martes, 23 de enero de 2018

Tres funerales para Eladio Monroy - Eladio Monroy, vol. 1


Alexis Ravelo es un autor recurrente en el blog, quizás no tanto por el volumen de novelas suyas que he comentado ("La estrategia del pequinés") como por el hecho de que con tan sólo dos novelas era (o es) uno de mis autores referentes.

Me gusta su forma de escribir. Lo he comentado alguna vez, seguramente sea por el hecho de que no está traducido (como pasa con Lorenzo Silva) pero hay algo en él (como en el autor afincado en Getafe) que lo diferencia del resto. Es una cuestión del ritmo de las palabras. Es algo muy marcado en Silva pero también presente en Ravelo, son ellos escribiendo y se agradece.

Y por si hay dudas no es algo propio de todos los escritores castellanos, hay algo que está en unos pocos, gente cuyos escritos tienen alma propia, suenan a sí mismos y no al conjunto de volúmenes que pueblan mil y una estanterías. Y como lector, sobre todo si te gusta la musicalidad de cada uno, se agradece.

Pero, además, el escritos canario crea personas, más que personajes, con procesos internos identificables y características propias que los hacen identificables dentro de que, de por sí, con el paso del tiempo (y mas tratándose de novelas sueltas) dejan poso.

Si lees 10 novelas negras, sobre todo de corte más clásico, te quedas siempre con momentos puntuales. Si tienes suerte y das con una serie decente puede que llegues a tener una impresión más o menos definida del protagonista, pero no siempre tienes sensación de realidad, de que ese sobre el que estás leyendo podría ser cualquiera de las personas que se cruzan contigo por la calle. Con Alexis Ravelo eso pasa.

Habrá quién piense que se trata simple y llanamente de que sus protagonistas son gente del montón, miembros de esa clase media, media-baja que se sitúan a ambos lados de la línea de lo que es "vivir con lo justo", unos rozando la desgracia y con alto porcentaje de caer en la mierda y otros directamente viven en ella, de una u otra forma.

Para mí es algo más, es ser capaz de leer sobre alguien que tiene unos procesos internos que puedes entender y que, ante una situación determinada toma una decisión (compartida o no por el lector) para intentar cambiar algo, quizás sin llegar a ser consciente por completo de los riesgos que asume, pero creo que es precisamente ese desconocimiento el que genera la identificación.

Una vez tomada la decisión la cosa no siempre admite marcha atrás y todo lo que sigue no es más que el conjunto de desencuentros y problemas desencadenados por esa decisión puntual que uno adopta en un momento muchas veces de necesidad, convencido de que con un pequeño golpe de suerte o una cantidad de dinero determinada nuestra vida iba a brillar de otra forma.

La duda con Alexis Ravelo, tras "Las flores no sangran" y "La estrategia del pequinés", era saber si el ritmo y la sensación general de la obra se mantenía en todas, llegando a ser algo repetitiva, quedando sólo la duda de quién sobrevive al final de cada historia o si era capaz de ir más allá.

Para zanjar la cuestión me lancé a por la única serie que he encontrado que ha escrito, la de Eladio Monroy.

Si esto fuese un concurso de televisión la respuesta final sería "Prueeeeebaaaa superadaaaaa".

La construcción de "Tres funerales para Eladio Monroy" es distinta a la de los libros sueltos.

Comparte ese sonido de fondo que caractiza a su creador y la idea de personajes reales que se asientan en el lector, con procesos internos complejos y decisiones que tomar, pero la propia construcción de la historia marca una forma distinta de desarrollo.

El primer tercio de la novela es, por sí misma, una obra independente que marca el perfil del personaje sin necesidad de que el autor tenga que utilizar adjetivos para definirlo. Es la forma en que se desenvuelve durante un encargo la que nos anticipa ante qué tipo de persona nos encontramos. Dual, controvertido por momentos, ácido y con un punto amargo pero también con corazón, humano y contradictorio, muy "nosotros" o muy "yo" en ese constante quiero y no puedo y soy pero no siempre como me gustaría.

El resto de la obra es la parte a la que se refiere el título de la obra y sólo de forma tangencial utiliza los personajes que han aparecido en el primer tercio para formar el conjunto.

Es en esa segunda parte donde Ravelo crece y muestra todo su potencial, resolviendo cualquier posible duda sobre su obra. 

No se trata aquí de un protagonista que toma una decisión a sabiendas de que corre un riesgo (mejor o peor medido) sino de una persona que decide echar una mano sin terminar de saber dónde se mete. Ese dónde y con quién no termina de ser la parte fundamental de la novela sino la forma en que Eladio Monroy reacciona ante lo que ve.

No es sencillo encontrar historias que te alejen de tu día a día y sin embargo te generen sensación real de identificación, incluso con personajes ligeramente marginales que no se mueven necesariamente en el mismo habitat por el que campas tú, sólo por eso la novela ya está bien, pero lo que hace que realmente merezca la pena es que durante el desarrollo de la trama como lector te ves en la tesitura de decidir qué harías tú en una situación determinada, hasta donde llegarías para poder vivir contigo y hasta dónde no, cuáles son tus límites en una sociedad que genera conformismo a mansalva y sensación de pasividad ante lo que te rodea.

Eladio Monroy (Alexis Ravelo) me han llevado a un punto que sólo recuerdo haber alcanzado a nivel moral con uno de los grandes de la literatura negra actual, Dennis Lehane con su serie de Kenzie y Gennaro, ese punto donde uno decide hasta dónde y por qué se mueve y si es capaz de mirar para otro lado sabiendo las atrocidades que se están perpetrando en algún sitio. Aunque sólo fuese por eso me parece una novela "grande" y meritoria, con el añadido adicional de que su creador consigue llevarnos a ese punto en un número bastante limitado de páginas, algo que también es de agradecer.

Valoración: me ha gustado mucho.

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