domingo, 28 de junio de 2015

Clavos en el corazón

Entre el primer Thilliez, el de "El ángel rojo" y "El detective moribundo" de Leif GW Persson. Creo que esa sería mi resumen de esta novela. Una aproximación rápida, aunque inexacta, que creo que llegado el caso puede servir de referencia.

El comisario Rever es un personaje taciturno, marcado por un pasado turbulento (desaparición de mujer entre medias), un caso cuya falta de resolución le atormenta y una hija con problemas con la anorexia.

Un comienzo similar al del Sharko de Thilliez, pero con menos carisma y, sobre todo, menos chispa, menos rebeldía, menos ira. Quizás esa sea la gran diferencia que Rever se está dejando ir mientras Sharko se encuentra en un estadío totalmente distinto, el de la rabia incontenible, el de la no resignación.

De haber seguido así la novela podría haber fracasado. La falta de "peso" de Rever, la incapacidad para generar empatía y cierta frialdad en la forma de describirlo y tratarlo le aleja mucho del lector. Sin una trama trepidante y un malo carismático no habría funcionado como thriller.  

Entonces llega el cambio, la diferencia. Sharko está solo en aquella novela, Rever no. Aquí hay un equipo de investigación entrañable, humano, entendible. Con el que es fácil identificarse, sobre todo con Bretón y Lazare. Con sus historias y taras, con sus "movidas", con su día a día. Totalmente próximos al lector.

Conforme cambia el enfoque y el narrador cambia el ritmo. No es que se vuelva precipitado, es que es menos intimista y más procesal. Más entretenido. Demostrando que a veces es más importante escuchar que preguntar. Y que lo difícil muchas veces es dar con la pregunta que rompa el hielo y abra nuevas vías.

Aunque suene raro, la prosa cambia cuando protagonizan la novela los dos secundarios. Y se ve un lado más humano y, sobre todo, menos resignado. Es en ese momento cuando el lector coge ritmo, la lectura se dispara y la trama alcanza unas cotas bastante respetables. No llega a ser un novelón pero sí un buen entretenimiento y una forma nueva de acercarse a la naturaleza humana en toda su dimensión.

Era lo único que le pedía a la novela cuando la cogí. Que me ilusionase lo justo. Que me diese la opción de seguir leyendo, para querer retomar la lectura tras un periodo bastante cansino en donde no me quería poner con los grandes autores del género porque quería algo ligero,  sin reflexión, un entretenimiento que tampoco me supusiese una inmersión en la crueldad extrema.

Por eso no pude coger a Nesbo, ni a Connolly, ni a Patricia Cornwell (que para entretener tiene novelas de sobra).

Una vez más internet ha cumplido su fin y me ha puesto en contacto con una lectura distentida, fácil de leer pero no tan sencilla como para resultar tediosa. Un entremés previo a lo que espero que sea una temporada larga de lectura y reinmersión en la lectura. De redescubrir el placer de la lectura con algunos de los autores de siempre pero también con savia nueva que me dé vidilla. 

Nota: 6

Y si hubiese continuación de la serie, la leería.  

No hay comentarios: