viernes, 24 de junio de 2016

Alex - Serie Camille Verhoeven, Vol. 2



Hay pocas cosas que como lector me gusten menos que una segunda novela, sobre todo si la primera me ha gustado. Más que nada porque es cuando cojo el siguiente volumen con el miedo a que no cumpla con la espectativa creada, a que no sea lo mismo una vez pérdida el factor sorpresa de la primera, a la repetición argumental, a...

Sólo hay otra sensación que como lector me gusta aún menos, la del ciclo que se acaba. El saber que la relación con un personaje llega a su fin, que no habrá más y que lo que hasta ahora te ofrecían ya no sigue.... y la pereza de volver a buscar.

En los últimos dos meses he tenido la posibilidad de haber  experimentado las dos sensaciones con un mismo autor y un mismo personaje, Pierre Lemaitre y su "Camille Verhoeven".

En estos dos meses he podido enfrentarme y vivir (quien la haya leído entenderá que no es posible hablar de disfrutar con ella) la segunda novela de la serie protagonizada por este peculiar comisario y descubrir, muy a mi pesar, que el cuarto libro de la misma, "Camille", será el punto y final.

Ha falta de saber cómo acaba, la certeza de que lo va a hacer ya entristece un poco, más aún cuando la misma sombra se cierne sobre Harry Hole, otro de esos personajes que cuando llegan a tu vida lo hacen para quedarse, pero sólo mientras quieren/pueden sus autores.

Centrandome en "Alex" lo primero que tengo que decir es que es una muy buena lectura. Sorprendente, inesperada, ágil e intensa, amarga en su desarrollo y por la realidad que cuenta. Triste y visceral, de esas que mueven cosas porque te hacen sentir conforme va cambiando su percepción y opinión sobre el personaje protagonista, que en esta ocasión es "Alex", una mujer secuestrada al comienzo de la novela, que es quién, a pesar de Verhoeven, nos lleva de la mano por toda la trama.

De los autores franceses que sigo creo que Lemaitre tiene algo único, la capacidad para crear un texto gris, una pesadumbre en el lector que le abate, que le sumerge en la miseria cotidiana sin proveerle a su vez de nada más, no hay en él la carga adrenalítica más propia de un thriller que, por ejemplo, construye Franck Thilliez en sus obras y que actúa de atenuante sobre ese ambiente lúgubre.

No existe el humor de Fred Vargas en su narración, ni su peculiar forma de construir historias insólitas con personajes singulares.

Los habitantes de Lemaitre son normales, humanos, hasta cierto punto mundanos. Su cotidianidad es la nuestra, sus tramas también y quizás eso sea lo que hunde un poco al lector.

No hay aquí irrealidad, no hay exageración, no hay hipérbole narrativa. La testosterona no fluye y sí el sentimiento y con él la capacidad o no de empatizar con los personajes, de sentir agrado, afecto, rechazo, incomprensión ante cada uno de ellos. 

Esa capacidad del autor nos lleva a un terreno más íntimo, que se aleja de la angustia por el destino de "Irene", que nos sobrecogía en la novela anterior.

"Alex" no es repetición. Es construcción de algo nuevo que se rige por sus propias reglas. Inevitable no intentar anticipar, por el mismo motivo, imposible no equivocarse. Porque lo que ve el lector es lo que quiere su creador, lo que experimenta es fruto del camino por el que nos lleva y poco a poco nos sumergimos en una novela mucho más compleja de lo que en un primer momento cabría esperar.

Sólo recuerdo un caso similar en los últimos años, el de "El ojo de Eva", de Karin Fossum, en el que un escritor haya sido capaz de generarme tantos sentimientos encontrados y tantos errores no buscados con su narración.

En ambos libros la investigación va por detrás de la narración, el investigador más atento a entender la motivación que a encontrar el culpable y el final inesperado, quizás por en la obra de la autora sueca por el giro que cambia toda la novela y en el del autor francés por la complicidad que es capaz de generar entre la protagonita absoluta de la novela la venganza, y nosotros como lectores, con unas últimas páginas en donde la voluntad de Alex, la actuación de Camille y nuestro proceso mental van de la mano, consiguiendo que de alguna forma aceptemos y compartamos el final de la misma, algo que sólo recuerdo que haya conseguido al 100% Dennis Lehane en el final de "Lo que es sagrado".

Lehane, Vargas, Thilliez... tres nombres que para mí están entre los sagrados por lo que me ofrecen y mi valoración sobre ellos, aunque dentro del género sean tan dispares, Lemaitre desde hace unos meses uno más.

Valoración: me gusta mucho. Para algo más quizás me ha faltado... realmente a la narración, a mí gusto personal una narración algo más fluida en algún fragmento, aunque entiendo que es casi imposible llevarlo a cabo manteniendo el tono general que tenía que conservar la novela.

Para quién se quiera entretener un reto: una vez leída la novela, buscar en internet las tres portadas existentes de la misma para ver cuál refleja mejor el sentido de la novela, porque, a mi entender, cada una revela algo distinto y de entre todas la más realista me parece la que yo leí.

Cine: poca actividad tengo últimamente. Como pasó por aquí la novela quizás comentar que "Orgullo, prejuicio y zombies" es una de esas ocasiones en que el cine ha superado a la literatura, quizás es el mejor ejemplo de cómo un basado en puede ser mejor que una mera adaptación. Sin ser nada espectácular y aún haciéndose larga es superior al libro, aunque haya algún punto discutible sobre su trama. Entretenida es, eso sí, aunque del espíritu de la novela de Jane Austin haya poco.

Mejor suerte ha corrido "Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la Reina de Hielo", que es muy entretenida y con Jessica Chastain y Emilie Blunt, que aportan bastante más que Kristen Stewart en la primera entrega.

Y en cuanto a música... Justin Timberlake y su "Can´t stop the feeling", que hace que me active en un segundo y más lúgubre pero totalmente metido en la cabeza Gnash y su "I hate u I love u". Para moverse a un ritmo más latino... Juan Magán y su hermana en "Baila conmigo"

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