". Y todo mientras Eskalia y Plenimar, se preparan para la guerra y un peligro oculto amenaza desde las sombras.

Quizás los dos grandes aciertos de la novela sean la forma en que esta escrita y, sobre todo, su personaje central, Seregil, un pícaro ladrón y espía, que con sus recursos, inteligencia y perspicacia  me recuerda a Arsenio Lupin, el ladrón de guante blanco creado por Maurice Leblanc, con quien parece compartir no sólo sus virtudes, sino muchos de sus "defectos", como el actuar de cara a la galería, su descaro y una picardía sin fin. 

Quizás las intrigas palaciegas no lleguen al nivel de las creadas por George R. R. Martin, ni sus luchas y aventuras parezcan tan apasionantes como las escritas por Margaret Weis, pero su estilo, con bastantes similitudes con  el de Lois McMaster Bujold,  es ágil y  entretenido.

Una lectura más que recomendable para quién consiga dar con ella...